Suena una canción en la radio y mi corazón se estruja por un instante y mi mente empieza a llenarse de recuerdos que espanto con ideas más cotidianas aunque no pueda haber dejado escapar antes una sonrisa. Y es que aunque me cueste horrores,intento acérrimamente alejarme y olvidar por completo. Intento ir hacia adelante dejando tras de mí una nube de polvo, una oscuridad sin vestigios de colores, de sonidos, de aromas, de ningún recuerdo. Pero la canción sigue sonando y entonces pienso en los papeles que me esperan en la oficina, en lo que olvidé ayer para que sea lo primero que haga al llegar ¿mandé el mail de Rodriguez? ¿Hice el pedido de librería? (Me parece escuchar tu voz…) Hoy tengo que pagar el alquiler, no puedo olvidarme de eso, es muy importante, ¿dónde que era que quedaba el lugar? la pucha, ¿por qué sigo sonriendo? y tu risa invade el colectivo y cierro mis ojos buscando un escape.
Y la canción no termina, parece a propósito, como si fueras capaz, como si tuvieras esa capacidad, y es que si podés colarte con tu risa en este colectivo vacío seguro podés manipular el tiempo para que esta canción no termine nunca. Me río de esa idea tan ridícula y pienso en que también te hubiera hecho mucha gracia, o quizás no, quién sabe quién sos ahora; quién sabe si siquiera recordarás esta canción, no porque fuera especial, no porque fuera algo que nos representara, sino porque te gustaba mucho y yo lo sabía y vos también sabías que cuando yo la escuchaba me acordaba de vos.
¿Te acordarás de todo esto ahora? ¿Serás de los que escuchan canciones y todo se vuelve un extraño momento?
Dejo de escucharte reír, la música se ha terminado y mi parada está cerca. Ya no estás, ya no te recuerdo, ahora hay niebla tras mis pasos. Camino despacio, como quien no tiene apuro de llegar a ningún lugar. No miro hacia atrás, allí no hay nada, no debe haber nada, no debo dejar rastros de mí.
Me alejo, abandono, suelto amarras, quemo buques. Y no miro hacia atrás. Ojalá pudiera decirte que es la frialdad lo que me motiva, pero es todo lo contrario y nunca nadie lo entendería.
En el trabajo sentada en mi escritorio todos conversan. Miro por la ventana y sin darme cuenta me quedo mirando las nubes, “una de ellas parece un perro olfateando una flor” les digo en voz alta sin darme cuenta. Me miran y sin mucho interés miran la nube, (sé que vos hubieras visto lo mismo) y sólo ven eso, una nube. Me la quedé mirando, pucha, de nuevo estoy sonriendo. No es tan fácil dejar atrás lo que se lleva en el alma.
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