Un cambio milagroso

Un cambio milagroso

Mile Rasch

30/01/2024

Cap.1

Augusto era un joven amargo, oscuro que no podía disfrutar de

su vida sin arruinar la de los demás. Por este motivo, había

cometido ciertos delitos que le habían hecho terminar en prisión.

Nadie le daba bolilla, estaba solo. Hacía todo solo, estaba

aislado de los demás, creía que ya no había una razón de su

existencia hasta que conoció a Emilia. Ella era una chica dulce,

alegre y linda, iba a la cárcel alguna veces para visitar a una amiga

y, justo esa vez lo vio.

Ella entró a la prisión, pidió ver a su amiga Mirta, le dijeron

donde quedaba. Luego de hablar con su amiga, se fue…bah se

estaba yendo, pasó por al lado de una celda en la cual había un

hombre que parecía estar triste y enojado.

Así que Emilia se acercó a su celda, intentó hablarle, pero éste

no quería escucharla, y la echó.

Él la había echado, porque la había visto tan linda, que creyó

que se acercaba para burlarse.

Emilia se había alejado angustiada y enojada. Pero al rato

volvió y le dijo:

– Mira, no se porque me trataste tan mal, yo sólo quería hablar

con vos, es que te vi triste…

– No sé para qué queres hablar conmigo…quizás me hablas

para molestarme como los demás, así que si es así, por allá está la

puerta (señalando la puerta)

– Me llamo Emilia y no vine a molestarte, pero esta bien me

voy (dice enojada).

– Yo me llamo Augusto, y dale eso va a ser lo mejor (dijo firme)

Él no podía creer que enserio esa joven que parecía tan buena

hubiera querido hablarle no para molestarlo.

Cap.2

Emilia estaba casi segura que dentro de aquel hombre tan

cerrado había algo de ternura y de buena persona, así que creyó

que lo mejor era esperar un tiempo, y luego volver a ese lugar

tenebroso.

Después de una semana, Emilia volvió a la prisión. Fue hacia su

celda y lo miró fijo.

– Augusto, no vine a molestarte, solo quiero hablar porque yo

creo que dentro tuyo hay una buena persona. Y como veo que acá

estas sólo, bueno…quiero ayudarte.

– Emilia, si ya terminaste, salí por donde entraste porque me

aburrí con tu discurso. Yo no necesito de tu ayuda, estoy bien así.

– ¿sabes qué? Sí, me voy, no quiero perder el tiempo con una

persona como vos.

Emilia se fue decepcionada, y angustiada. Pero lo que ella no

sabía es que su discurso le había llegado a un hueco del corazón de

Augusto.

Apenas Emilia se fue, Augusto empezó a lagrimear, su discurso

lo había shockeado. Él nunca había creído que le podía llegar a

importar a alguien, ya que ni su familia lo visitaba, después de lo

ocurrido su familia se había cambiado el apellido. Él pensaba en

que no quería cambiar, él estaba bien haciendo lo mismo de

siempre, aunque se había quedado solo.

Mientras tanto, Emilia pensaba en que quería volver a la cárcel

para ayudar a Augusto, porque ella sabía que él la necesitaba

aunque no se lo demostrara, además seguramente él iba a querer

tener a alguien con quien hablar y ese alguien tenía que ser ella.

Sabía que iba a ser difícil hablar con él, ya que era tan duro como

una piedra, pero había que hacerle entrar en razón.

Así que así fue, Emilia decidió volver a ese temible y espantoso

lugar. Pero antes de entrar pensó en cómo iba a hacer para que

Augusto la deje entrar a su celda…

Cap.3

Emilia pensó que tenía que decirle a Augusto que no tenía

sentido que él la siga echando porque así él se iba a quedar solo, y

por culpa suya. Así fue como él se dio cuenta de que ella tenía

razón.

En la celda tenía una cama y una canilla. Arisco como era, se

acostó en su cama y Emilia no tuvo más remedio que sentarse en el

piso. Pero ella no pudo reclamarle nada, porque ella sabía que él

era así, aunque tenía la esperanza de que algún día el cambie.

-Bueno Augusto ahora que al fin me dejaste pasar, ¿me queres

contar algo?

– Mm…bueno está bien. Me siento solo, porque acá después

de lo ocurrido ninguno de acá (señalaba la prisión) me habla, dicen

que es porque tienen miedo de que les arruine sus vidas más de lo

que ya están, y bueno, también me siento solo porque ni mis

padres me visitan.

