He querido escribirte antes

He querido escribirte antes.
Te hemos presentido por casa;
estuve pensando en ti, sin advertirlo entonces,
incluso te he soñado,
ignorando si estás donde nos han dicho,
no sabiendo si serás o si podrías ser.

Hace dos días me pareció que cocinaba un rico plato para ti.
Y desee que me visitaras al alba.
El olor de un pariente viejo me sacudió,
como si se tratase de tu alta herencia…
Entonces, me digo, la casa que habito es más tuya que mía,
me reconvierte en intruso.

Por eso -a lo mejor- nos hemos comportado raros;
afuera, el roble que siempre miro se pone pardo y renace.
El niño, por ejemplo, se ha dormido ayer sobre una silla.
Lo he abrazado para tenderlo sobre la cama.
Son cosas inusuales las que presentimos:
el hambre y el frío en la punta de los dedos,
acaso el amor fugado,
la leña ardiendo como buscando, como preguntando.

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