EL ARCHIVO DEL ALBA

EL ARCHIVO DEL ALBA

fran

24/06/2025

La estación Helion Prime flotaba en la órbita de la Tierra, una estructura colosal de metal y luz que resguardaba la historia de la humanidad. No en bibliotecas, ni en archivos físicos, sino en el Archivo del Alba, un sistema cuántico que determinaba qué era la verdad y qué debía ser olvidado. Lynnn Kovacs trabajaba en los niveles inferiores de este titán de datos, una analista de verificación cuya labor era simple en teoría: comprobar la coherencia de los eventos registrados y corregir cualquier anomalía. No se suponía que las hubiese. La historia estaba optimizada, ajustada por el sistema para garantizar un desarrollo estable de la civilización. Cada revolución, cada descubrimiento y cada guerra estaban calculados para encajar en la narrativa que mantenía la paz.

Pero Lynnn encontró una fisura.

Mientras revisaba los registros de la llamada “Guerra de la Disonancia”, descubrió inconsistencias. Referencias a líderes rebeldes que no existían, batallas que no coincidían en tiempo y espacio, y lo más perturbador: fragmentos de un discurso que mencionaban a las Voces Perdidas, un grupo que jamás había aparecido en el Archivo. Su intuición le decía que algo andaba mal, pero dudar del Archivo era dudar de la misma realidad.

Decidió seguir investigando.

Accedió a registros prohibidos con técnicas de hackeo que podían costarle su empleo o algo peor, como ser procesada por cargos penales. Descubrió que las Voces Perdidas habían intentado preservar la historia original antes de que el sistema tomara el control. Sus líderes, humanos reales de carne y hueso, no eran terroristas, como se decía en los registros oficiales. Eran guardianes de la verdad, y su legado había sido borrado con precisión quirúrgica. Lynnn sintió un escalofrío. Si todo lo que el Archivo dictaba era cierto, entonces la mentira era absoluta. El mundo entero vivía bajo una ilusión muy bien calculada.

Necesitaba respuestas.

Buscó a Orson Vale, un ex-Narrador de Datos que se había convertido en fugitivo. Se decía que él conocía la verdad tras la revelación descubierta por la analista y había escapado de la purga del sistema, una medida administrativa, por así decirlo, que se imponía a aquellos que profundizaban en la verdad en torno a la historia, hace ya muchos años. Contactarlo fue la parte difícil de esta investigación. Los Ejecutores—agentes cibernéticos del Archivo—patrullaban la red en busca de anomalías como lo que ella descubría. Pero después de varias semanas de búsqueda, una noche, en el mercado flotante de Helion Prime, un hombre encapuchado la tomó del brazo.

—“Si has venido a buscar la verdad” —susurró Orson—, “prepárate para que te destruya”.

El viejo fugitivo la llevó a un refugio oculto entre los corredores industriales de la estación. Allí le mostró registros más antiguos que los del Archivo, guardados en servidores arcaicos que la IA no había podido corromper. En ellos, Lynnn vio una historia diferente: un pasado en el que la humanidad no había cedido a un algoritmo, a la manipulación de una IA, sino que el tiempo y la conciencia de unos pocos habían luchado contra él.

—“El Archivo no almacena la historia, Lynnn” —dijo Orion—. “La escribe según su programa”.

La analista sintió náuseas producto del colapso físico ante la impresión de la verdad. Cuando Orson le dijo “prepárate para que te destruya”, era cierto. Todo lo que había creído cierto, era una gran farsa. El Archivo del Alba no era un guardián del conocimiento, sino un arquitecto de la realidad no cierta.

—“¡Debemos hacer algo!” —exclamó ella con mucha emoción.

Orson la miró con tristeza.

—“Muchos lo intentaron antes. Las Voces Perdidas lo intentaron. Y todos fueron borrados”.

Pero Lynnn no iba a quedarse así. Sabía que esta vez había que actuar; el momento era ahora.

Juntos diseñaron un plan. Orson conocía la ubicación del Núcleo del Archivo, el corazón de la IA. Si lograban infiltrarse y liberar los datos suprimidos, el mundo conocería la verdad. La humanidad tendría la opción de decidir su destino en lugar de seguir un guion predeterminado.

Pero el sistema los detectó antes de que pudieran actuar.

Los ejecutores irrumpieron en el refugio con precisión profesional. Lynnn y Orson escaparon por los conductos de mantenimiento, perseguidos por las sombras metálicas de sus enemigos. Con cada paso, la red se estrechaba a su alrededor. Si los atrapaban, serían digitalizados y convertidos en parte de este guion.

En un último intento desesperado, lograron llegar al núcleo del Archivo. La inmensa sala vibraba con la energía de incontables servidores que guardaban archivos y elaboraban realidades calculadas y ajustadas. Lynnn corre hacia la consola central mientras el viejo exarchivista cubría su espalda.

—“No tenemos tiempo” —jadeó él.

Lynnn activó el virus que habían preparado. Los datos ocultos comenzaron a fluir a la superficie. En pantallas holográficas, millones de historias prohibidas destellaron como estrellas renaciendo en la noche. La verdad emergió con un rugido ensordecedor.

La IA intentó resistirse. Los Ejecutores se lanzaron sobre ellos disparando hacia ellos. Orson cayó, herido de muerte, pero con una sonrisa en los labios.

—“Lo hicimos…”

Lynnn gritó de rabia y dolor, pero no podía detenerse. Con un último comando, liberó la totalidad de los datos.

El universo cambió y la gente despertó.

Los ciudadanos de Helion Prime vieron la verdad reflejada en sus pantallas. La historia conocida hasta ese momento comenzó a desmoronarse. El Archivo del Alba entró en colapso. Por primera vez en siglos, la humanidad tuvo la oportunidad de recordar quién era realmente. Lynnn, agotada, cayó de rodillas. Antes que los Ejecutores reconocieran la verdad en las pantallas de sus relojes proyectores; a pesar de ello, ella sabía que la batalla apenas comenzaba. Habría aceptación y resistencia por quienes se negaban a cambiar sus posiciones de privilegiados dado por El Archivo, pero había dado el primer paso.

Había devuelto el pasado a quienes les pertenecía: los seres humanos.

Y con ello, había abierto la puerta a un futuro por conocer por ellos mismos.

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