Mika respiró hondo. Este era su momento para explicarle todo a Ren.
Pero antes de que pudiera siquiera abrir la boca, Haruto se adelantó
con una sonrisa maliciosa.
—Vamos, Ren —dijo con un tono casual—. No seas tan duro con Mika. Ella solo está un poco confundida.
Ren lo fulminó con la mirada.
—¿De qué hablas?
Haruto se encogió de hombros y puso una expresión de falsa preocupación.
—Mika es una chica dulce… pero también indecisa. Hace tiempo, en un parque, me besó. Y ahora viene corriendo detrás de ti. ¿No te hace pensar que podría estar jugando con los dos?
—¡Eso no es cierto! —protestó Mika con desesperación—. Yo no lo besé, él me besó a mí, y traté de apartarme, pero…
Haruto la interrumpió con una risa suave.
—Mika, no tienes por qué ocultarlo. Solo dime la verdad: ¿por qué no te apartaste de inmediato?
Mika sintió que le faltaba el aire. No era así. No tenía cómo explicarlo sin que sonara exactamente como Haruto lo estaba poniendo.
Ren apretó los puños. Miró a Mika, y por un momento, pareció dudar… pero las palabras de Haruto pesaban más en su mente.
—Eso es suficiente —dijo con voz tensa.
Mika sintió su corazón hundirse.
—Ren, por favor…
Pero él ya se había girado.
—No quiero escuchar más. No me busques, Mika.
Mika sintió las lágrimas arder en sus ojos mientras lo veía marcharse.
Haruto suspiró con fingida tristeza.
—Vaya, eso salió mal, ¿verdad?
Mika lo miró con rabia.
—¡Todo esto es tu culpa!
—Oh, Mika… —Haruto sonrió con burla—. Tú solita te metiste en esto.
Sin mirarlo más, Mika se dio la vuelta y corrió en dirección opuesta.
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