Jonathan, o “Jony” como le decían sus amigos y todo el barrio estaba sentado esperando el 266 mientras fumaba un atado de puchos, tenía 16 años, no le importaba el futuro, a él no le importaba nada. Vestía una casaca del Milán trucha comprada en la feria, junto a unos chupines y una gorra “Nike” compradas en el mismo lugar. Su relación con su madre, Yoli era pésima, a su padre nunca lo conoció, Jonathan desconocía el paradero de su papá, solo había desaparecido, no se sabía si estaba muerto o vivo, lo único que vio de él es una foto que estaba enmarcada en su casa; donde aparecía con una camisa floreada, un tatuaje de dos líneas en el brazo derecho, una cadenita y el pelo medio rapado, esa foto era del año 2007, un año antes de que Jony naciera, los únicos que habían conocido a Ismael, así se llamaba el papá de Jonathan, eran sus dos hermanos mayores; Antonio y Kiara. Ninguno de los tres hijos era el orgullo de mamá, Antonio era un drogadicto que nunca se había dignado a ponerse a estudiar ni a conseguir un trabajo, y se la pasaba todo el día vagueando en la casa sin siquiera ayudar en los deberes del hogar. Mientras que Kiara, a la misma edad que tenía Jony en este momento, había sido madre joven, ella tuvo que dejar la escuela para cuidar a su hijo, Miguel y conseguir un trabajo como vendedora de ropa en el local de una amiga de Yoli; a diferencia de Jonathan, Kiara y Antonio, Miguel si tenía una figura paterna presente, Hernán, quién a sus diecisiete se mando la cagada de embarazar a su novia y no le quedó otra que hacerse cargo de su hijo.

De esta manera no se le tenía esperanza a Jony, todo el barrio pensaba que iba a terminar igual que todos los Ocampo; drogadicto, padre joven, o peor, preso o muerto. Y él tampoco hacía mucho para revertir esta situación, no le daba prioridad a sus estudios, había repetido 4to año en el colegio del Estado donde estudiaba, ya había descubierto las drogas aunque no era un adicto como su hermano Antonio. Jonathan tampoco estaba rodeado de gente a la que le habían inculcado buenos valores, a su mejor amigo, Esteban, le había pegado un tiro un policía. Aunque Jony todavía no había llegado al límite de ser un delincuente, aunque ningún Ocampo había probado lo que es ser un chorro, existía el rumor esparcido por las malas lenguas que el hermano de Ismael, Oscar, el tío de Jonathan había sido visto una vez robando unas zapatillas en un local de Adidas, aunque nunca ningún Ocampo supo la verdad de ese relato, ya que desde la desaparición de su padre el contacto con la familia paterna fue casi nulo.

La situación de la familia Ocampo era cada vez más difícil, Yoli siempre entraba a la pieza de Antonio a gritos a reclamarle – ¡BUSCATÉ UN TRABAJO!, ¡VAGO DE MIERDA!, ¡HACE AÑOS QUE TE VENGO MANTENIENDO Y VOS NO AYUDAS EN NADA! La peor ocasión fue la vez que Yoli encontró en un el cajón de Antonio bolsitas de merca, en ese momento ella no le grito, solo soltó el llanto de su vida ante la decepción en la que se había convertido su hijo, el que en la primaria sacaba buenas notas y hasta fue abanderado de la bandera nacional, para Yoli Antonio había dejado de ser su hijo y ahora era un ente que vivía en su casa, el cual a veces desaparecía por días para después volver, y así el ciclo se repetía. Kiara y Hernán aunque los dos trabajaban no era suficiente para mantenerse, a veces uno de ellos no tenía que comer, o a veces los dos, el único que siempre tenía que estar alimentado era Miguel; ellos a veces recibían plata que les daba Yoli, aunque no siempre consideraban correcto aceptarla. Kiara era la más madura y consciente de los hijos, pero los prejuicios del barrio al embarazarse en su adolescencia la hacían ver igual que como eran vistos todos los Ocampo.

