Después de su enfrentamiento con Ayaka, Mika pasó el resto del día pensando
en Ren. No podía sacarse de la cabeza su mirada fría ni la forma en que la
había ignorado. Pero ahora tenía aún más razones para hablar con él.
Decidida, comenzó a buscar la oportunidad perfecta para acercarse de nuevo.
Mientras tanto…
Ayaka no perdió el tiempo. Desde ese mismo momento, empezó a acercarse más a
Ren. Durante las clases, le hacía preguntas, hablaba con él con naturalidad y
se aseguraba de hacerle compañía en cada oportunidad que tenía.
Ren, al principio, se mostraba serio y reservado, pero poco a poco comenzó a
relajarse ante la presencia de Ayaka. Aunque no decía mucho, ya no la evitaba.
Mika lo notó. Cada vez que miraba en su dirección, ahí estaba Ayaka,
sonriendo y hablando con él. La idea de que otra persona estuviera ganándose la
confianza de Ren hacía que su corazón se apretara.
Pero no se rendiría.
Esperó hasta el final del día, cuando Ren salió del aula con su mochila al
hombro. Mika vio su oportunidad y se apresuró a alcanzarlo.
—Ren, por favor… dame solo cinco minutos —dijo con firmeza, bloqueándole el
paso.
Ren la miró, esta vez sin frialdad, pero con un cansancio evidente.
—Mika, no hay nada que hablar.
—Sí lo hay —insistió ella, con la voz temblorosa—. Solo escúchame, por
favor.
Ren suspiró, pero antes de que pudiera responder, Ayaka apareció a su lado.
—¿Todo bien, Ren? —preguntó con dulzura, pero lanzándole a Mika una mirada
desafiante.
Mika sintió un escalofrío. Ayaka no le daría espacio.
Ren miró a Mika por un segundo más, luego a Ayaka, y finalmente suspiró.
—Me tengo que ir.
Y sin decir más, se fue caminando, con Ayaka siguiéndolo de cerca.
Mika se quedó allí, viendo cómo Ren se alejaba con otra persona a su lado.
Las cosas se complicaban más de lo que había imaginado…
Pero no se daría por vencida.
Mañana lo intentaría de nuevo.
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