Todo es sencillo

Todo es sencillo. Me recomiendan meditar y conectar con la naturaleza, porque el consumo de mi padre podría tramitarlo con la respiración: inhalo en seis, mantengo en cuatro, exhalo en seis. Así podría manejarlo, a pesar de que su violencia salga a flote en las noches contra mi mamá. Incluso si él hubiese practicado el autocuidado que tanto profesan hoy en día, su soledad, esa que lo condujo a sumergirse en ríos de alcohol, esa que no se cura sola y que incrementa con la indiferencia de cada persona que intenta cuidarse por su cuenta, pasando por encima de otros, tarde o temprano habría generado cualquier otra adicción.

Cuando hablan de naturaleza, me recuerda a esa infancia en la que construíamos casitas de ramas. Éramos tan pequeños que dichas construcciones no requerían ningún esfuerzo, la imaginación era más que suficiente. Ahora, veo a personas huyendo de su cotidianidad, siendo la naturaleza un refugio de sus privilegios, esos que los hunden en el consumo, consumo que los agota y desconecta. Para después poner en su boca palabras de aliento o positivismo barato y compartirlas con otros. Otros que no tienen el privilegio de siquiera considerar un descanso porque no tienen opción.

Pero todo es sencillo, porque si lo quiero, lo puedo. Una velita aromática, un incienso y ya está, he limpiado lo negativo. Me nutro con libros, cuido mi cuerpo con ejercicio “al menos treinta minutos diarios”. Un momento para agradecer lo FABULOSO que fue el día, y si no lo fue, igual agradezco, porque de lo negativo se aprende. Son circunstancias puestas por el universo para aprender. Todo es sencillo mientras los otros me entiendan y sepan sobre mi apego ansioso, algo que descubrí mientras hacía un análisis exhaustivo sobre mi ser en el camino del amor propio. Así todo es más simple, más sencillo.