Cariño mío,
Creo que crece en ti una ilusión que espero cortar con este presente. No malinterpretes mis palabras; nada de lo que aquí diga quita el valor de lo positivo que ha traído el conocernos y salir. Hay situaciones que pueden llegar a confundir, pero creo que he sido fiel, con algún que otro desliz, a la palabra que espero cumplir cada día: congruencia. Por lo que no logro entender qué ha causado en ti la idea de que quiero algo más que una amistad contigo.
Estamos sumergidos en un mundo que nos pide a gritos tener una compañía, como si fuera la única manera de saciar la soledad de la globalización. He aprendido muchas cosas y me he convertido, de cierta manera, en alguien exigente. No puedo compartir con alguien incapaz de ofrecer lo que doy. A veces he dado oportunidades por la atracción física, como si eso fuera suficiente para tolerar el vacío que evoca su compañía, y efectivamente, me he llevado decepciones.
Ahora, cariño, déjame decirte algo con lo que quizá sí te sientas identificado. No tolero a quien ofrece de más. Si alguien es capaz de dejar de lado sus sueños, lo que quiere o lo que le gusta por mí, prefiero que se aleje. No es nada romántico ese tipo de sacrificios, aunque hoy en día se romantiza la obsesión. A mí solo me produce decepción, porque si una persona es incapaz de quererse a sí misma, el amor que me da no tendrá valor alguno. Creo que espero a alguien que sepa lo que quiere y sea capaz de encontrar un balance, sin descuidar al otro pero a la vez desbordar de amor por él.
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