G.A.H.D.
19/01/2024
Relato corto inspirado en la pieza musical ‘’Artefacto’’ de Gustavo Cerati.
Todos los derechos sujetos al autor original
↓
El renombrado Doctor en biotecnología, Estéfano Mantrel, acostumbra a llegar muy temprano en la madrugada al laboratorio, la fortaleza computacional, que poco a poco se va volviendo más su hogar que su propia casa. Pasa por los pasillos repletos de maquinaria, hasta que, llegando a la sala llena de computadores, la cual cae en forma de auditorio, su camino se ilumina por la luz tenue, que desprende, el silo de cristal, cuyo interior, repleto de agua, mantiene flotando, dando la cara, a la bella durmiente de pelo blanco, piel pálida, nariz recta y cara joven, centro de todo este laboratorio: La oráculo. Estéfano se acerca al silo, lo enciende por completo, y empieza a trabajar en el computador central que rodea el ya mencionado.
—Por favor, hoy, aunque sea, pestañea.— Dice Estéfano
Una vez, llega la hora de entrada de los demás, se prenden las luces frías, los demás investigadores pasan inmutados por la presencia de Estéfano. Todos toman su puesto, así, el laboratorio se dispone a trabajar en síntesis. Los pitidos de botones, además del sonido de las impresoras funcionando, lanzando los resultados, llenan el ambiente. ‘’¡Una encriptación!’’ Grita, uno de los investigadores, todos, incluido Estéfano, corren hacia el lugar de donde provino el grito. Al llegar, presencia la cara de asombro de sus colegas, al verlo todos le abren el paso.
—Jefe, este mensaje podría traernos mayores posibilidades, es bastante corto, pero siento que estamos prontos a despertarla del coma. — Dice uno de los investigadores a Estéfano, con un tono entre nervios y emoción.
—Te equivocas, esto no es un mensaje, ¡es un presagio! Uno de bien, es uno que viene disfrazado de mensaje, pero significa mucho más que eso, esto es esperanza— dice Estéfano, con confianza, todos los investigadores lo ven con curiosidad— probablemente el mensaje no sea más que su cerebro comunicando una necesidad biológica, pero esto demuestra, ¡La oráculo no está muerta!
Todos los científicos sueltan una expresión de emoción por las palabras de su jefe. El día transcurre con normalidad, en ciertas ocasiones, voces dicen monótonas, informes de cosas banales ‘’alteración del ritmo cardíaco’’ dice uno ‘’Nutrientes movilizándose a la zona linfática’’dice otro. Llegada la noche, termina el turno, muchos se van, otros terminan rápidamente alguna labor por acabar, para igualmente, retirarse. Al final, queda Estéfano solo, con los sonidos de las teclas, y una taza de café ya frío, que no le dio tiempo a tomar. A pesar de que todos los trabajadores, se fueron alegres por la encriptación de hoy, Estéfano sigue expectante, ese tipo de expectativa a algo que sabes, nunca va a suceder, pero cada fibra de tu cuerpo lo desea fuertemente. Pero pronto, saltó la alerta del virus Knoth. «Es horrible no poder usar ninguna computadora el tiempo que quieras» Pensó Estéfano, a lo que, se levanta de su asiento, configura todo para el modo descanso, purifica los computadores para evitar que el virus Knoth los destruya, y enciende el suplemento vitamínico del tanque donde está La oráculo, para que así ella pueda absorber las vitaminas sin riesgos colaterales. Apaga el procesador principal, y sale al ya vacío estacionamiento, el cual se ilumina con las débiles luces de faros fríos, el guardia de la caseta y los veladores son las únicas personas en varios kilómetros a la redonda. Estéfano se sube a su carro, para irse a su casa, dónde sabe, no obtendrá más que el mismo trabajo solo que en su sala. «No entiendo por qué todavía hay guardias, quedamos tan pocos, y con tan poco, que robar no vale la pena para nadie.», piensa Estéfano mientras se despide del trabajador en la caseta. «Pensar que el mundo recae en este proyecto, todos están tan llenos de fe, no quiero saber qué pasaría si supieran que mi esperanza, muchas veces mengua» Reflexiona Estéfano, para dejarse acompañar completamente por la oscuridad de la carretera, junto a la estática de la radio, quedan muy pocas estaciones, por lo menos es mejor que el silencio. Pero al momento en que Estéfano se acurruca en la noche, un rayo de luz impacta su cerebro como una bala, una idea milagrosa, una solución, recuerda hace muchos años, el gobierno holandés lanzó una máquina que podía hacer el cerebro procesar diferentes simulaciones de vidas.
—¡Eso es! Claro, ja, ¿cómo no lo pensé?— Dijo Estéfano con una extrema emoción, buscando desecharla, golpeó repetidamente el claxon.
Apenas llegó a su casa, tomó su computadora personal, y escribió una carta al secretario Timothy Drulson, su comunicación directa con el presidente.
Para: El señor Timothy Drulson Ciudad Notriera,29/02/2232
Doctor, le escribo humildemente rogando por su ayuda, como es de su conocimiento, he sido seleccionado como la cabecera de todo el proyecto ‘’Oráculo’’, estoy seguro de que ya se le ha informado sobre el mensaje encriptado que logramos recolectar el día de hoy, como usted sabe, trabajamos arduamente, pero es poca la cosecha comparada al sembradío. Más, me vino el recuerdo de cuando en lo que aquel entonces era Holanda, antes del incidente de [Censurado, código:01193] se desarrolló una maquinaria capaz de hacer al cerebro humano procesar y experimentar una vida modelada por computadora, sé, que una herramienta así, adaptada por los ingenieros envueltos en este proyecto, podría marcar una gran diferencia. Podría ayudar enormemente a activar su función cerebral gradualmente, más aún tomando en cuenta la capacidad cerebral mayor de La oráculo, que permitiría procesar incluso cientos de vidas con cierta ayuda de nuestros procesadores. Entonces, si usted pudiera conseguirnos algunos ejemplares de esta máquina por parte del gobierno de la Gran unión nórdica, le estaría eternamente agradecido.
