Pixies
Nacho piensa que puede determinar el momento exacto en que empezó todo. Recuerda la sucesión de pasos que lo llevó a estar donde está hoy, esta mañana, a esta hora.
Hoy, ahora, Nacho frunce el ceño, más por culpa del sol que otra cosa. En algún lugar cercano suena un claxon.
La madrugada del 19 de marzo de 2013 tiene lugar un hecho insólito. En el bar, Nena Daconte ha terminado de contar su historia, suenan (sorprendentemente) las primeras cuerdas de Here Comes Your Man de los Pixies, y de manera inexplicable, Nuria, cuya mirada se ha encontrado con la de Nacho, empieza a dirigirse lentamente hacia él.Nuria avanza bailando con sutiles movimientos de cabeza, hombro, y cadera, siguiendo los golpes de bajo y batería de la canción en un baile discreto pero hipnótico, sin apartar la mirada de los ojos de Nacho. La cabeza de Nacho, que todavía no entiende qué está pasando, hace cálculos a toda velocidad.
Hoy, ahora, Nacho decide encender la radio, con la esperanza de sintonizar una emisora que tenga algún parecido con aquella madrugada de 2013.Mira por el retrovisor, ve la mirada de Nuria dirigida hacia donde está Nico en su silla de seguridad, intuye que le acaricia la cara, y a continuación se agacha para besar su mejilla, desapareciendo de la vista de Nacho por un segundo.
Avanzan tan lento como lo hace el Mercedes gris que tienen delante. Nico llora como lleva haciendo la última hora.
Lejos de allí, en la madrugada de marras, la cabeza, los hombros y las caderas de Nuria siguen llevándola irremediablemente hacia Nacho. Un poco más cerca con cada nota.
¿Seguro? ¿esto está pasando? ¿es esto la vida real? – Piensa Nacho, clavado en el suelo sin pestañear.
Hoy, ahora, Nico llora insistentemente en la parte trasera del coche, a pesar de los esfuerzos de Nuria, que hace un buen rato que ha dejado de intentar entretener al bebé para pasar únicamente a consolarlo.
Estoy aquí, contigo, no estás solo. Te entiendo. Te abrazo. Te quiero más que a nada. – Todo eso piensa Nacho que Nuria está intentando transmitir a Nico, sin decirlo, con alguna conexión madre-hijo invisible a los ojos que es uno de esos misterios insondables de la maternidad, oculto a cualquier padre profano como él.
De vuelta al bar de 2013, lleno de gente, Nuria sigue avanzando por un camino mágicamente libre de obstáculos hacia su destino, que sorprendentemente no es otro que Nacho. Él sigue sin estar seguro de si lo que está pasando es real, y por supuesto sigue sin entenderlo, pero ya no le importa saber si esto es un espejismo cósmico o un peligro para el delicado equilibrio que nos sostiene con vida en el universo.
Jamás nadie había esperado tanto a que alguien recorriese unos metros.
Justo para cuando Nuria alcanza a Nacho y se engancha a sus hombros le da tiempo a susurrarle al oído «you’ll never wait so long».
Claro que sí, Nuria, llévame a cualquier sitio, here comes your man, lo que quieras. Has tardado mucho. – Todo eso piensa Nacho mientras disfruta del peso que los brazos de Nuria dejan caer en sus hombros y su cuello, y se deja llevar por su baile discreto. Piensa todo eso, pero no lo dice.
De nuevo hoy, ahora, años después de esa madrugada del 19 de marzo, en un acto desesperado Nacho toma una salida a un área de descanso llamada El Portillo, en mitad de la nada.El balance de lo que llevan de viaje deprime a Nacho, 200 km de llanto y tres paradas, porque el bebé sólo se calma cuando paran y su madre lo toma en brazos. Piensa Nacho si no tendrán que quedarse a vivir en aquella área de descanso, y despedirse de sus vidas y sus familias para siempre.
Regentar el bar de El Portillo y poner a los Pixies sin parar como modo de vida – piensa Nacho.
Antes de que el coche quede parado, Nacho, que no consigue encontrar en la radio nada parecido a los Pixies, sigue intentando sintonizar algo. De repente en una emisora local suena Nena Daconte contando su historia, y decide dejarla, porque quién sabe si después, como aquella noche, va a pasar lo insólito.
Y sucede. Hoy, ahora, Nico deja de llorar.
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