1000 sombras de Manuel Fuego en la Tormenta» La lluvia caía con furia sobre la ciudad cuando Manuel entró al bar, sacudiéndose el agua de su chaqueta. No estaba de humor para beber, pero algo lo había llevado hasta allí. Quizás el destino, o tal vez solo la necesidad de olvidar. Y entonces la vio. Sentada en la barra, con una copa de vino en la mano y una mirada que desafiaba la noche misma, rosario irradiaba una sensualidad imposible de ignorar. Su vestido rojo se ajustaba a su cuerpo con una perfección que parecía diseñada para el pecado, y cuando sus ojos oscuros se posaron en él, Manuel sintió que el mundo se detenía. Ella sonrió, una invitación silenciosa. No hubo palabras innecesarias. Solo la tensión que se formó en el aire cuando se acercó a ella, cuando sus dedos rozaron su piel ardiente. La tormenta afuera era nada comparada con la que se desataba entre ellos. La noche los envolvió en una danza de deseo. Sus labios se encontraron con urgencia, con hambre. Las horas se desvanecieron entre sábanas revueltas, susurros entrecortados y caricias que dejaban marcas invisibles en la piel y el alma. Cuando el amanecer iluminó la habitación, Manuel supo que nunca olvidaría a rosario Ni la forma en que su nombre se había convertido en un susurro de placer en sus labios, ni la intensidad con la que ella lo había devorado. Pero rosario solo sonrió antes de desaparecer con la primera luz del día, dejándole el recuerdo de una noche donde el fuego y la tormenta se encontraron. Rjvc

1000 sombras de Manuel Fuego en la Tormenta» La lluvia caía con furia sobre la ciudad cuando Manuel entró al bar, sacudiéndose el agua de su chaqueta. No estaba de humor para beber, pero algo lo había llevado hasta allí. Quizás el destino, o tal vez solo la necesidad de olvidar. Y entonces la vio. Sentada en la barra, con una copa de vino en la mano y una mirada que desafiaba la noche misma, rosario irradiaba una sensualidad imposible de ignorar. Su vestido rojo se ajustaba a su cuerpo con una perfección que parecía diseñada para el pecado, y cuando sus ojos oscuros se posaron en él, Manuel sintió que el mundo se detenía. Ella sonrió, una invitación silenciosa. No hubo palabras innecesarias. Solo la tensión que se formó en el aire cuando se acercó a ella, cuando sus dedos rozaron su piel ardiente. La tormenta afuera era nada comparada con la que se desataba entre ellos. La noche los envolvió en una danza de deseo. Sus labios se encontraron con urgencia, con hambre. Las horas se desvanecieron entre sábanas revueltas, susurros entrecortados y caricias que dejaban marcas invisibles en la piel y el alma. Cuando el amanecer iluminó la habitación, Manuel supo que nunca olvidaría a rosario Ni la forma en que su nombre se había convertido en un susurro de placer en sus labios, ni la intensidad con la que ella lo había devorado. Pero rosario solo sonrió antes de desaparecer con la primera luz del día, dejándole el recuerdo de una noche donde el fuego y la tormenta se encontraron. Rjvc

Etiquetas: deseo romance

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