Rodriguito era un vampiro.
Su traje negro azabache
lo escondía por la noche.
Era asesino y severo.
Le gustaba asustar niños,
sus llantos eran lo mejor.
Los dejaba con rasguños.
Pero eso no era lo peor.
Una noche como siempre
se preparó para salir.
Le ganaba un poco el hambre
y un buen festín se iba a servir.
Cuando clavo sus colmillos,
un sabor le sorprendió.
Eran de ajo unos dientillos
y ahí mismo se murió.
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