– Ahh, bueno pero pensa en que ya no estás solo, estoy yo.

Mira yo creo que deberías cambiar algunas cosas, como esa de

arruinarle la vida a los demás y también deberías dejarte ayudar.

– Bueno está bien, pero… ¿vos me vas a ayudar? ¿cómo?

– Sí, yo te voy a ayudar y vamos a sacar a ese hombre tierno y

bueno que hay dentro tuyo.

Augusto y Emilia estuvieron hablando un tiempo hasta que

llegó el guardia y les dijo que el régimen de visitas ya había

terminado.

– Emilia, te veo mañana, ¿no?

– Si Augusto vengo y me contas todo, total soy psicóloga.

– Ah mira vos, dale chau.

Augusto se había quedado pensando en la conversación que

había tenido con Emilia y se dio cuenta de sus intenciones y se

sintió mejor.

Cap.4

Emilia volvió a la cárcel, como le había prometido a Augusto y

fue su psicóloga.

– A ver Augusto, contame de tu vida.

– Bueno resulta que yo tenía una madre, que era buena madre.

También tenía dos hermanos, una hermana buena onda y un

hermano, con él me peleaba siempre…(Augusto baja la mirada)

– Pero ¿cómo que tenías? ¿qué les paso?

– Bueno, yo creo que terminamos por hoy

– Pero…yodigo cuando terminamos

– LISTO POR HOY (grita)

– Bueno, no te pongas así, ya me voy.

– CHAU

Luego Emilia no podía creer lo que acababa de pasar, quería

saber porque había reaccionado así, pero Augusto dijo que se lo

diría al día siguiente.

Al día siguiente Emilia volvió a ver a Augusto con la misma

libreta del día anterior.

– Hola Augusto, ¿estás mejor?

– Hola…si

– ¿Ya me podes contar? Es para ayudarte.

– Si…resulta que ellos se cambiaron el apellido.

– Ah…pero ¿por qué?

– (inhala y exhala) porque le hice la vida imposible a muchas

personas…incluyendo a mi familia…

– Pero y… ¿tu padre?

– Mi padre era un viejo chinchudo terminó igual que

yo…preso, y mi madre pidió el divorcio.

– Uh, como lo siento.

Continuaron hablando todos los días. Augusto contaba lo que

le pasaba y ella anotaba en su libreta.

Cap.5

Luego Emilia le preguntó a Augusto:

– ¿cómo te sentís por lo que pasó?

– Y mal, mi familia se avergüenza de tener mi mismo apellido, y

no me quiere ni ver, hasta dicen que no se les había cruzado por la

cabeza que yo haría algo así.

Augusto pertenecía a una familia humilde, pero a la cual le

gustaba quedar bien ante la gente, y como vieron que si se

enteraban que el ladrón Augusto era de su familia, iban a quedar

mal por algo de lo que no eran culpables.

– Bueno, entonces… ¿qué pensas hacer?

– Tratar de cambiar…porque si sigo así ni siquiera vos me vs a

querer.

– Muy bien, eso era lo que quería, que empieces a reflexionar

sobre tu actitud. Yo no te voy a dejar de querer y te voy a ayudar.

– Pero ¿cómo me vas a ayudar?

– Te voy a mostrar lo que pasa en el mundo, y vamos a sacar la

buena persona que hay en vos.

– ¿Qué es lo que pasa en el mundo?

– Y…que hay pobreza, en algunos países inseguridad…y vos

contribuiste para que haya inseguridad en este país.

– Ya me había olvidado de todo lo que pasaba allá afuera. De

estar tanto tiempo acá…y si, se que lo que hice estuvo mal.

– Ya lo sé, por eso pensaba en traerte diarios y revistas de lo

que estuvo pasando en estos últimos años.

– Señorita, ya terminó el horario de visitas-dijo el guardia

– Bueno, ya me voy. Chau Augusto

– Chau Emilia

Augusto se quedó pensando en lo que le había dicho Emilia.

Cap.6

Al día siguiente Emilia fue a visitar a Augusto con una bolsa

enorme llena de diarios y revistas del momento, y otras de distintos

años.

– Augusto, acá te traje los diarios y revistas que te prometí.