Cordialmente, Estéfano Mantrel.
Estéfano vaciló un poco sobre lo absurdo de estar obligado a censurar un accidente del que todo mundo sabe y sufre, pero después de todo, era una formalidad del pasado que no daba tiempo a resolver, manda la carta digital, y se dispone a… ¡Dormir! «Lo gané, con creces» piensa Estéfano.
La mañana siguiente, Estéfano despertó con el sonido de su alarma, la oscuridad todavía se apoderaba de las calles, abrió con emoción su computador, y en su bandeja, encontró la respuesta del secretario, ¡Era un sí! Estéfano saltó con emoción por todo su departamento, saltó arriba y abajo, a un lado y al otro, por hoy el laboratorio estaba cerrado, a partir de mañana, Estéfano tendría que acudir para monitorear el trabajo.
Cuando el sol se levantó marcando un nuevo día, Estéfano llego al laboratorio, y fue recibido con los distintos ruidos de trabajo hidráulico, cerca de ellos un supervisor gubernamental. Llego con el equipo de ingeniería, quienes se encontraban acondicionando, Estéfano mando a llamar al maestro Jeremías Mosinder, el neurocirujano asignado al proyecto Oráculo.
—Quiero que, junto a los ingenieros, acondiciones la máquina para funcionar con implantes neuronales externos, por nada del mundo tomaremos el riesgo de practicarle una cirugía a La oráculo.— Le dice Estéfano con seriedad al señor Jeremías.
—Enseguida señor, asistiré al equipo encargado del acondicionamiento.
Los neurotransmisores de implante fueron reemplazados por unos de acoplamiento, en el tanque se instaló un potenciador de señal para lograr más de 10 vidas simultáneas, sucediendo en lo que tarda preparar el té, todos los movimientos se hacían con extremo cuidado e higiene, cada elemento que entraba en el tanque o siquiera cerca de La oráculo, se tenía que limpiar y desinfectar arduamente, a su vez, todo lo computacional tenía que ser purificado constantemente, el virus Knoth no solo podría acabar con las computadoras, sino también con La oráculo, que depende de ellas. En medio de todo el esfuerzo, del ir arriba a abajo, Estéfano tomo un momento para sentarse en uno de los escalones del laboratorio, Estéfano lo vio el centro detenidamente, ver a La oráculo en el tanque, le produjo cierta paz, ahí fuera, en el laboratorio, todo estaba tan lleno de ruido, desinfectante, y metal, pero dentro del tanque, era solo agua, dónde se podía flotar sin esfuerzo, dónde lo denso del ambiente prohíbe la entrada de cualquier ruido externo; solo suenan los burbujeos de la oxigenación, que provocan un ruido casi meditativo, y mientras pasan, convierten en su superficie las luces frías en colores cromáticos.
Fue pronto cuándo, unas pinzas mecánicas desinfectadas hasta el cansancio, ingresaron al tanque, y le implantaron los neurotransmisores. Estaba listo, después de todo el día trabajando, con solo ese momento, estaba listo. Estéfano hizo la primera prueba, y mandó el primer impulso a La oráculo, una simulación pequeña que le maquina podía dar, esto haría a La oráculo pasar por un momento que muchos llamarían ‘’alegre’’, la escena está hecha de fábrica, y se describe cómo ‘’Una mañana alegre en la playa’’. La máquina empezó su labor, media hora después, cuando la escena estaba por finalizar, un grito se oyó de la sala de análisis cerebral, ‘’¡Producción de serotonina en zona encefálica!’’, todo el laboratorio rompió en éxtasis, si eso había sido posible en solo media hora de vivencia, una vida completa sería capaz de avances gigantescos, más aún teniendo varias simultáneas. El supervisor gubernamental se acercó a Estéfano y toco su hombro.
—Me alegra este avance, y estoy seguro de que también alegrara a mis supervisores. Mañana llegará más personal, unos Nórdicos expertos en manejar esta máquina, y un gran psiquiatra que en antaño llego a ser reconocido por sus avances con pacientes en estado de coma.— Le dijo formalmente el supervisor a Estéfano.
—Claro que sí, le digo que, este proyecto va viento en popa, y muy pronto nos dará la más grata sorpresa.—Le respondió Estéfano con alegre formalidad.
No hubo más interacción con La oráculo el resto del día, todo el equipo de instalación se retiraba lentamente, el último taladro se fue casi al mismo tiempo que Estéfano tenía que hacerlo. Sin embargo, esta noche también le apetecía aguardar más tiempo, de nuevo, solo estaba él, las luces apagadas, y La oráculo. Mas, esta ocasión fue más una de análisis. Desde que se postuló a este proyecto, sentía una conexión especial a La oráculo, ¿por qué? Por alguna razón, verla, siempre le ha traído… nostalgia.
Estéfano se retiró del laboratorio, volvió a la profunda noche, montado en su automóvil.
A la mañana siguiente, Estéfano llegó al laboratorio, y por primera vez en mucho tiempo, a la hora que empieza su jornada, todavía extremadamente puntual, claro. Llegaron también los nuevos colaboradores, los cuales con nerviosismo lo saludaron. Poco se le entendía a los Nórdicos con su pesado acento, pero hacían su mejor esfuerzo. Estéfano notó acercarse una figura alta, con algunas canas pintadas por la vejez en su caballera, y de gran porte.
—Mi nombre es Trino Franter, el psiquiatra recién añadido a este proyecto, es un placer.—Dijo la alta figura, extendiéndole la mano a Estéfano.
