En la dimensión astral del sueño, abrimos nuestros ojos a otros anhelos y abrazos que no se materializaron en esta fauna concreta de realidad…

Te buscaba en el mismísimo aire de Bach, pero el viento nunca sopló a mi favor…

Cada palabra es un pistón para desvirgar todas las derivaciones inútiles que parieron los traumas y rencores de antaño…

Debo salir de esta esfera de dolor y ver a la distancia su irradiación y la repartición de sus restos mortales a través de unos binoculares…

Debido a la postración emocional que derivó del abrupto aborto de este sofocante amor hacia ti, me sumergí en la última página en blanco de la                Nada y el Cero absoluto en las tinieblas…

¿Qué puedo reprocharte? No quiero rimas, no quiero versos, ni este monólogo con púas, prefiero esa verdad sincera, sin manchas, sin                          ambigüedades, que ocupe todo el cielo y nos provea de un paraguas                        contra las mentiras…

Me entregaste todo el silencio de un vasto desierto con su aciaga luna riendo y un olor rancio de momias desenterradas…

Quisiera hurgar en tus erradas pupilas, atrapar tu alma de colibrí en una jaula, aunque no lo mereces ya que nunca te propuse despejar ecuaciones juntos             ni hacernos cosquillas al alba…

Me buscaste, me encontraste y siento tus dedos masajear mis sienes y escucho tu voz morder mis orejas hasta transmutarme en un conejo…

Y viene la pregunta más irritante de todas: ¿Por qué no dijiste nada? ¿Por qué, al menos, no me rechazaste? ¡Una bofetada me hubiera dolido menos! Tu               cara, un roble; tu sonrisa, un garabato…

¡Pero tienes mis cenizas guardadas bajo llave y las esparces de vez en cuando en un vertedero…!

¡Cenizas que conservas en ese ingrato túnel del tiempo en el que no dejo de balancearme!

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