– Emilia, ¡muchas gracias por todo! Dale, empecemos por los

más viejos para que lo entiendas mejor.

Leyeron un par de diarios y revistas.

– ¿Todo esto pasó? Y yo acá sin enterarme de nada…

– Sí, pero eso no fue lo peor, te faltan leer los demás.

– Oh…me gustaría inscribirme en algún proyecto de

solidaridad, pero como estoy acá…

– No te preocupes, voy a hablar con los policías y veo si te

puedo inscribir, y yo llevo lo que quieras donar.

Emilia habló con los policías y les contó su idea y les preguntó

si podía ser realizada. Los policías le dijeron que lo tenían que

pensar.

– Señorita, me gusta su propuesta, pero… ¿qué puede donar

este hombre desde la cárcel?

– Nono, desde acá no. Él me dice que quisiera donar, y yo lo

compro, pero estaría a su nombre cuando se los doy a los del

proyecto.

– En ese caso…Puede proseguir sin ningún problema. Si esto lo

va a ayudar a ser mejor persona, no podemos interrumpir.

Luego Emilia, contenta le cuenta a Augusto lo que logró.

Comenzaron a anotar qué es lo que podían donar. Anotaron que

podían donar alimentos no perecederos, útiles para el colegio,

ropa, etc. Mientras escribían Augusto cantaba “let it be” de the

Beatles, y ahí a Emilia se le ocurrió una idea.

– ¡Augusto! Cantas muy bien

– Gracias…pero no sé si tanto.

– Se me ocurrió que podías grabar un video para donarlo.

– Muy buena ideo, pero… ¿cómo lo grabamos?

– Vos canta, yo te grabo y listo.

– Dale, creo que esto de ayudar a los otros esta bueno,

– Si, obvio que esta bueno.

Luego Emilia lo filmó y como ya era la hora en la que finalizaba

el horario de visitas, se fue y editó el video.

Cap.7

Emilia fue hasta un proyecto solidario llamado “juntos somos

más” y anotó a Augusto Reich al proyecto.

Luego visitó a Augusto para contarle que ya lo había anotado y

que lo único que faltaba era comprar las cosas de la lista, bah lo

más importante.

Acordaron, que Juana iría a comprar las cosas y llevarselas a los

del proyecto, y que ella iría a todas las charlas y las filmaría para

luego dárselas a Augusto para que se enterara de que se trataba el

proyecto.

En las noticias salía que Augusto Reich estaba intentando

cambiar y que lo estaba logrando. Cuando su familia escuchó la

notica, pensó en ir a visitarlo, porque no podían creerlo.

Luego de unas horas, llegaron los familiares de Augusto.

– Hola Augusto

– Hola… ¿mamá?

– Así es Augusto, lamento todo lo que pasó, pero es que si

decía que eras mi hijo, iba a quedar pegada a tu delito y me iba a

quedar sola.

– Ya lo sé mamá, por eso gracias a Emilia (dice señalándola)

estoy cambiando, ¿verdad Emilia?

– Si, es verdad, se anotó en un proyecto solidario, voy yo y le

grabo todo lo que se habla. Ah y también donó cosas, las compré

yo…pero a nombre de él.

– Me alegra escuchar de que estas por volver a ser el de antes.

Lo que sí, yo tengo dinero de Augusto así que decime cuanto te

salió y te lo repongo.

– Está bien, no hace falta señora.

– Emilia, dale si hace falta, hiciste mucho por mí y me voy a

sentir mal sabiendo que te debo mucho dinero.

– Bueno Augusto, está bien. Señora…fueron unos $9500

– Listo, acá los tenes. Y Augusto…están viniendo tus hermanos.

Al rato llegaron los hermanos de Augusto y lo felicitan por su

progreso y como su madre los había llamado antes para decirles

que era cierto que Augusto había progresado, le compraron un

celular.

– ¡¡Gracias!!

– De nada Augusto, lamentamos todo.

– Sí, yo también lo lamento.

Cap.8

Augusto estaba muy contento con su celular, y también porque

había vuelto a ver a su familia. Anotó los teléfonos de sus familiares

y el de Emilia.

Pensó en que esta vez él la invitaría a que lo visitara. Porque se

dio cuenta que no podía seguir disimulando que la amaba.

Augusto llamó a Emilia

– Hola

– ¡¡Hola Augusto!! ¿cómo estas’

– Todo bien, ¿y vos?