—Es un gusto, señor Trino, si no es mucha molestia, apreciarían bastante su colaboración en el departamento de respuestas cerebrales.— Dijo Estéfano, cordial.
El señor Trino obedeció, y se dirigió donde mandado.
Cuando todos estaban en sus puestos, cada científico también estaba lleno de emoción, los ingenieros Nórdicos empezaron la máquina a su máxima capacidad, el poder era tanto que las ondas que dispersaba eran palpables. Bajo consejo de Trino, las vidas simuladas tenían que ser placenteras para evitar un estado vegetativo causado por un shock de miedo o tristeza. Fue así como se programaron vidas para que ella fuera de la realeza, fuera una mujer exitosa, o simplemente tuviera una familia extremadamente amorosa. Cuando la máquina emite un rugido y expulsaba una poderosa onda magnética, en ella se transportaban emociones, visiones, como si la máquina por un breve momento les diera una breve experiencia de lo que La oráculo vivía en la simulación, era hermoso, perfecto en cada sentido, ¿lo sería también para La oráculo?
«¿Qué pasará por tu mente? Lo único que sabemos de ti son los informes neuronales y los reportes de simulación, pero es información muy básica, a ciencia cierta, no sabemos cuanto te afecte» Pensó Estéfano mientras veía a La oráculo.
Así pasaron los días, Estéfano llegaba al laboratorio, de manera puntual, hacía informes del estado de salud de La oráculo, al llegar los Nórdicos, la máquina empezaba, y la actividad neuronal de La oráculo se disparaba. Pero mientras pasaban los días empezaba a haber problemas, los signos vitales de La oráculo se volvían irregulares, los informes de Estéfano más preocupantes, la producción de serotonina había casi que parado, y la moral del equipo investigador estaba bastante baja. Un día más fatídico que los demás, la sala de reportes neuronales llamó a venir a Estéfano y al señor Trino, al llegar, fueron recibidos por estresados investigadores.
—Detectamos resultados bastante extraños sobre las simulaciones, el procesador, La oráculo, está… eliminando por su cuenta las simulaciones.— Dijo un investigador nervioso.
—O sea que ella está…—Dijo Trino con pesimista anticipación.
—Cometiendo suicidio, sí.— Dijo el investigador con la cabeza baja.
—Señor Estéfano… esto me parece un poco cruel… lo que digo es, esto podría resultar cómo una tortura, por más felices que hagamos las vidas, ella seguirá… ya sabe, claramente algo no le está gustando, la estamos haciendo vivir el infierno.—Dijo tímido otro investigador presente.
Estéfano lo miro con furia, sus ojos hacia el investigador veían con duda, pero con una mayor terquedad, frunció el ceño y mordió ligeramente sus labios.
—Yo te diré que me parece peor. ¡Estamos al borde la extinción!, llegamos a ser diez mil millones en el planeta, ¡quedan cien millones! Solamente quedan treinta especies de animales, y en reservas protegidas, pronto ellos también dejarán de existir por completo, puesto que no queda una sola hoja de césped creciendo de manera natural. Ya no hay hielo en el ártico, y a menos que quieras morir rostizado, el día es inhabitable. Un virus informático altamente destructivo, casi que ha acabado con toda la potencia computacional del mundo. El mundo está en la ruina, todos han muerto, y ni un tercio de las personas con las que conviviste de joven está viva ahora mismo… Ya no quedan niños, tampoco— un breve silencio tomó a Estéfano— ¿Te queda claro entonces? Porque a mí, me queda más que claro, que, esta masacre, es lo verdaderamente cruel, la verdadera tortura, y el verdadero infierno.— Dijo Estéfano, fúrico.
—No te ciegues, Estéfano, por favor.— Le dijo Trino a Estéfano, poniendo la mano en su hombro.
Estéfano abofeteó la mano de Trino fuera de su hombro, se llenó de estrés, dio pasos que hacían retumbar lo cercano, estos pasos siendo firmes e impacientes, dirigiéndose a la computadora central, ordenó a la máquina programar más vidas. Trino lo siguió, y le sostuvo el brazo con firmeza, interrumpiendo su acción.
—¡Si te preocupa este proyecto para! Más de esto podría matarla.—Le dijo Trino con enojo.
Estéfano suspiró, y derrotado se reposó sobre la computadora.
—¡Ningún engaño te hace feliz!— Grita Estéfano.
Lleno de ira, y en un momento de oscuridad mental, azotó con sus puños la computadora central, causándole un gran daño que la deja expuesta al virus Knoth. El equipo técnico se apresura a apagar la fuente de poder y evitar una catástrofe. Trino vio a Estéfano con una expresión de decepción.
—Creo que lo mejor será que te tomes un tiempo Estéfano.—Le dijo Trino con un enojo que contenía marcadas notas de tristeza.
Estéfano miró a sus lados, pero no encontró aprobación, Solo la mirada juzgadora de sus colegas, por lo que se retiró lleno de humillación y culpa.
