Sentimos tanto que cuesta expresarlo…
Intenté, una y otra vez, desentrañar el corazón ajeno, colocando su alegría por encima de la mía. Sin darme cuenta, mi propia vitalidad se fue consumiendo. En silencio, las lágrimas y el sufrimiento eran mis compañeros, mientras mi rostro mostraba una sonrisa a los demás, y la soledad me engullía lentamente. Entonces, apareciste tú, me impulsaste a levantarme y ser mejor, solo para después hacerme decepcionarme con tus acciones.
«Fuiste la chispa que encendió mi pluma, la melodía que dictó mis versos. En tus ojos encontré las palabras que mi alma anhelaba expresar. Gracias a ti, la voz de mi corazón encontró el camino del papel.»
Tú me diste el impulso para comenzar este viaje de escritura, asi que conocerte no fue tan malo como pensaba.
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