Tres poemas castellanos

LA NOCHE QUE NOS DESENVAINAMOS

No he lavado la ropa que tenía

la noche que nos desenvainamos

y desnudos como la miel que cae

de los higos maduros a la siesta,

nos anudamos acuáticamente

como dos lagos o dos gotas de agua

que se juntan innumerablemente.

No voy a lavar esa camisa.


ESTOY ESCRIBIENDO TU NOMBRE

En esta noche aquí en esta ciudad

hoy, cualquier día un cualquier nunca

en esta ninguna parte rescatada

yo: este nadie de cosas y almanaques

de resecadas rosas y poemas volados

aquí en esta ciudad yo ahora

estoy escribiendo tu nombre

con dedos de niebla

roto contra el aire encallado

en la noche triste y sola de esta ciudad

donde hay tantos que tal vez recogen

su memoria, su alma, su tristeza

para llevársela luego a algún poema oscuro

en una ciudad cualquiera, solos.


LAS ANCLAS DE TODO MI DESTINO

I

Que estas puertas de llegar

sean las de partir

si no encuentras tu vida

en mi sendero,

si tu memoria me renuncia

si tu amor

se descalza de mi nombre.

II

mujer,

tú amiga, luz,

tripulación total de mis espigas,

tesoro en llamas en la boca

de la madrugada

tienes las llaves y el timón de mi vida,

las anclas de todo mi destino.

Eso te lo doy. Como una mano,

como una manzana.

Pero no debes tropezar

con mis pies.

No te sientas encerrada

en mi libertad

que te regalo.

Quiero ser tu camino

no tu calvario.

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