El sol está a punto de irse, puesto que su hermoso tono naranja pinta el cielo, me encanta, incluso aún se pueden ver los últimos rayos del sol, pero son un aviso de lo que viene es oscuridad y con ella peligro.

-Tengo que volver a mi casa. Pensé.

Al mirar hacia ambos lados, veo pequeñas casas de cemento, coloridas, pero se nota que el tiempo no las ha tratado muy bien, la calle, sí es que se puede llamar de esa forma, solo es tierra y grandes piedras, y aunque parece descuidado y desprolijo las aceras están limpias y las piedras parecen del mismo tamaño.

No tenía mucho tiempo, el sol estaba a punto de caer, aunque la calle parecía amigable de día, realmente no quería averiguar si era igual de noche.

Comencé a caminar en medio de la calle de tierra en busca de un lugar abierto, no había ni un alma, era raro, teniendo en cuenta que las calles lucían agradables. Caminado de forma recta pude llegar al final, era una especie de barranco, pequeño, las piedras más grandes sobresalían, dando la sensación de que la caída sería bastante dolorosa, no era necesario pasar por a ahí, la acera de la derecha terminaba de forma más segura, así que caminé hacia ella, más allá de la calle había una zona verde, era más bien una mezcla entre un parque para niños y algo de vegetación crecida, era bastante amplio para seguir buscando una salida.

Descendí ir por la acera de la derecha, que no era tan alta, así que pude saltarla con facilidad, salté hacia la hierba, el lugar tenía canchas de cemento que eran divididas de la hierba por mallas bastante altas, muy cerca de la acera se encontraba una gran roca, alta, plana por ambos lados pero en la punta de arriba parecía que podía sostener a varias personas, es raro describir una roca pero era lo único que evitaba que los chicos que se encontraban en la cancha me vieran, creo que no estaba asustada en ese momento pero realmente no quería topármelos y menos cuando se haga de noche.

Hacia la izquierda, la cual era la dirección opuesta a las canchas, se continuaba la hierba, así que decidí seguir por ese camino, esperando que encontrara algo conocido que me guiara a casa. Era algo raro, usualmente el color anaranjado del cielo dura unos pocos minutos, y cuando te percatas de ello, ya se ha ido, y luego la profunda oscuridad emerge, siempre es así, se va tan rápido como vino, dejándote un sin sabor, ya sé, suena algo melancólico, pero es los que un atardecer me hace sentir, lo que vendrá no dará tanta luminosidad como el ahora. Pero aún sigue aquí, y sí, no debería estar sorprendida, más bien alegre, esto me dará más tiempo para llegar a casa.

Reconozco unas cuantas casas, ¡Funciono!, o eso creí, eran las casas con colores alegres que perdieron vida y la misma calle de tierra y piedras.

-No entiendo. Dije por lo bajo, estaba algo confundida, solo giré una vez, hacia la izquierda, siguiendo la hierba. Aunque, aún tengo luz naranja, debo apresurarme o la noche me alcanzará. Pensé a modo de ánimo.

Así que, caminé hasta el final de la calle, al pequeño barranco y bajé por la acera de la derecha quedando detrás de la gran roca, eché un vistazo a las canchas esperando ver a los hombres que había visto antes, pero no, ya no se encontraban ahí.

Dos canchas formaban un camino a seguir, pero era bastante oscuro, ni siquiera la noche me haría sentir tan insegura como ese camino, así que, intenté volver hacia la calle. Pero algo que no esperaba sucedió, o bueno, si lo esperaba, lo sabía, no duraría mucho, los escasos rayos del sol ya se estaban desvaneciendo.

Pero el último recurso, el cual menosprecie bastante, era la luna, la cual daba buena luz, aunque no tanto como el maravilloso paisaje anterior, este pequeño, pero definitivamente esperado imprevisto, hizo que el camino de la derecha se sumergiera en penumbras, negándome aún más a cruzarlo.

-Bueno aún queda volver por la calle. Me dije.

En lo que subo por la acera de la derecha, pude ver de forma lateral a cuatro hombres, altos, uno con camisa a cuadros, otro con un gorro, otro con una camisa blanca que claramente no era su talla, definitivamente eran las personas de la cancha. Ni la malla que nos separaba cuando estaban en las canchas me daba seguridad, como iba a pasar por ahí con solo una acera de distancia, pero no podía correr, todo esto estaba en mi cabeza, pero ellos eran cuatro, y se veían tan descuidados que, quien sabe que le harían a una asustadiza como yo, solo podía mirar al alrededor.

-Es estúpido pero es mi único maldito escape. Pensé aceleradamente.

Inmediatamente intente escalar por la roca, era plana pero de alguna forma lo logre, creí que la única forma de subir seria que alguien más me levantara sobre sus hombros, me senté viendo en dirección hacia las chanchas, la luz de la luna ya no parecía insuficiente, era perfecta, justo lo que necesitaba.

Los chicos pasaron tranquilamente hacia el camino de la izquierda, en dirección a la hierba que se extendía, haciéndose bromas y riéndose fuerte, de hecho, sus voces hacían que el poco iluminado parque no se sintiera tan solo y peligroso, eran personas normales, definitivamente exageré.

-Pero que tonta. Me dije, creo que no por lo bajo.

Si me equivoque con los chicos, tal vez, también me equivoque con el camino oscuro de la derecha, así que me levante y camine por la roca, la verdad no sé cómo bajarme, si parece bastante alto, pero la verdad, si logré subirme puedo bajarme sin problemas, intenté seguir hasta el final de la roca, pero es lisa, pierdo el equilibrio y caigo, sé que el golpe dolerá mucho.

Etiquetas: atardecer ocaso sueño

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