Amigo imaginario

Amigo imaginario

Doña Lidia

31/10/2024

—¡Te casaste embarazada y ahora te quieres ir de la casa, a vivir a un cuarto alquilado!, ¡no estás bien de la cabeza!

—¡No debí llevarte a ver el cuarto, mamá!

—¡Fui, porque tenía que ver a dónde vas a vivir!, ¡ese cuarto asqueroso! Y el baño lejos, a seis cuartos más allá de donde está tu cuarto, sin comodidad, ¿quién sabe cuántos durmieron en ese colchón? Ni tiene cocina. ¡Está es tu casa mija!, ¡¡¡despierta!!!…

—¡Francisco no puede pagar un cuarto más caro y mucho menos comprar colchón ni cama!

—¡No, no puede!, pero si puede poner barriga sin haber terminado los estudios y te va a mantener siendo ayudante de mecánica para motos.

—¡Buscaré un trabajo y lo ayudaré!

—¡Tú lo único que tienes que hacer es dedicarte a tu barriga y a estar tranquila!

—Ya recogí lo que me voy a llevar. ¡Él ya viene!

—¡Sí, en su moto, buscando que te caigas y pierdas el embarazo! 

—¡Llegó!…, adiós mamá —Dandole un beso en la mejilla, agarra la mochila, otras cosas y se va.

La madre se siente impotente, la mira por la ventana montarse en la moto y partir.

En ese cuarto de paredes un poco sucias de color azul, pasa tranquilamente el embarazo, aparece una cuna traída por la madre de la muchacha, colchón, cama, nevera y cocina. De parte de la otra abuela aparecen pañales, ropita para bebés, potes de leche y compotas. De parte del papá joven e inexperto y primerizo solo aparece una cartilla para que aprenda las letras.

En la hora del parto todo fue un corre corre, para ambas familias pendientes por su nieto y la parturienta. Todo salió bien y transcurren los días, semanas y meses. Soly ve a su hijo reír solo y seguir con la mirada a alguien invisible y le balbucea y ríe de nuevo, a Soly no le agrada ver a su hijo de ocho meses tener acciones raras y se lo lleva a la casa de su madre.

—Sigue con la mirada a algo que no está, le balbucea y se ríe y me da miedo.

—¿Quién sabe cuántos murieron en ese cuarto?, en ese sitio tan feo, una barriada fea.

—¡Nadie murió ahí!, ¡no vas a meterme miedo!

—Hay niños que ven cosas a esa edad, crecen y desaparecen esas cosas.

—¿Y sí, lo llevo al psicólogo? 

Una carcajada inesperada soltó la abuela.

—A su edad en el psicólogo, a los ocho meses. ¡Al psicólogo tienes que ir tú!, lo que debes hacer es regresar a tu casa para que tu hijo deje de estar viendo fantasmas, ¿quién sabe qué es lo que se le acerca? ¡Mi pobre nieto!

El tiempo pasó, el niño ya tenía un año y medio, jugaba con algo, veía algo y tenía peleas con ese algo porque al parecer era tramposo. El pequeño Dani se levantaba bravo y se iba y Soly observaba todo, pero que se puede hacer en ese caso. 

La abuela viene de visita:

—Vine a ver a Dani. ¿Sigue con ese asunto de jugar con lo que no existe? —habla entrando por la puerta medio abierta del cuarto, sin tocar ni saludar. 

—Para él es real y hasta se peleó y se fue muy bravo y se acostó en la cama mirando hacia la pared.

—Dani, cariño, soy tu abuela, dime a mí ¿con quién hablas y quién te hace enojar?

Dani intentaba explicar el problema que tiene con lo invisible, pero su lengua no domina bien las palabra y solo se le entendía “él él”.

—¿Quién es él? ¿Cómo se llama?

Él no respondía solo se enojaba más y lloraba.

—¡Dejalo mamá, lo inquietas más!

—¡Estoy segura que es esta casa!, ¡aquí mataron a alguien y ese muerto habla con tu hijo!…

Han pasado dos años y el amigo imaginario sigue con él. Se oyen las risas de Dani y corre por toda la humilde residencia, los inquilinos comentan y hablan con la madre:

—Debes llevar a tu hijo a la iglesia para que le echen agua bendita y el padre le ore, esos son espíritus malos. Eso no es normal —dice un hombre mayor de sesenta y siete años, de piel un poco oscura, de contextura gruesa. 

—Ese niño deja de jugar con los otros niños de su edad por correr y jugar con algo que no se ve —dice una señora de piel oscura, mayor y delgada, sentada en una silla vieja que lo mira impresionada.

Los días transcurren normalmente raros, pero Soly no hace nada, Francisco solo juega con él y le hace preguntas entre juegos, pero no hay respuesta. Un día se cayó algo y no le importo a Soly, pero fue levantado y lanzado contra la ventana y ahí Soly sí, puso atención, Dani dormía en su cuna, Soly alterada y nerviosa, agarra a Dani, sale del cuarto, cierra con llave la puerta y se va a la casa de su mamá. 

—¡Te lo dije algo pasó en ese cuarto!, ya se está manifestando lo que sea que este ahí.

—Ese juguete pudo haberme lastimado es de plástico duro, pequeño, pero puede hacer daño.

—¡Regresa aquí mija, vuelve a tu casa!

—¿Pero cómo?, ustedes no quieren a Francisco.

—¿Qué vamos a hacer pues?, ¡que venga el también!, ¡ya han pasado dos años!

Se mudaron a casa de los suegros, pero Dani no vino solo, llegó con su amigo y los juegos y risas siguieron.

Al abuelo no le gustaba la cosa y busco un sacerdote y este hizo las oraciones de expulsión y en todo lo que pudiese ayudar. Pasó un tiempo y todo volvió a la normalidad, Dani ya no hablaba con nadie ni jugaba con nadie. 

Una noche en la ventana del cuarto de los abuelos, una extraña sombra horrorosa con forma humana, negra, grande pegada en la ventana como una araña, de ojos rojos los miraba con odio. El abuelo se despertó para ir a orinar y lo vio a lo largo de la ventana.

Pegando un grito espantoso se despertaron todos y corrieron al cuarto de los abuelos y vieron a la abuela intentando tranquilizar al abuelo.

Trajeron al sacerdote para que orara por toda la casa, para correr lo que sea que fuera esa espantosa visión.

Pasaron los días, meses y años, Dani era un niño grande, tiene pocos recuerdos de jugar con algo que no tenía rostro. Pero si recuerda que en uno de sus juegos el ser sin rostro lo quemó en la muñeca derecha y todos creyeron que se había quemado con las velas puestas para una virgen. La marca aún la tiene, y tiene forma de un extraño símbolo.

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