Cadícamo y Alfonsina

Cadícamo y Alfonsina

Bruno Ravizzini

09/08/2020

Algo de mitología local, historias de arrabal que hacen perenne su final.

Una tarde, el joven Cadícamo conoce a Alfonsina, una mujer de exquisita belleza, ligeramente mayor que él. Sus almas se entrelazan en conversaciones casi poéticas, despertando una profunda atracción entre ellos. Cadícamo se enamora perdidamente de ella, cautivado por cada palabra y gesto.

Poco sabe él de la historia y la vida de Alfonsina, pero cada vez que hablan, una frase resuena en su mente, aunque no recuerda a su autor: “Hay amores tan bellos que justifican todas las locuras que hacen cometer.”

A pocas semanas de haberla conocido, un 25 de octubre, Alfonsina decide quitarse la vida arrojándose al mar. Reconocer en su acción las fuertes convicciones y franqueza de ella no aplaca en nada el enorme sufrimiento de Cadícamo. Su amor por ella se intensifica con cada día que pasa, como si todo a su alrededor se tornara en un recuerdo amoroso. Un artista dijo una vez: ‘El amor no es amor hasta que es pasado’.

Así que decide ir al infierno a rescatarla, no está dispuesto a perderla tan rápidamente. Su amor desafía los límites, dispuesto a todo por ella.

Tras un viaje cargado de espantos y tinieblas, atravesando círculos de tormentos, logra encontrar a Alfonsina. Ella, vestida de mar, parece un espejismo etéreo, esculpida por las olas. Al juntarse, la imagina al mirarla, pero tiene terminantemente prohibido besarla en ese lugar infernal. Cadícamo, con astucia, consigue un acuerdo para salir del infierno con su amada.

Sin embargo, hay una condición: ella podría retornar con él, pero al momento de abandonar las tinieblas, sus labios se secarían, perdiendo la vida que una vez tuvieron. Cadícamo está dispuesto a aceptar cualquier sacrificio.

Emprenden el camino de retorno y, mientras avanzan, se dicen palabras al oído, de las cuales surge una belleza semántica tan pura que solo ellos pueden entender. Sin embargo, cuando están a solo pasos de salir del abismo, Cadícamo, ante el pavor de no poder volver a besar sus dulces labios, no resiste la tentación. La besa, y en ese instante, ambos caen nuevamente en las profundidades, condenados a repetir su trágico destino.

Cadícamo, que está vivo pero atrapado en el infierno, logra que le concedan nuevamente la oportunidad de salir y llevar consigo a Alfonsina. Sin embargo, la condición se mantiene: al salir, los labios de ella se marchitarán.

Cuentan que, en cada ocasión que están a pasos de lograr la vuelta, él no se resiste a ese último beso, como si una tentación irrefrenable lo uniera despiadadamente al abismo. Por lo tanto, sin contemplaciones, caen nuevamente a lo profundo. Un ciclo que se repite, un mito de amor poderoso, pero también tan trágico que los condena eternamente.

Diría Voltaire, “El amor convierte a los amantes en poetas”,
y a ellos en leyenda.

No son pocos los que afirman que los dioses, conmovidos por tal expresión del amor, confiaron a las musas acompañar a Cadícamo para componer tangos como Por la vuelta y Nostalgias.

Etiquetas: amor mitologia

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