– Todo bien por suerte.

– Emilia, ¿queres venir a visitarme? Digo…si no tenías ningún

plan…

– Dale ahí voy.

– Dale beso, nos vemos.

Luego cortaron y ambos estaban felices de verse de nuevo…

Ella lo miraba dulcemente el no pudo resistirse y pensó que se

lo tenía que decir ese mismo día.

– ¿Qué hay de tu vida, Emilia?

– Sigo con mis estudios, pero ya me falta poco para terminar.

– Ahh ¡¡q bueno!!

– Si, ¿y vos?

– Yo, bien…acá aja. Tengo que decirte algo que no me lo puedo

callar más.

– ¿Qué cosa?

– Que…te amo

– ¿Enserio me decís? Ay yo también te amo

– Sí enserio, te diría de salir pero todavía no puedo…

– Si, ya lo sé.

– Por eso te propongo venir mañana a la noche, ¿dale?

– Dale, pero…ya va a haber pasado la hora de visitas.

– No te preocupes por eso, ya me voy a arreglar. Bueno, no

quiero echarte pero ahí está el guardia haciendo señas de que ya

terminó el horario de visitas. Entonces quedamos para mañana a

las 20 hs, ¿sí?

– Ahh, sisi

El guardia la acompañó a la salida. Luego Augusto le pidió al

guardia que lo dejara invitar a Emilia un día fuera del horario de

visitas.

– Pero Augusto…es muy difícil lo que me pedís.

– Ohh, pero ahora que justo me anime a decirle lo que siento

por ella y que la quería invitar a salir…y a otro lugar no puedo por

estar acá…Sé que eso fue sólo mi culpa, pero ahora sé que estoy

cambiando (eso dicen) y me enamore por primera vez…pero si no

se puede le voy a tener que decir a Emilia que no…

– Mmm…bueno Augusto voy a ver qué puedo hacer, mañana al

mediodía te confirmo.

– ¡Mil gracias! Si se puede hacer lo que te pido, voy a ser el

hombre más feliz del mundo.

– No te prometo nada, pero voy a tratar. Igual ¿cuánto tiempo

te quedas acá?

– Bueno, mmm dos años creo.

– Ahh, bueno mañana te digo que pude hacer Augusto, chau.

– Dale, chau.

Después de haber hablado con el guardia decidió escribirle una

carta a Emilia, que decía…

“Querida Emilia:

¿Cómo estás? Bueno quería contarte que hable con el guardia

pero todavía no sabía si vas a poder venir fuera del horario de

visitas, mañana al mediodía me dice que pudo hacer y te llamo. En

realidad te escribía para expresar cuanto te amo y darte las gracias

a vos por haberme ayudado a recapacitar en lo que hice y tratar de

cambiar. Sin vos iba a ser imposible volver a ver a mis hermanos ya

que estaban muy enojados conmigo.

Espero que te llegue la carta.

Un beso grande

Augusto”

Cap.9

Eran las nueve de la mañana cuando Emilia escuchó a la moto

del cartero llegar a su casa. Extrañada bajó las escaleras para

confirmar lo que había escuchado y por dentro pensaba: “¿quién

habrá dejado una carta para mí? Seguro debe ser algo que se

venció y tengo que pagar “(pero como tenía intriga bajó corriendo

hacia el buzón)

Abrió el buzón y se encontró con una carta que estaba en un

sobre marrón medio sucio con una etiqueta que decía, destinatario:

Emilia Moralez de Saavedra de: Augusto Reich desde la cárcel Sierra

Chica. Cuando terminó de leer entusiasmada comenzó a romper el

sobre para poder leer la carta. La leyó y decidió responderé por

carta, ya que le había parecido romántico. Escribió la carta con sus

sentimientos y mandó la carta a la prisión.

Después de dos horas, le dijeron a Augusto que había llegado

un sobre rosa para él. Vio que era de Emilia y rompió el sobre, era

una carta.

“¡¡Hola Augusto!! Me llegó tu carta, cuando sepas decime si

voy para allá o no, sino o te preocupes te voy a visitar y nos vemos

como siempre. Y muchas gracias por lo que me escribiste, yo sabía

que eras tierno pero que no querías aceptarlo. ¡¡Bueno, yo también

te agradezco por dejarme ayudarte y te amo mucho!! Yo creí que a

vos no te pasaba lo mismo, me pone triste verte ahí encerrado

siendo tan inocente, ya sé que antes eras distinto pero igual ahora

falta poco para que salgas y le demuestres a todos que sos otro.

