Pude, tal vez, echar un ancla en tu tormenta,

resistir al mundo y la mentira ajena,
pero «ya todo pasó». Zozobraste entre tus propias olas
y ahora todo es muelles de abandonos a mi costa

Haché durante siglos la leña que quemamos.
te esperaba desde siempre, como un mandato presentido.
Ya has sido ahora lo sé, ibas a ser eso: lo perdido
que se guarda eternamente como amado.

no puede odiarte mi odio, nunca has sido tan querida
pero eso sí, el silencio podrá ser de tus cosas,
y la noche más oscura, tendrá tu lejanía,
y sólo tu recuerdo será melancolía.

Nadie es culpable de nada. Esto es parte de nosotros
Ahora el olvido infinito es la manera de guardarnos
aunque a veces el olor de tu verano y de los pájaros
te acarrea como a leños de un viejo barco roto
que llevan las olas a la playa solitaria
de una isla de un naufragio muy lejano

Tu nombre es mi pedazo de historia inaugurada
tu rostro es sin manera de olvido paulatino
tus manos dos tal vez palomas mensajeras no llegadas
que no llegaron, nunca a responder silencios
que aún cobijo

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