Desdibujando…

Nunca lo dudé, yo sabía que algún día llegarías, desde mucho antes de que supiera el rumbo de mi vida te imaginaba en algún lugar del tiempo, me veía como tu mamá y me preguntaba ¿Cómo ser una mujer de la que un hij@ pudiera sentirse orgulloso, orgullosa? Cuando entré a la universidad, me emocionaba pensar que un día alguien me llamaría «mamá», nunca se lo conté a nadie pero muchas veces me imaginé cumpliendo mis objetivos profesionales para compartirlos contigo. Que extraño ¿no? La inspiración de una existencia imaginaria. Tal vez sólo era ese deseo absurdo de darle a alguien más la familia que alguna vez soñé en mi niñez. Tenía sentido esforzarme por construir un mundo que no me enseñaron, tal vez, sólo tal vez.

Hoy, estoy a unos días de cumplir 35 años, la edad máxima generalmente recomendada para ser mamá y cada día me descubro más inexperta en esto de estar viva, con más preguntas y dudas sobre el rumbo de mi propia existencia. Mis decisiones tal vez no han sido las mejores o las más congruentes para encontrarte, no sé, la vida es misteriosa. Hay quien nunca lo desea y un hijo llega a su vida repentina y sorpresivamente rompiendo todas las estadísticas y probabilidades.

Hoy estoy aquí sin ti, tu ausencia no era parte del plan inicial, pero hoy no soy tan valiente, o tan inconsciente o tal vez hasta debería decir irresponsable, no sería lo más amoroso aferrarme a la idea del pasado, no quiero decir que el presente sea necesariamente malo, sólo es diferente a lo que hace muchos años pensé y hoy simplemente estoy aquí escribiéndole a un ser que un día imaginé y que la realidad cada día se encarga de desdibujar.