¡¡Te amo y nunca cambies por favor!!

Beso

Emilia”

Cuando Augusto terminó de leer la carta se emociono. Luego

vino el guardia para decirle que había pensado en dejarle tener su

cita con Emilia ya que se había portado muy bien.

Al rato Augusto llamó a Emilia para decirle que la esperaba a

las 20 hs. Colgó el teléfono y le pidió algunas cosas al guardia para

que su primer cita fuera única.

A las 20hs del sábado llegó Emilia a la cárcel, con un vestido

blanco con algunas flores en la parte superior r inferior del vestido,

unos tacos blancos y una cartera rosa(al igual que las flores del

vestido), también se había pintado los labios de rosa.

Cuando Augusto la vio se quedó asombrado de que fuera

posible que este más linda de lo que era. Augusto tenía un jean y

una camisa a cuadros.

– Hola Emilia, estas hermosa.

– Hola Augusto, y vos estas muy lindo.

– Gracias, necesito que por favor te tapes los ojos que te tengo

que llevar a un lugar distinto.

La palabra “distinto” le dio curiosidad a Emilia.

Augusto llevó a Emilia a un cuarto oscuro, luego prendió las

luces. Éste era blanco, en el centro había una mesa blanca con un

entro de mesa rojo un florero rojo con jazmines dentro de él, dos

platos blancos con bordes rojos, cubiertos blancos y dos sillas

blancas. En las paredes del cuarto había cuadros.

– Augusto ¡qué lindo lugar!

– Si, ¿viste? Quería que nuestra primera cita fuera perfecta.

– ¡¡Muchas gracias!! Lo que si… ¿cómo hiciste para tener todo

esto?

– Con ayuda del guardia.

– Ahh, bueno después le agradezco a él también.

– ¿Qué vas a querer comer? Ahí tenés el menú (era blanco con

rojo, como toda la decoración)

– Mmm (abre el menú) quiero pollo grille con zanahoria.

– Bueno, ya vengo voy a decirle al chef.

Augusto le dice a la cocinera de la prisión lo que quería Emilia y

lo que él quería (la cocinera ya sabía que iba a tener un menú

especial y como era muy buena onda había aceptado).

– Ya pedí nuestra comida, en unos veinte minutos nos la traen.

Estuvieron hablando un buen rato y se dieron cuenta que

tenían varias cosas en común, por ejemplo que escuchaban al

mismo grupo de música y le gustaban los libros de misterio.

(Llega la comida)

– mmm…¡¡riquísimo!!

– Sí, cocina re bien Saoma.

– Emi, ¿vas a querer algún postre?

– No sé… ¿qué postres hay?

– Tenemos helados, ensalada de frutas, waffles y un postre

especial con tu nombre…

– ¡¡No!! ¿Enserio?? ¡¡Ay me muero!! Me diste curiosidad así

que quiero el postre especial.

– Como vos digas, ahí le digo a Saoma.

– Saoma ahora te pido un postre especial y un helado de

chocolate.

– Bueno ahora los preparo, por cierto ¿cómo estuvo el pollo

grille con zanahoria y tu pescado con arroz?

– Gracias estuvieron muy ricos como siempre, ella dijo que

estuvo riquísimo.

– Ahh menos mal que todo va bien.

– Sí, bueno después vuelvo.

Augusto ya que se había ausentado decidió pasar por su cuarto

para poner un CD de Neymond, que era el cantante que los dos

escuchaban, apagó la luz (para que Emilia no lo viera y puso el CD),

luego encendió la luz y le dio play.

– Augus, ¡me asustaste!

– Bueno, es que te quería sorprender con un CD…

– Ahh si, ¡me sorprendiste! Pero de ¡susto! ¿De qué hablas?

– ¿No escuchas la canción?

– Está muy bajito, subí el volumen.

(Augusto sube el volumen)

– Ah ¡sí! Es de Neymond no sabía que tenías un CD de él y…

¡menos acá! ¡¡Sos un genio!!

– Sí es que si no me traía uno lo iba a extrañar. Emi…hay algo

que no te conté.

– ¿Qué cosa?

