Viento de locos

Ese perro sabe latín. Se te acerca despacio y parece decirte ¿jugamos un ratito? Dan ganas de acariciarlo, pero me corto, el dueño está detrás de la cristalera tomando unos vinos con su rubia pareja. Guiris estilosos, de esos que se permiten estar de vacaciones en un Mayo que empieza a oler a verano.

Hace unos instantes el chucho miraba al infinito, o mejor dicho, a 14 kilómetros exactos. Para millones de africanos eso es el infinito, 14 miserables kilómetros de hermoso mar. Y lo uno me lleva a lo otro, y me acuerdo del Superman negro zaino que todos los días me da los buenos días con una sonrisa espectacular en el semáforo del cruce de Juan Pereda Pila con la Avenida de Europa.

Yo sé que no es superman, sobre todo por los lamparones que lleva tatuados en su roja capa de superheroe. Vamos, que no me engaña, que es un vil imitador aunque tenga la sonrisa mas inocente y sincera en muchos cientos de kilómetros a la redonda. Un impostor que vende pañuelos de papel y pide la voluntad mostrando la ajada foto de su familia tomada vete tu a saber en que rincón del continente africano.

En algún momento cruzó el estrecho, seguramente sin mas papel que la foto con su mujer e hijos. Quiero pensar que voló gracias a los poderes de su capa desde la costa marroquí hasta Los Caños o hasta Tarifa. Luego aprendió el oficio con el que malvive en algún semáforo con poco transito de Sevilla, y más tarde alguien le habló de Badajoz y que allí no tendría mucha competencia. Igual fue todo mucho más difícil, o igual ese señor simpatico tiene una oscura historia oculta teñida de penurias. Realmente nunca se puede saber que se esconde detrás de la mirada de Superman cuando no está disfrazado de Clark Kent.

El perrillo ha vuelto a su pose soberbia, oteando el horizonte y dejando que el viento del Levante le acaricie. El no lo sabe pero este es uno de los rincones mas hermosos del mundo. Aquí dan ganas de hacer otras cosas, incluso de mal escribir y tirar fotos con historias raras escritas en el reverso. Este viento acaba volviendonos locos a todos. Bendita locura.