Eres un amuleto
pero jamás un objeto.
Algo tan invisible
y también delicado
pero fuerte como un roble
y a veces desconsiderado.
Sé que así serás
de otra forma… jamás.
No te puedo tocar
ni tampoco hablar
pero eres mi ideal
y no basado en una teoría
sino algo más allá de lo carnal
de lo que nunca me apartaría.
Serías más que Tales
y su elemento líquido.
Sobre que Anaximandro
y el ápeiron infinito e indefinido.
Sobre Anaxímenes
y el elemento del suspiro.
Encima de Heráclito
y la sustancia primate, el fuego.
Más que Pitágoras
y los problemas que le dan los números.
Más que Parménides
y su mismo ser perfecto.
Más que Empédocles
y los cuatro elementos.
No te confundas
que solamente yo te elevo.
Solo conmigo caminas
y te acompaño como un siervo.
Espero salir de la oscuridad
para pronto ver tus ojos
frente a los míos en la eternidad
por los siglos de los siglos.
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