Estéfano condujo hasta su departamento durante el radiante día, el sol lo suficientemente fuerte como para seguir provocando un ligero quemazón a pesar del filtro solar que tenían las ventanas del auto. Llegó a su departamento, que tenía las persianas cerradas para que el sol no se colara, encendió el aire acondicionado, y se tumbó en cama. Mientras miraba al techo, su respiración continuaba intranquila, su mirada humillada, su boca torcida en una mueca de tristeza, que pronto se retorció más, junto a los ojos de Estéfano cerrándose, y lágrimas empezando a salir de ellos. Estéfano se sumió en la derrota «¿Qué puedo hacer por este mundo?» Pensó Estéfano, a lo que un lagrimeo más abundante empezó a salir de sus cerrados párpados. Pronto, entre el lagrimeo y toda esa presión que Estéfano sentía en el cerebro, se empezó a colar un profundísimo sueño, que pronto consumió a Estéfano, el cual cayó dormido. Y así durmió Estéfano, hasta que el sol se cansó de esperar, por lo que se ocultó en la montaña, dando paso a la luna, la única aliada de la humanidad en esta crisis. Estéfano se levantó empapado en sudor, calor, a altas horas de la noche, al momento de levantarse, le entró un hambre estremecedora, por lo que se fue hacia su pequeño refrigerador donde tenía comida congelada, lista para hacerse en el microondas. Tomó un paquete, lo coloca en el microondas, puso el tiempo indicado en el paquete, para dignarse a esperar. Durante la espera acompañada por nada más que el ruido del microondas, además del de la carne y el queso sobre procesadas, friéndose en su propia grasa, Estéfano decidió dirigirse a la ventana, abrir las persianas, dejar que se cuele toda la luz lunar, y ver la noche, cubierta en un manto de basura que orbita alrededor del planeta, imitando a las estrellas, Estéfano veía en especial a la luna. «Pensar que queríamos irnos a vivir a un lugar tan lejano, nuestra primera alternativa, una vez las cosas salieron mal aquí en la tierra, nuestro primer instinto fue correr al cuerpo celeste más cercano, en serio que somos cobardes. Pero parece que la idea no le agradó tanto al grupo de científicos que creó una superinteligencia artificial, grupo Knoth, ¿no? Ja, ojalá poder ir al pasado para detener a esos bastardos antes que cometieran la mayor catástrofe informática.» Pensaba Estéfano a la luz de la luna, cuando fue interrumpido por el pitido del microondas, su comida estaba lista. Estéfano sacó la bandeja hirviente, tomo un tenedor plástico, se fue a su ventana, y se trepó para sentarse en el borde de ella, sus piernas colgando sobre los trece pisos debajo de su departamento, Estéfano disfruta de la luz lunar, mientras come con delicadeza su procesada cena. «Recuerdo aquel día como si fuera ayer, yo era muy joven, estaba desempleado y a duras penas vivía la catástrofe, no había investigación de crisis que necesitara un biotecnólogo. Estaba sentado como ahora mismo, los cohetes despegaron, dejando atrás dos estelas, una de humo, otra de esperanza. Pero qué ingrata sorpresa, cuando una alerta empezó a resonar de los cohetes, tan fuerte que sonaba como trueno aún a los kilómetros de distancia que me encontraba, pronto, todos los cohetes implosionaron, o cayeron, dejando solo incertidumbre.» Pensó Estéfano, mientras veía el paisaje nocturno de la ciudad, prestando especial atención a un pedazo de cielo, aquel donde vio suceder esa catástrofe unos años atrás. Después, buscando algo para pensar, se concentró en el alto edificio en medio de la ciudad, el único hospital que quedaba en la ciudad. De los 20 pisos, 5 del tope estaban llenos de luces rojas intermitentes, que dejaban ver partes de una gran sala de servidores. «Trabajan día y noche, tanto los médicos como los que se dedican a esas pesadas máquinas. Todo eso por un incidente de un grupo que intentaba hacer el bien, quinientos metros cúbicos de solo máquinas, por una sola amenaza. Creamos una sociedad tan arraigada a la computación, que nuestros hospitales solo pueden existir ya de esta manera. Qué golpe más acertado, bastante como para ser incidental.» Pensó Estéfano, soltando una pequeña risa de ironía, para luego suspirar. «Llegará el día en que La oráculo no este más en el laboratorio, y por fin la tengamos en una de las camas de aquel hospital, a punto de despertar. Aunque con los eventos de hoy…» Pensó Estéfano, para con pesimismo, seguir comiendo su cena,«Mientras yo me mortifico, ellos tendrán una gala en unos cuantos días» reflexionó Estéfano con un sentido de ironía, al terminar de cenar, bajo de su ventana, tiro lo desechable en el bote de basura, y se acostó de vuelta, dispuesto a dormir hasta la mañana, por lo que cerró las persianas. Mientras dormitaba, la ansiedad de no trabajar, de no estar haciendo algo para resolver la crisis, lo carcomía, pero entonces recordó algo más bien curioso. En la excavación donde se encontró a La oráculo, se encontraron otras inscripciones, que se descartaron por ser irrelevantes a la investigación, ¿qué tal si no? Estéfano corrió para tomar su computadora portátil, y escribió otro correo al dependiente gubernamental.
Para el señor Timothy Drulson Ciudad Notriera, 13/03/2232
Saludos cordiales, le escribo con el fin de otra petición, con el fin del avance de la investigación ‘’Oráculo’’, aun después del incidente que ocurrió con la computadora central. Me haría un gran favor que usted me diera acceso a las inscripciones descartadas de las ruinas dónde se encontró a La oráculo. Esto con fin de, aun con el laboratorio en reparación, se pueda llevar a cabo una investigación. Pido sinceras disculpas por los daños a propiedad gubernamental que realice el día de hoy, mas le pido por favor comprenda que este es un rubro, y más en el contexto actual, donde cada minuto vale oro, y cada error baja la cuerda donde nos sostenemos un poco más al infierno, este contexto pone a prueba hasta al más ávido, y estoy bastante seguro que usted se relacionara debido al cargo gubernamental que emplea durante esta crisis. Sin más que decir, me disculpo, me despido, y cruzo los dedos.
Humildemente, Estéfano Mantrel.
Después de enviar esta carta electrónica, Estéfano se fue a dormir, un poco más aliviado. Mientras cerraba a sus ojos, veía con ansias la próxima ocasión en la que podrá ver el laboratorio, aunque no sabe si esa ocasión llegará.
