Es como que me encuentro en una constante necesidad de escritura, pero es inevitable caer en el enigma de: ¿hoy de qué escribimos? No es sencillo lograr hacer brotar de la mente alguna idea completamente genuina, de la cual salga algo digno de ser leído.

Desconozco completamente qué estarás haciendo ahora mientras me leés… Por mi lado, estoy en la cama, escuchando música, luces tenues e intentando acomodar las últimas ideas previo a cerrar los ojos y hundirme en un sueño profundo. Qué tema, ¿no? Tener los ojos cerrados y que la mente solo se encargue de girar, girar y girar. Ideas brotando por todos lados y ninguna cierta que nos haga tomar una decisión objetiva de la constante incertidumbre que nos rodea diariamente. Ahora… cuando la mente frena en seco y encontramos ese silencio digno de un ángel pasante, es ahí cuando encontramos la paz. El digno encuentro con el lado bueno de uno mismo, en donde las palabras no alcanzan para agradecer estar bien. En cuanto te das cuenta de que estás rodeado de la gente correcta, en donde te vas encontrando con personas que dejaste tiradas en el camino y no eran merecedoras de ese trato, te las encontrás aceptando volver a ser parte de este camino juntos.

La vida es una rueda: a veces nos encontramos encima del todo, mientras que en otras circunstancias nos vemos ahogados en cuestiones que eran impredecibles para nuestro anterior presente. Destacaría que lo más trascendental es aceptar estos altibajos y simplemente enfrentarlos. Las malas personas siempre estarán, los malos momentos nunca desaparecerán, las lágrimas brotarán en cuanto requieran salir, y la vida también encontrará el camino para hacernos sonreír nuevamente. Dejate abrazar y amar por quienes realmente te creen merecedor de ese trato.

Todo es muy temporal como para no disfrutarlo.

Atte. 

Facundo Verardo D’Agostino

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