LA NOCHE QUE NOS DESENVAINAMOS
No he lavado la ropa que tenía
la noche que nos desenvainamos
y desnudos como la miel que cae
de los higos maduros a la siesta,
nos anudamos acuáticamente
como dos lagos o dos gotas de agua
que se juntan innumerablemente.
No voy a lavar esa camisa.
ESTOY ESCRIBIENDO TU NOMBRE
En esta noche aquí en esta ciudad
hoy, cualquier día un cualquier nunca
en esta ninguna parte rescatada
yo: este nadie de cosas y almanaques
de resecadas rosas y poemas volados
aquí en esta ciudad yo ahora
estoy escribiendo tu nombre
con dedos de niebla
roto contra el aire encallado
en la noche triste y sola de esta ciudad
donde hay tantos que tal vez recogen
su memoria, su alma, su tristeza
para llevársela luego a algún poema oscuro
en una ciudad cualquiera, solos.
LAS ANCLAS DE TODO MI DESTINO
I
Que estas puertas de llegar
sean las de partir
si no encuentras tu vida
en mi sendero,
si tu memoria me renuncia
si tu amor
se descalza de mi nombre.
II
Tú mujer,
tú amiga, luz,
tripulación total de mis espigas,
tesoro en llamas en la boca
de la madrugada
tienes las llaves y el timón de mi vida,
las anclas de todo mi destino.
Eso te lo doy. Como una mano,
como una manzana.
Pero no debes tropezar
con mis pies.
No te sientas encerrada
en mi libertad
que te regalo.
Quiero ser tu camino
no tu calvario.
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