– Hace poco empecé a escribir historias, yo no solía hacer eso.

Pero me encantó.

– ¿Enserio? ¡Qué bueno! Un día déjame leer una.

– Si, en nuestra próxima cita.

– Bueno, dale.

Cap.10

Luego de esa cita, tuvieron otra, pero esta vez Emilia lo ayudó a

Augusto a decorar el mismo lugar de la otra vez para tener la cita ahí.

Decidieron decorar las paredes con posters de Neymond, manteles

blancos, y esta vez decidieron cocinar ellos. Cocinaron tarta de atún

y de postre volcán de chocolate.

– Augus¡¡ nos quedó re bien decorado!!

– Sí, sólo que…nos faltó poner el CD de Neymond. (luego

pusieron el CD de Neymond y estuvieron hablando de eso)

– Emi, ¿comemos la tarta ahora o todavía no tenes hambre?

(en su mente pensaba…ojala que sí, ¡¡tengo hambre!!)

– Mmm, bueno pero ¡no te olvides de mostrarme tus cuentos!

Me lo prometiste.

– Nono, no me olvido.

Mientras comían la tarta hablaban de sus vidas, y luego Augus

le mostró sus cuentos.

– Ay Augus, ¡¡están buenos los cuentos!!

– Gracias Emi.

– ¿Cómo haces? Decís, ¿quiero escribir un cuento y lo inventas

en el momento?

– Mmm no…escribo cuando se me ocurre una idea, si yo digo

que tengo ganas de escribir un cuento cuando agarro la birome y el

papel para escribir no se me ocurre nada.

Emilia leyó todos los cuentos de Augusto y después comieron

el postre. Y le dejaron un poco de postre para al guardia porque a

pesar de que no se podía recibir visitas después de las ocho de la

noche y antes de las tres de la tarde, el guardia se sacrificaba por

ellos.

Cuando le llevaron lo que quedó del postre, el guardia les

agradeció y se acordó de algo.

– Augusto, antes de que me olvide…tengo que decirte algo

– ¿Qué cosa?

– Me dijeron que en un mes te liberan

– ¿Enserio?- dijeron Augusto y Emilia sorprendidos

– Si…-dice el guardia emocionado

Cap.11

Luego de un mes, Juan se despidió de toda la gente de la

cárcel, en especial de la cocinera y el guardia que tanto lo habían

ayudado. Ese día fueron a verlo, su madre y sus hermanos que tan

felices estaban que Augusto finalmente habían cambiado y fueron a

la casa de su madre.

– Les pido perdón por todo, no necesito que me digan

nada, ya sé que estuve mal y porque hicieron lo que hicieron. (su

madre y sus hermanos se miran)

– Augusto, aceptamos tus disculpas, ya sabemos que

cambiaste, Por eso decidimos ayudarte a publicar tus cuentos,

¿seguís escribiendo no?

– Ay muchas gracias ma, si sigo escribiendo

Fueron a una editorial, y le mostraron los cuentos a la

secretaria, ésta pidió que le trajeran los cuentos y que después lo

leyera y que lo iban a llamar para decirle si podía o no publicar sus

cuentos.

Dos días después Augusto decidió invitar a Emi a su casa y la

llamó.

– Augus!

– Emi!

– Perdón que no te pude ir a ver cuando te fuiste de prisión…

– No pasa nada, estabas ocupada.

– Si…¡¡me recibí!! Ósea falta que ¡¡me pongan la nota

mañana!!

– ¡¡Qué bueno!!me preguntaba…si querías venir a mi casa hoy

a las nueve de la noche…

– Dale, ahí estaré.

Cuando llegó Emilia, Augusto le contó todo lo sucedido con él y

su familia y que quizás le publicarían un libro, pero que lo tenían

que llamar.

Hablando de esto, lo llaman al celular.

– ¿Hola?

– Hola, ¿Augusto?

– Si, ¿quién habla?

– Te hablo de la Editorial Manayama (pone el celular en alta

voz) y leí tus cuentos, son muy buenos así que podemos

publicarlos. Mañana te llamo para que vengas y lo resolvemos,

¿dale?

– Sí, ahí estaré (cuelga el teléfono)

– ¡¡Qué buena noticia Augusto!!

– Sí, estoy muy feliz, celebremos con un champagne.

Buscan el champagne y saltan por toda la casa.

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