25 DE NOVIEMBRE DEL 20…
Amado padre:
No lo acuso de haberme criado, estuvo presente en todas mis necesidades básicas, tenía ropa, comida y casa. Pero si es necesario que le deje claro, a usted amado padre, que no ha sido un ejemplo que pueda seguir. El hecho que se haya ido apenas cumplidos los 16, es uno de ellos. El verlo borracho en casa y pegarle a madre, es algo que todavía me enoja. Esperar que me hablara y jugara como lo hacían los otros padres a sus hijos es otro ejemplo.
Se preguntará porque lo acuso de tal forma, si todo había sido perdonado. El hecho de perdonarlo no significa que se hayan borrado tales acciones.
Me preguntaba muchas veces porque no me quiso cuando fui un niño, hasta que una tarde en la plaza del centro lo vi. Estaba ocupado con ellos, mis hermanos, reía a su lado y jugaba. Busqué en mis memorias si alguna vez me dedicó esa misma sonrisa, y no pude encontrarla. Entendí que ahora es nuevo para ellos, otro padre, como lo es conmigo ahora, sin embargo, me hubiera gustado poder vivir esa parte de usted. Escuchar como hablaba con esa nueva familia me lastimó. Creo que piensa, padre, que el pasado debe ser olvidado. Eso no lo comparto. Porque entonces no sería parte de usted en estos momentos.
Amado padre, mi relación con usted, a veces es complicada. Me acusa de no casarme porque según su religión no permite estar en pecado. Respeto sus creencias, piensa usted que estar casado es una forma de estar en familia. Pero no comparto tales ideales. Nora es una buena mujer y estamos muy bien juntos. Así que, le pido encarecidamente, por favor, que no vuelva a molestarla con esas comentarios.
Si lo he lastimado con estas palabras, amado padre, perdóneme por ello. Pero considero que es necesario que sepa mis sentimientos y opiniones. Entenderé si no contesta a esta carta. Me despido.
Atte: F.
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