En la final de la Liga Europea, Jace «El León» Valentín se detiene por un breve instante. El rugido de los fans se pierde en su mente, y todo lo que existe es el balón, flotando a sus pies. El tiempo se ralentiza, y el mundo entero se reduce a ese momento suspendido en el aire. Su mente se interna en los recuerdos, su primer día en el campo, cuando el fútbol era solo un juego entre amigos en una cancha polvorienta. Un simple pase, una sonrisa, y la sensación de libertad que lo inundaba. ¿Cómo había llegado hasta aquí, a este lugar donde todo se volvió complejo?
La tecnología, las apuestas, los rumores de trampas… En ese momento nada de eso importaba. Solo existía ese segundo, cargado de emoción que podía cambiarlo todo. Jace sabe que este disparo decidirá más que un campeonato. Definirá quién es en realidad, más allá de las victorias y las expectativas. El balón se separa de su pie con una precisión perfecta. En ese instante, el tiempo se convierte en algo eterno. No importa el resultado, lo que queda es esa fracción de segundo donde todo parecía infinito. Un simple gesto en la inmensidad del universo.
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