Unamos nuestras almas,
enlacemos las miradas
y bailemos.
Bailemos sin miedo;
dejemos que el viento costero guíe cada paso
y marque el tempo.
Vení, corramos hasta la orilla
y mojemos los pies.
Sintamos esta coreografía que nos regala el mar:
Fresca,
como las gotas de las olas
que golpean nuestra piel.
Áspera y suave,
como la arena mojada
escurriéndose entre los dedos.
Dulce,
como el canto de las gaviotas,
y sutil,
como una estrella de mar valvatida.
Mar del Plata, 2020.
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