Sant Jordi para Principiantes

Sant Jordi para Principiantes

Faltaba cada vez menos y seguía dándole vueltas al asunto. Pero ¿por qué? Tenía siempre tantas ideas y sin embargo no se decidía.

Tenía un trabajo que presentar, pero su cabeza iba a mil por hora y le costaba mucho concentrarse.

Entró rápidamente al mismo coche de la línea 3 del Metro que subía siempre y se ubicó en la misma posición. A Mariana le encantaba el último coche contando desde que bajaba la escalera y, parece ser que al resto de la gente también, ya que todas las mañanas veía las mismas caras. 

Muchas veces se preguntaba cuál sería la historia de cada uno, pero esta vez, estaba dispersa.

De repente se escucha una voz en catalán anunciando: – “Propera parada: Les Corts”.

Impulsivamente la joven da un salto, abre la puerta y salta del metro. Pero ¿dónde estaba? Su capacidad de dispersión era enorme y tenía que actuar rápido si pretendía llegar en hora a la oficina.

Mariana cambia de andén y emprende nuevamente su viaje de vuelta hacia la estación donde debía bajar. Pero nota unas ciertas cosquillas en su tobillo derecho y se pregunta: “¿me habrá picado algo?”.

Lo deja pasar, pero al rato siente nuevamente esas mismas cosquillas en el otro tobillo. Y es en ese momento, que decide agacharse.

No podía ser, se estaba volviendo loca. Pero sí, era una cría de algo parecido a un dinosaurio. ¡No, a un dragón!

En el otro extremo del coche, nota como un joven vestido de caballero medieval con una armadura se paseaba blandiendo una espada y hablando en un dialecto que la joven no reconocía.

Instintivamente se dispone a cubrir a la cría para protegerla pero un hilo de humo la delata y el joven sin dudarlo, le clava la espada.

Mariana empieza a gritar y rompe en llanto pero nota que una luz muy intensa brota del suelo y allí dónde antes yacía el pequeño dragón ahora había una rosa.

-«¡Pero esto es una locura, esto no existe!» Se repetía mientras el joven, que se presenta como Jordi le extiende la rosa y le sonríe.

Alarmada, cierra los ojos y empieza a negar con la cabeza mientras nota una mano sobre su hombro.

Abre los ojos y se sorprende al ver que un guardia de seguridad le preguntaba sí se encontraba bien ya que estaba gritando, y muy fuerte.

Mariana indica que está bien y pregunta dónde está. El guardia le responde que estaba en el metro y que iba en dirección a la Catedral.

Sin dudarlo ni un instante, agradece y se baja en esa misma estación. Todavía tenía una extraña sensación en su cuerpo y su respiración estaba agitada.

Empieza a caminar y de a poco se va dando cuenta que solo se había dormido un par de estaciones y había tenido el sueño más extraño reviviendo la tradición de Sant Jordi.

Al llegar a su lugar de trabajo, se prepara un café y lo lleva a su escritorio. El viaje le había resultado eterno.

Abre su bolso y coge su ordenador y al apoyarlo sobre su mesa nota que algo cae.

Mira entre sus piernas para ver que lo que había caído era nada más ni nada menos que un pétalo de rosa. 

Nuestra joven soñadora esboza una sonrisa y comienza a trabajar con la certeza de que esa mañana en el Metro, Sant Jordi la había salvado del temible dragón.

Rosa en estado natural

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