Esa tarde que Jony esperaba el colectivo mientras fumaba pensaba que hacer para ayudar en la complicada situación familiar. Lo que quería era plata rápida, no le gustaba la idea de trabajar por una miseria, lo primero que descubrió fueron los casinos online, el usaba los de páginas donde no le pedían tanta información personal debido a que era menor de edad. En principio esto pudo calmar la difícil crisis económica que atravesaban los Ocampo, aunque esto fue efímero. Jonathan al poco tiempo se había vuelto un ludópata, llegando a robar las tarjetas de crédito o débito a su madre y hermana, para así transferir plata de ahí a su cuenta de Mercado Pago. Jony ahora tenía que buscar otro método, los casinos, a los cuales luego se le sumarían las apuestas deportivas no rendían frutos, ya que en lugar de ganar plata, esté en una mala racha lo terminaría perdiendo. Yoli nunca se daba cuenta de que perdía plata, esta no entendía mucho el mundo de la tecnología y tarjetas, ella era más de pagar las cosas con efectivo. Mientras que Kiara siempre pensaba que era Hernán quien le usaba la tarjeta para comprarle cosas al hijo.

La gota que rebalsó el vaso llegó esa misma tarde donde Jony esperaba el colectivo, el 266 ya había llegado y Jonathan se sentó atrás en un asiento de a dos. El que también se había subido al 266 fue un amigo de Jony, Adrián, Jonathan le contó a su amigo el problema que atravesaba, y si sabía como resolverlo.

  • Yo se como podes ir arreglando todo este quilombo. – Dijo Adrián, poco a poco fue abriendo su mochila, de la cual dejó ver una 9mm. – Hoy vamos y le afanamos al gil del Tisto. El Tisto era el dueño del almacén de la esquina de la casa de Jonathan, era conocido por ser medio amargado, y la gente como Jonathan se sabía que no le caía bien, a Antonio lo echó del almacén incontables veces.

Jonathan se quedó mirando sorprendido a Adrián, y permaneció tieso por un minuto.

  • ¿De donde mierda sacaste eso?

  • Me la prestó mi primo. – El primo de Adrián era de los más peligrosos del barrio, nadie quería meterse en un quilombo con él porque iba a terminar muy mal.

Al principio Jony no quería ir a robar al almacén, aunque a Tisto no le agradaban los Ocampo, Yoli si, y era una cliente bastante frecuente. Pero decidió aceptar ir, también quería vengarse del desprecio que le dio solo por ser un Ocampo, ya estaba decidido, a las nueve de la noche Jony y Adrián iban a robar el almacén del Tisto.

Y llegaron las 21:00 horas, ya estaba Adrián en un paredón esperando a Jonathan. Se encontraron, se saludaron y Adrián le dijo lo que tenía que hacer.

  • Esto es una boludez, vas con la pistola y le decís que si no te da todo le pegas un cuetazo en la cara. Anda vos solo, yo me quedo acá viendo.

  • ¿Vos ya hiciste esto alguna vez?

  • Si, en el kiosco de la viejita que está a seis cuadras, pero en este no. Debe ser lo mismo.

  • Está bien, dame la pistola y voy.

  • Banca un momento, ponete la capucha, asegúrate de que no se te vea bien la cara.

Jony se encapuchó y recibió la 9mm de Adrián, este se dirigió hacia el almacén. Antes de entrar vio que ahí estaba el Tisto cobrando unos pañuelitos descartables a una señora, Jonathan espero que la señora se marchara del lugar, así quedaba completamente vació, entró al almacén, desenfundo su pistola.

  • ¡DEME TODO O LO MATO! !DAME TODA LA PLATA!- Gritaba Jony.

Tisto no lo miraba, se hacía el que estaba sacando el dinero mientras que Jony lo amenazaba, pero este tenía una 9mm como la que Adrián le había dado a su amigo. Tisto disparó y así se cobró la vida de Jonathan Ocampo.

Así Jony en lugar de cambiar el trágico destino de los Ocampo, terminó siendo uno más, y esta vez, el primero que moría. Siempre se pensaba que quizá él podría salir de esta situación, pero no, esta vez no fue así.


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