Qué fácil fue para ti, ¿no?
Decir adiós como quien cierra una app,
como si yo fuera un archivo que se borra y ya.
Yo acá, tragándome el enojo,
riéndome solo de lo iluso que fui,
pensando que el amor tenía palabra
y no fecha de vencimiento.
Me hago el fuerte, digo “ya fue”,
pero no te miento:
todavía me da miedo encontrarme contigo
y descubrir que ya no me duele,
o peor, que sí.
Y lo más irónico de todo
es que mientras tú te paseas por tu nueva vida,
yo sigo recogiendo pedazos
de algo que, según tú,
“ya no existía desde antes”.
OPINIONES Y COMENTARIOS