¿Fue el pájaro negro
que con codicia
lamía tu ventana?
¿Fue acaso la noche
que cayó sobre tu
piel,
estando vos casi
dormida?
¿O simplemente
creciste
salvaje y fría?
Sin que nadie te lo
dijera.
Tu piel tiene los
cortes de la vida.
Tu pelo en vez cano
se volvió negro y
carcomido.
Las venas que te
defendieron
han vuelto negro tu
pelo.
Pero tu calma se
mantuvo
y no eres vengativa.
Yo te encuentro a
veces
con mi oscuro abrigo
en los caminos,
en las espesas urbes
de la modernidad.
¿Es cierto que es
libertad
pesa en el fin?
¿Que ya no somos
más que
dos ligeras varas al
viento?
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