Se puede estar cerca estando lejos, y también se puede estar lejos estando cerca. Si barajamos todas las posibilidades, además se puede estar cerca estando cerca y lejos estando lejos. Creo que no hay más.
Hoy toca estar lejos.
Y aunque esté a 11.600 km aprox., trato de mantenerme cerca. En algunos casos, estoy incluso un poco más cerca que antes, y en otros, realmente estoy más alejada.
Qué locas las distancias, tan relativas como el tiempo.
Sin embargo, existen momentos disparadores donde esa ilusión no funciona.
¿Disparadores? ¿De qué? ¿Por qué?
Porque son momentos precisos que entran en acción y, justamente, ¡pum!… disparan.
Y con un solo tiro, certero y letal, matan a la relatividad.
¿Qué pasa cuando esta muere?
Pasa que: lejos es lejos… y no hay con qué darle.
Hoy, que es ayer (porque la distancia es tanta que nos separa un día: en Noosa 06/03 y en San Juan 05/03), llegó un momento que, si bien ya sabía que venía, terminó siendo muuuy disparador.
¡PUM! Hizo su entrada triunfal a este mundo la esperadísima tercera pata del trípode de trompudines preciosos: nació la Renata.
Y como dije recién, no hay relatividad que aguante.
Entonces, lejos se siente así, tal cual es… súper lejos.
¡Bienvenida, Renata! Ni idea te das de lo mucho que te quiero.
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