La mañana siguiente, Estéfano se despertó bastante tarde, el sol le había ganado la carrera, ya quemaba el asfalto, el cual desde hace mucho había perdido, resquebrajado y suficientemente caliente para preparar algún filete. Al despertar, se apresuró a salir de la cama, abrir su portable, y ver la respuesta, la cual fue muy simple.
Para el joven Estéfano Mantrel Ciudad Ármela, 14/03/2232
Buenos días, señor Estéfano, no se le cederá acceso, su cargo como hombre al mando del proyecto ‘’Oráculo’’ le ha sido dimitido, buen día.
Solemnemente, Timothy Drulson.
Estéfano se apartó del monitor, su cara retorciéndose, sus cejas al principio se fruncieron, pero luego se levantaron y cubrieron su frente, sus párpados bien abiertos, sus pupilas encogidas y en los límites de sus ojos un lagrimeo brota, de su boca que se arqueaba ligeramente hacia abajo, exhalaba aire casi insonoro. Estéfano retrocedió hasta chocar con el borde de su cama, al hacerlo, tomo asiento y llevo una mano a su frente repleta de sudor, su mano luego bajo a sus ojos, los cuales presiono y cerro con su pulgar y su índice, y con ambos dedos apretó su nariz, a lo que lágrimas empezaron a caer y caer a las sábanas blancas, dejando manchas grises al impactar, una cicatriz que se evapora junto a un dolor temporal. Respiró, se calmó, se recostó, e hizo ademán de rendirse. Tal vez, era hora de dejar ir, y así hizo, se acomodó en posición fetal, donde encontró cierta paz, sus párpados lentamente se cerraron, encontró la ruta hacia el sueño.
Mientras Estéfano caía en un sueño cada vez más profundo, un sueño se comenzaba a colar como el óleo en agua, lentamente pintándose. Estéfano está camino al laboratorio, el mundo alrededor suyo, en contraste al real, era verde y floreciente, él camina en lugar de ir en auto. Al llegar, en el tanque no está La oráculo, Estéfano se preocupa, miraba para todos lados, a lo que uno de sus colegas llega, lo ve con frialdad en sus ojos, le dice ‘’Ella no está’’ cosa que Estéfano acepta calmado, se sienta en uno de los escalones que bajan hasta la computadora central, la cual ve por un rato, al sentir su mano, siente el agarre en un martillo, se levanta, y con él golpea la computadora central hasta que quede destrozada, una estridente alerta empieza a sonar, la del virus Knoth, entonces, el laboratorio de pronto está lleno de investigadores que, aún sin ver a Estéfano, como si platicaran entre ellos, pronuncian en unísono ‘’Estás dimitido’’, él camina hacia el ataúd hasta el final del pasillo, y solo una persona lo ve, el señor Trino Franter, que levita, acostado y con sus brazos extendidos como un ángel, en sus ojos no hay más que odio, y siguen a Estéfano en su fúnebre marcha hacia el ataúd, la estridente alarma lo persigue durante su caminar, justo antes de entrar al féretro, siente una mano suave y femenina, tomar como gancho su pecho, y arrástralo, a esto, Estéfano despierta. De vuelta al mundo no onírico, Estéfano se levanta lleno de miedo, y una extraña desesperanza que carcome, está lleno de sudor, siente un calor insoportable, en lo que asimila que fue sueño y que no. La alarma estridente aún suena, es de su portátil, el cual dejó abierto, avisa que solo quedan un minuto y treinta idos segundos para que expire la protección al virus knoth, él se levanta, su espalda adormecida, sus piernas reacias a responder, por lo que camina con lentitud hasta su portátil antes de cerrarlo, su computadora solo tiene una protección de tres horas hacía el virus knoth, lo que significa no durmió por más de aquel tiempo, de todos modos, la batalla crepuscular ya se tiñe en el cielo. «Contar el tiempo puede ser lo único bueno que este virus ha ofrecido, además de toda la información escondida que liberó, claro, mucha de ella, secretos gubernamentales…» Pensó Estéfano, antes de que en su rostro se dibujara un éxtasis imprevisto, sus pupilas se dilataron y una sonrisa maníaca se abrió de oreja a oreja. «Claro, si la página de grupo knoth tiene toda la información recopilada del virus knoth, tendrá seguramente todas las inscripciones encontradas junto a La oráculo, bueno, fotografías de ellas. Podría acceder al sitio con seguridad con el suficiente poder antivirus, y tengo a mi salvador muy cerca» Continuo Estéfano el pensamiento, al pensar lo último, su mirada se desvió a la ventana, y se fijó en el hospital. Se bañó y cambio de ropas con rapidez, tomo su portátil, una bolsa con cables, bajó las escaleras con prisa, se sube a su auto, y arrancó. Manejaba rápidamente hasta el hospital, al llegar, no entró, aparco cerca, se bajó del auto, y corrió hacia un callejón entre el hospital y un edificio colindante, en este callejón, estaba el cuarto de mantenimiento, el cual estaba constantemente solo, pues la mayoría del personal estaba en la sala de servidores. Estéfano entró al cuarto de mantenimiento, se aproximó a una computadora de escritorio, tomo unos cables rojos incrustados, que conectaban directamente a uno de los servidores, los corto con un cuchillo que estaba próximo, asegurándose de dejar un poco de cobre saliendo ellos, este cobre lo enrollo y lo conecto a un cable USB de su bolsa de cables, que estaba también pelado. Este cable lo conectó a su portátil, lo abrió, y ya no estaba más la alerta del virus knoth, al revisar, el tiempo de protección era indefinido, lo había logrado, estaba conectado a los servidores. Con prisa se hizo todos los saltos necesarios para poder entrar en la capa de red donde se