Palabras para «¿Por qué irse?» de Roxana López

Palabras para «¿Por qué irse?» de Roxana López

Daniel Grand

31/05/2020

No comprendo cómo es posible que un texto tan perfecto como ese, inmaculado, sin una sola errata ni error ortotipográfico alguno, tenga apenas veintidós estrellas.

Si lo breve es dos veces bueno, «¿Por qué irse?» es casi infinitamente bueno. El mejor de todos, vamos.

El anciano y ciego Borges luchó en combate desigual contra su madre que le decía todo el rato: «Este compadrito es un idiota», mientras le escribía al dictado Pierre Menard. Él, pertinaz, discutía a brazo partido con su mamá, diciéndole que el relato de un autor que escribe un libro ya escrito, sin copiarlo ni recordarlo, fuera de su época y de su lengua, iba a revolucionar la historia de la literatura.

Algo de eso sí que pasó, pues es sabido que en la biblioteca de la facultad de filosofía de Buenos Aires existe una legendaria ficha con el nombre de Pierre Menard, y consta como ¡autor de El Quijote! Testimonio indeleble del éxito ontológico (digo bien: «onto», no «anto») de la prosa de Borges y de la credulidad humana. Lo que su esposa,  María Kodama,  no quiere que sepamos es que: primero, la mamá del escritor era bastante sorda y amaba tanto a su hijo (¡y lo sigo queriendo tanto!) que para no hacerle repetir y agravar así la pertinaz tartamudez que le aquejaba, os lo creáis o no, ella escribía un poco lo que le daba la gana. Cuando su hijo le solicitaba la lectura de los últimos párrafos dictados lo engatusaba diciéndole: «Ahora te lo leo, pero primero comete este platito de polenta». Todos los estudiosos de la vida y obra del insigne poeta saben que las dos grandes pasiones del Homero del Plata eran el café y la polenta, y que en ello era insobornable.

En segundo lugar, lo que de verdad no quiere que sepamos María Kodama, albacea testamentaria del infinito y contante legado borgiano, es otra verdad mucho más atroz: ella nunca, ¡pero nunca!, fue capaz de cocinarle al prócer de las letras argentinas ni un solo plato de polenta. Además, incidentalmente, la madre del escritor ya estaba muerta cuando Borges le dictó su obra. ¿Quién escribió entonces el Pierre Menard? Sí, parece un misterio apasionante, pero que se convierte en baladí frente al enigma planteado por el alucinante «¿Por qué irse?».

Aquí no estamos con la tontería esa de un perenne candidato a Premio Nobel (creo que todavía figura en las ternas de cada año) dictando una obra maestra a una madre muerta que, a su vez, se la inventa. No.

Roxana López ha publicado y no (¡atención!) ha escrito la historia más perfecta de todos los tiempos. Ni a mano ni con ordenador. Tampoco dictada ni a muertos ni a vivos. No.

¿Dónde está? ¿Adónde se fue? ¿Por qué se fue? el inefable «¿Por qué irse?». Fuese y no hubo nada. No está ahí más que en apariencia, porque esta pícara profesora de inglés, casi docente en Quilmes (no sé si tendrán polenta por ahí, pero cerveza sí que tienen y de la buena) ha llevado la literatura al non plus ultra. No es un logro cualquiera, es un camino sin retorno, el fin inapelable que ya anunciaban los poetas que ilustraban sus relatos con los bisontes dibujados en las arcaicas cavernas y también la tontería esta del internet. Se terminaron los torpes, repetidos e insulsos relatos materializados. Se acabó el sobado «Había una vez…», «En una procelosa noche…», «Longtemps, je me suis couché…», «En un lugar de la Mancha…». Nada. Kaputt. 

Georgie lo dictó con cuidado:

«Ignoro si la música sabe desesperar de la música y si el mármol del mármol, pero la literatura es un arte que sabe profetizar aquel tiempo en que habrá enmudecido, y encarnizarse con la propia virtud y enamorarse de la propia disolución y cortejar su fin».

Roxana ha pulverizado a Pierre Menard y a toda la literatura con él. A la RAE y hasta a Fuentetaja. No ha escrito la obra definitiva (aunque en mi opinión un poco demasiado extensa, pero ¡vaya una para criticarla!), la historia que todo lector soñó o, mejor dicho, soñará.

¿Querés otro platito de polenta?

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS