LA PASION DE ANTIA

Hace unos días, me encontraba en la terminal cuatro del aeropuerto de Barajas, esperaba a mi nieta que volvía a casa después de un año en Australia tenía unas ganas locas de verla. La llegada de su vuelo estaba prevista para las dieciocho treinta, miré por enésima vez el panel de llegadas y, por fin, esta vez sí, el panel indicaba que su avión acababa de aterrizar. Me apresuré a tomar posiciones frente a la puerta de desembarque, no pude evitar sonreír al pensar que, conociéndola, traería más baúles que la Piqué, así es que aún me quedaba un rato de espera.

De pronto, note su presencia, en realidad le olí, sentí su aroma inconfundible detrás de mí,¡no podía ser!, inspiré profundamente con la esperanza de que fuera solo un espejismo, una mala pasada de mi memoria olfativa, pero no fue así, no se trataba de un olor a perfume, era su olor corporal, un olor intenso, varonil, seductor, una mezcla agridulce a madera de sándalo, chocolate y tabaco. Lo inhale profundamente,recreándome en todas sus notas, sintiendo como penetraba por mi laringe, mi tráquea mis bronquios hasta inundar completamente mis pulmones. Lo retuve unos segundos dentro de mí antes de exhalarlo muy lentamente. Fue como si mis hormonas despertaran de un larguísima letargo, un escalofrío recorrió mi espalda, el corazón me latía con tanta fuerza, que, instintivamente me lo sujete con ambas manos.

Me di la vuelta muy despacio, con temor y deseo a la vez. Y, allí estaba él, los recuerdos que durante cincuenta años había tratado de olvidar, se abalanzaron sobre mí como perros de presa. Me volví a ver con veinte años, sola, desnuda en aquella habitación, lejos de mi casa, de mi familia, loca de pasión por un hombre al que nunca importé, suplicando, implorando sus besos, sus caricias, dispuesta a morir a cambio de que me hiciera el amor una vez más.Me vi sin voluntad, convertida en un juguete frágil en manos de un niño caprichoso, respirando con su boca, mirando con sus ojos, soñando sus sueños. Me contemple humillándome una y otra vez suplicando su atención,sin salir a la calle si él no salía conmigo, sin comer si él no comía conmigo, sin dormir si él no dormía a mi lado, esperándole durante horas, durante días, sin un reproche. Hasta que un día, sencillamente no volvió más. Desapareció el objeto de mi pasión.

Y ahora, estaba allí, toda una vida después estaba allí, le observé despacio. Los años le habían tratado bien, se mantenía delgado, conservaba casi todo su pelo aunque ahora era gris. Nuestras miradas se cruzaron unos segundo, sentí miedo. Bajé la mirada y me di la vuelta justo en el momento en que mi nieta hacía su aparición, empujaba un carro cargado de maletas.

– ¡Abu! -Me grito-

Intenté ir a su encuentro, pero una mano en mi hombro me lo impidió

-¿Antía? ¿Eres Antía, verdad? ¿Te acuerdas de mí?, soy Jesús.

¿Qué si me acordaba de él?, mi corazón volvió a galopar atropelladamente, ¡le tenía tan cerca!, me miraba interrogante, sonriéndome con aquella sonrisa de experto depredador. Las piernas me temblaban, me sudaban las manos y me sentía mareada, pero también yo, le dediqué la mejor de mis sonrisas cuando por fin fui capaz de contestarle.

-¡No, no lo siento¡ creo que se ha equivocado de persona.

Ahora sí, le di la espalda y corrí a abrazar a mi nieta sin volver la vista atrás. La herida sangraba, pero esta vez, la cordura la taponó y apretó con fuerza.

Ya cuando íbamos en el coche camino de casa mi nieta me preguntó:

– Oye abuela ¿Quién era ese …“Robert Redford” con el que hablabas? ¿alguna conquista?

-No, solo un fantasma del pasado, alguien por quien me volví loca de pasión, y lo de loca es literal, estuve más de un año ingresada en un psiquiátrico cuando me abandono.

– ¿En serio? ¡qué fuerte! Nunca me has hablado de él, tienes que contarme esa historia Abu, daría mi vida por vivir una pasión así.

Pues yo daría la mía por no haberla vivido. Si quieres vivir algo realmente apasionante, procura que te guste mucho tu profesión, puede que sufras menos.

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