podía encontrar la página de grupo knoth, al dar con la página, dio clic, y un horrible estruendo empezó a sonar, esta página ya estaba bastante corrupta por la naturaleza del virus knoth. Ahora bien, para acceder a la información recopilada por knoth, primero debía dialogar, a final de cuentas, no dejaba de ser una superinteligencia artificial fallida. Por lo que hasta cierto punto razonaba. Ahora, un diálogo con el virus Knoth no es un simple ‘’por favor’’ hasta que té de lo que buscas, en realidad nunca es reacio a dar información, solo tienes que enseñarle a buscarla. Estéfano ingresó a la sección de la página que en antaño se utilizaba para ver que información se estaba usando para entrenar a la inteligencia, y ahora es una amalgama de servidores infectados e información por montones, mucha de ella irrelevante, caché informático. Pero lo verdaderamente útil se encontraba en la barra de búsqueda, por donde se dialogaba con la inteligencia; el sistema era simple, se había autoprogramado después del fallo del virus knoth, tú das una imagen, Knoth la procesa proceduralmente, y te manda a lo que encuentre similar, que puede ir desde otra imagen, hasta un artículo, una revista o una partitura. Estéfano inserto de las imágenes de su computadora, una de las inscripciones con las que se encontró a La oráculo, esta era jeroglífica y mostraba a una figura femenina, que sé entiende como La oráculo, creando pan de sus manos y repartiendo a hambrientos. Al darle esta imagen, Knoth saltó hasta un jeroglífico que poco o nada que ver, al darla de nuevo, saltó a un artículo sobre la importancia de alimentarse sanamente, y a la tercera vez, otra inscripción no descartada, inútil puesto que Estéfano ya tenía acceso a todas. Intentó con otra inscripción, esta era una tabla rayada en algún lenguaje nórdico olvidado, con lo que parece ser un ángel femenino dibujado bajo el texto, de lo que se ha podido recuperar de aquel lenguaje gracias a lenguas cercanas, se lee ‘’Ella vino, había hambre, hubo cura, se marchó’’. Al darle esta imagen, Knoth lo dirigió a la imagen de un monumento nórdico, después a la de un ángel bíblico, a la tercera vez, una imagen de otras inscripciones en un inglés primitivo. Entonces vino el tercer intento, la más ferviente prueba, y que estaba en un latín mucho más antiguo que el imperio romano. Esta se leía: ‘’Cuando la hambruna azotó el poblado, la encontramos, (texto percudido) una vez despierta, ella plantó la semilla a una ciudad, con promesa de que esta se convertiría en un imperio, después de esto, cesó la hambruna, y ella se fue, junto a (texto tallado adrede), gracias, Oráculo, gracias, llave.’’ Además de estar llena de representaciones bastante fieles a la apariencia de La oráculo, esta inscripción era particularmente verídica por algo, todo data de exactamente diez años antes de que se fundara roma, una de las ciudades más prósperas de la antigüedad, cumpliendo así con la palabra de la ciudad que se volvería imperio. El primer resultado que arrojo, fue un documento, hablando sobre el lenguaje latín, el siguiente un guion para una obra antigua, y el tercero, un documento comprimido, de nombre ‘’Orác_sindesc’’ Al descargarlo, y descomprimirlo ¡Ahí estaban! Todas las inscripciones desechadas, había un texto también al que Estéfano hizo caso omiso, salió de la página de grupo knoth, desconecto todo, y se fue con prisa, a partir de hoy, por acceder a información confidencial a la que se le denegó acceso, era fugitivo. Subió a su coche, conduciendo más bien calmado, sus ojos omisos al ambiente, cosa no extraña debido a lo ya tan muertas que estaban las ciudades. Más bien mantenía su vista soldada a su ordenador, su semblante posándose con una mixtura entre sospecha y gratitud. Llegó a su departamento, se sentó al borde de su cama, abrió el computador, y se puso a ver las inscripciones. Todas eran jeroglíficas. El texto de arriba en el documento se leía:
‘’Muy buenas, señor Otto, el equipo de paleontología le manda estas fotografías de las inscripciones que ha de descartar como valor investigativo una vez lleguen a la bóveda de conservación histórica, pues estas no parecen estar en ningún tipo de lenguaje jeroglífico, y lo más probable es que sean meros símbolos o pinturas rupestres, irrelevantes para la investigación que se llevara a cabo en ciudad Notriera.’’
«Símbolos… algo es algo.» Pensó Estéfano encogiéndose de hombros. Estéfano miró las fotos de las cuatro tablillas. La primera mostraba a una niña, un niño, que jugaban. La segunda mostraba una mujer que descansaba en el suelo, a su lado, un hombre arrodillado. En la tercera tablilla, una llave destruida. La cuarta era texto que fue tallado con prisa, del que se alcanzaba a leer palabras en latín sueltas ‘’confido, pair, occasus solis’’ Saltaron las primeras sinapsis, saltaron entre los puentes neuronales «Llave… Los niños, la mujer y el hombre… Las palabras no parecen ser de mucha confianza, están recortadas. ¿Los niños son la llave? Estaremos perdidos entonces, pero no, parecen ser dos inscripciones bastante distintas.» Pensaba Estéfano mientras ligeramente movía hacia los lados la cabeza. «Aunque le veo parecido a la tablilla de la mujer y el hombre con la del texto… ¿Algo pasa en los atardeceres? Será acaso algún ritual de fertilidad bastante antiguo, o puede que incluso una guía de entierro. Los atardeceres no dejan de ser melancólicos.» Pensó Estéfano, para luego murmurarse así mismo.
—No, no, improbable.
