No soy más que la hija de mis padres, ni menos que la madre de mis hijos.
Mi existencia me contiene con sus márgenes, como un bote.
Vendo más versiones de mí misma, que las que me gustaría que la gente compre.
Les debo el corazón a mis padres, que me lo dieron.
A mi esposo, que me lo desborda.
A mis amigas, que me lo abrigan.
A mis hijos, que me lo estremecen.
Como todos, espero la muerte. Pero mientras tanto, tengo pensado entretenerme haciendo temblar las letras, hasta arrancarles algún significado.
OPINIONES Y COMENTARIOS