Y El TIEMPO SE DETUVO

Y el tiempo se detuvo
El momento fue perfecto
Mis ojos se dilataron
Al ser testigo silencioso
De la perfección de la muerte.

El solsticio de invierno estaba a unas horas de entrar, el sol golpeaba mis lentes oscuros.
Un aire frío era el clima habitual que sentía por estos días.

Yo regresaba de almorzar con la única persona que me importa en esta vida.

Camino sola por el desolado callejón.
De repente alzo la mirada y lo veo.
Su cabeza pende de entre los vidrios rotos de una de las 2 viejas ventanas.

De inmediato reconozco su rostro.
Su barba de candado sucia y descuidada ya resaltan las canas, y pocos pelos negros le quedan. Su piel morena brilla con los destellos de sol.

Sus ojos permanecen abiertos, ya están desprendidos de su cabeza, su lengua cuelga fuera de su boca y su cuello está perfectamente degollado entre los vidrios rotos y sucios.

Gotas de sangre caen de forma perfectamente coordinada, el sonido acústico de cada gota lo escucho claramente como una sinfonía perfecta en mis oídos.

No puedo dejar de mirar la perfecta escena de la muerte.
Un calor invade mi cuerpo contrarrestándose con el frío que sentía cuando caminaba por el callejón.

Conforme me acerco observo los detalles, los dedos del “cuentista” caen por la ventana.
Su brazo ensangrentado aún pende del fierro de la ventana.

Cuando por fin llego frente a la escena veo el corazón ensangrentado tirado entre la sucia acera ya cubierto por la tierra pero aún late.

Un perro negro con feroces colmillos troza una pierna ensangrentada, ni siquiera siente mi presencia, pues, yo camino sigilosa como un gato pero con velocidad de tortuga.

Estoy sacando lentamente las llaves de mi chaqueta para abrir la puerta.
Pero no puedo dejar de observar en silencio la escena.

Por último alcanzo a ver entre el charco de sangre las vísceras regadas.
Al mismo tiempo que cierro lentamente la puerta, comprendo que todo estaba perfectamente planeado, la escena es el cuadro más colorido y realista que he visto.

La muerte es el mejor artista, siempre llega en tiempo y hora.
Y su obra es vibrante y perfecta.

Yo fui solo un simple espectador silencioso.

Autor: Ana Cristina López