Así continuo Estéfano durante horas, hasta que la clara noche se convirtió en vacío, y luego en día; día en el que descanso poco, y continuo sacando hipótesis, continuo hasta que su mente se plagó de aquella fangosa sensación por falta de sueño, cayó en sueño de una noche hasta la siguiente, y al despertar, no hizo más que continuar investigando. Estéfano pensó en juntar estas inscripciones con las demás, e investigo tanto como pudo de las lenguas que aparecían en ellas. Al cabo de unos días, cuando sus ojos estaban de un color casi tinto, su piel tomaba un tono más o menos morado, y su mente estaba exhausta, un tren azotó su sinapsis. Mientras veía fijamente la inscripción nórdica, el pensamiento cruzo la cabeza «Es nórdico del este… el signo de cura puede significar enfermedad…» Al pensar esto, Estéfano se apartó de su computador, admiró con terror la computadora
—O Dios… La Oráculo, no es una profeta, ¡es un demonio! Claro que hace sentido, el hombre arrodillado, reza por evitar su destrucción, la tablilla con los infantes, ¡es sobreproteger a los niños! El texto tallado pueden ser instrucciones para su invocación, que quisieron evitar a toda costa.— Dijo Estéfano en voz alta, con una nota de terror que no se puede actuar. Su voz se desgarraba por la sensación de la esperanza saliendo tan rápido de su corazón que se llevaba pedazos de su carne.
El profundo dolor que sentía lo hizo caer al suelo, con una mano en el pecho, que luego arrastro junto a su mano libre a la cabeza, mientras decía ‘’¿Por qué, por qué, por qué?’’, en un desesperado llanto. Su cara se pintaba de color rojo, mostraba los dientes y lágrimas, salían sin cuidado de sus ojos.
Las siguientes noches fueron de insomnio, también una fiebre lo mantuvo en cama, Pasó horas observando el techo. No pudo hacer las pases con la idea de perder la fe, y continuo montándose en trenes de pensamiento, los cuales siempre terminaban chocando con la misma pared, La oráculo era un monstruo. Nada llegaba a consolarlo. A cierto punto se conformó con la idea de ver la nada con la mente en blanco, a su vez divagando entre memorias, que de cuanto en cuanto se repetían en el lienzo de su mente. Revivía jugar en las verdes colinas que rodeaban la casa de su madre, sin embargo, no es capaz de recordar quién lo acompaña. Su respiración se vuelve más pesada, y sus ojos se vuelven más secos, una náusea lo invade desde abdomen a cabeza. Entre los recuerdos se empieza a colar agua sucia, que va pintando una imagen; Estéfano escucha un ruido apabullante, se siente en otro cuerpo, lejos, muy lejos. Tan lejos de casa… ¿Qué es casa?
El rey comanda a los guardias a traerlo al frente, a su lado está la última esperanza.
—No podemos tener este inconveniente siempre, traigan al mago.—Dijo el rey.
Las pupilas de Estéfano se dilatan en horror, voltea a ver La oráculo, en su cara solo hay decepción. El mago llega, ahora que están suspendidos en el aire, algo duele a Estéfano, muy cerca del pecho… Duele, duele tanto, duele, duele y duele, y al final ¡Pum! Ya no son dos si no uno, ¿o no? El mago se derrite, no quedan restos. El rey los encarcela, Estéfano ya es una llave, no queda más, está condenado a acompañar. La oráculo llora, una de cada tres lágrimas son de alegría, no está ya tan sola. Estéfano, la llave, Estéfano, la llave, Estéfano… ¿Quién eres?
Estéfano sale agitado del trance. Los recuerdos de este desvaneciéndose con raudos. Sostiene su cabeza, siente su cerebro, palpitar. Sus ojos entrecerrados se abren lentamente, su mirada fijada en su computadora. Estéfano se levanta lentamente, su pierna derecha va arrastrando al resto de su cuerpo, no se camina como Estéfano. Abre su computadora, su seño fruncido y sus ojos muertos. «No… No siento mi peso» pensó Estéfano mientras su mano abría el archivo ‘’Orác_sindesc’’. Lo contempló por unos instantes, hasta que sus pupilas se dilataron a un límite imposible; pareciera que su iris fuera por completo negro. Su mandíbula se abrió con emoción, suspiraba rápidamente.
—¡Una llave! ¡Una persona es la llave! La oráculo y la llave se conocen desde la infancia. La oráculo cae en coma, ¡Y la llave la despierta! Dios, Dios, Dios mío, por fin, por fin.— grita Estéfano, descomponiéndose cada vez más en un llanto de éxtasis.
Estéfano mira a sus alrededores. «Hoy hay una gala. ¡Es la oportunidad perfecta!» Piensa Estéfano, mientras se apresura a tomar una ducha. En cuanto termina de ducharse, corre a planchar uno de sus mejores trajes, se arregla con cuidado, una vez listo, baja rápidamente las escaleras de su edificio, hasta llegar a su coche. Disponiéndose a conducir las dos horas de camino hasta el ayuntamiento de la ciudad Ármela.
Una vez llegó, la gala ya se había empezado, no estaba invitado, por lo que uso la entrada de servicio. Entró para sorprenderse con una gala mucho menos poblada de lo que esperaba. A las que llegó a asistir antes del incidente, estaban rebosantes de risas, personas y música. En esta gala, no hay más que un pianista, y unas tres mesas con seis personas cada una. Entre ellas, localiza al señor Timothy Drulson, al que se acerca listo para dar las noticias.
—Señor Timothy, buenas noches.
—¿Qué haces tú aquí?— Le contesta el señor Timothy con enfado.
—Señor, yo… verá, he estado analizando ciertas inscripciones, y he descifrado la manera de despertar a La oráculo. Necesitamos de otra persona, que está conectada a La oráculo, y podría hacerle despertar, es por decirlo de cierta forma, una llave.
—El proyecto Oráculo está cerrado, el laboratorio se desmantelará este jueves. Y de ser cierto lo que dices, esta llave muy seguramente se encuentra muerta desde hace bastante. Tenemos proyectos más importantes, unos ingenieros y astrónomos muy brillantes trabajan en traer de vuelta el cohete que enviamos con humanos y tecnología; antes de la perdida tecnológica de hace cien años.
—Pero… hemos dedicado tanto tiempo, señor, yo… no puede hacerme esto. No, usted… no puede.— Dice Estéfano, viendo al señor Timothy con la boca abierta y los ojos retraídos.
—Pues lo he hecho, es una lástima.
Los ojos de Estéfano cada vez se distorsionaban más a un odio feral. Vio al señor Timothy, apretó los puños, y arremetió contra su cara, tirándolo al suelo.
—¡He puesto todo! ¡Todo en este proyecto!
La sangre del señor Timothy rebotaba en todos los alrededores, la gente del rededor intenta quitar a Estéfano pero es inútil. Los golpes de Estéfano se volvían cada vez más lentos y fuertes, lágrimas caían al suelo, su mandíbula estaba tan cerrada que pareciera destruir sus dientes, por un instante, Estéfano se había vuelto un animal. Sus pupilas tan encogidas que se volvían imperceptibles.
—Perdón… Estéfano, perdóname, pero no más.
Estéfano retrocedió, viendo el daño provocado, el señor Timothy estaba en el suelo, tosiendo y cubierto en sangre, pero viéndose a sí mismo, notó la sangre que no lo denotaba como víctima, sino como culpable. Dos soldados llegaron a apartar a Estéfano, lo tiraron fuera del ayuntamiento, donde le apuntaron con armas. Estéfano suspiró, los soldados se le acercaron, bajando la guardia, a lo que Estéfano da un buen derechazo a uno de los soldados, al otro le patea, logra deshacerse de sus armas, cuando el momento es oportuno, corre a su coche. Una vez dentro, respira agitado, mientras se empieza a colar la risa. Ríe fuertemente, mientras arranca el coche.
—¡Ya nos los entrenan como antes! Ja, ja, ja. Lo hice bastante bien para el más débil del pelotón.
Estéfano condujo a gran velocidad por horas, hasta que el sol amenazaba con salir. Al final, llego a su destino, lleno de colinas secas y cabañas viejas. Bajó de su auto, su paso lento. Entró a una de las cabañas, y empezó a apreciar uno de los marcos. Era él, una de las fotos que tomo su madre justo antes de su servicio. Estéfano fue hacia la cocina, donde encontró una botella repleta de veneno para ratas. Lo sirvió en una copa. Tomo la copa y se sentó en un sofá individual que tenía una silueta marcada. «Siempre me dijiste que no tomara lo que guardabas bajo el fregadero, capaz de matar tres hombres adultos en una copa. Pero ya no me queda nada que ganar o perder, y no quiero perecer junto al mundo. Muero en casa, mamá.» Pensó Estéfano, mientras una lágrima se derrama por su mejilla, mientras derrama una lágrima, con miedo, Estéfano está sudando, tiembla. Intenta tomar un suspiro inútil de aire, sus ojos están inundados en lágrimas, sus labios se fruncen hacia abajo, menea su cabeza, pero se sigue obligando. Estéfano está a punto de tomar. «Esa foto…» Dijo Estéfano, concentrado en una foto enmarcada, posicionada en una columna superior. Está el de niño, y junto a él, una niña un poco mayor, de pelo blanco, piel pálida, y… está ahí, Estéfano, la llave. Llega a él una ventisca por encima de lo físico, recuerdos de miles de vidas pasan por su cerebro al mismo tiempo, pronto está en un cuarto blanco, bastante blanco. Ahí está, La oráculo, le está sonriendo.
—Estéfano, hola.— le dice La oráculo, con una sonrisa cálida.
—¿Eres…?— dice Estéfano boquiabierto
—Arthiphania, ¿me recuerdas? Solíamos jugar todo el tiempo.
Estéfano sonrió con sorpresa
—Sí… Te recuerdo.
—¿Me acompañas?
El cuarto se transforma en un agradable puente que no parece tener fin, Estéfano empieza a caminar junto a Arthiphania.
—Estéfano, no sabes como lo intente, intente tanto salvarlos. Pero no soy lo que creen. Soy simplemente un registro, de cada raza que pasa, los humanos piensan que son los únicos, no quieren darle lugar a otros. He sido capaz de ayudarlos, pero los problemas se han vuelto tan complejos, que… me es imposible. Todo termina, y ustedes han sido de las razas más duraderas, han dejado un registro que no terminara, tú Estéfano.
Estéfano, parece aceptarlo, hasta que, en el cuarto, empieza a aparecer una cierta oscuridad como humo.
—Tú… no es justo, tienes una mente superior a todo ser jamás conocido… y estás dispuesta solo al mínimo esfuerzo. Tú… No has intentado ayudar, lo sé, ¡he recibido más ayuda del virus que tuya!.. Me pregunto que haría el virus knoth con tu conciencia…
La cara de Arthipania se distorsionó en terror, el cuarto empezó a derrumbarse, como agua. Gritos sonaban, era mal. Estéfano estaba frente al laboratorio.
Estéfano entró furioso, estaban ahí todos los trabajadores, intentaron detenerlo, pero una fuerza inhumana lo tenía en alto, destruyo con sus puños sangrantes todos los servidores de protección, barría con los investigadores mientras pasaba, llego a la sala de control neuronal, donde solo estaba Trino Franter, que lo miró con terror, y se apartó. Estéfano desconfiguró todo, y dejo el virus knoth apoderarse. La oráculo empezó a retorcerse. Muy pronto, estaba hecho, un basilisco, un invento humano más allá de la moral. Knoth, la anomalía, esperanza artificial.
No hay ningún artefacto, que sea visionario.
OPINIONES Y COMENTARIOS