Capitulo I: Atlair

Capitulo I: Atlair

Kore

19/08/2023

Entre las sábanas, Atlair analizaba como una dulce melodía rompia el placido silencio de la habitación y se estaba convirtiendo en su gran tortura. Odiaba los lunes, y cualquier día de la semana de hecho, odiaba el dolor de su cabeza, culpa del alcohol y drogas variadas que consumió ayer, odiaba el reloj digital que mostraba la hora radiantemente, 6:15 am, Maldijo para sus adentros. Atlair odiaba su vida.

Sin más berrinche, se levantó de la única cosa que no odiaba y se dirigió al espejo. Su reflejo le devolvía una mirada de desprecio, como siempre, sin embargo, está se veía más enfermiza de lo habitual. Todos los días de su existencia lucía mal pero esta mañana en especial la perturbaba aún más. Su cabello rubio y ondulado que le llegaba a los hombros, se encontraba algo grasiento, aunque sus ojos eran del color de la esmeralda, la esclerótica estaba enrojecida por noches en vela, fiestas, llanto y probablemente mariguana, no tenía problemas con su figura, no la odiaba pero tampoco le parecía la gran cosa. Si bien, era hegemónicamente atractiva, eso no la ayudaba con los chicos o chicas. Se miró a través del reflejo de forma despectiva y brotó de ella una pequeña risa sarcástica

-Escanea. Le dijo al espejo. Este, encendió su sistema y luces de tonos fríos invadieron el espejo.

-Deshidratación leve. Concluyó una voz suave y femenina.

Con está información que aparentaba no ser nada grave, Atlair tomo una ducha rápida. Seguramente su tío le daría algo para la deshidratación y saldría a la escuela.

Ya en la planta baja, encontró a su tío en la sala, leyendo un periódico como todo un cavernícola, parecía que ni siquiera la hubiese notado.

-Buenos días. Murmuró ella.

Él levantó su cabeza del papel gris y sonrió, pero ese gesto desapareció rápidamente al notar el estado de su sobrina.

-¿Pero qué tomaste? recriminó Sirio, su tío, en tono de pregunta, aunque ambos sabían que no lo era.

-Nada, lo de siempre. Respondió Atlair intentando defender su sentido común de anoche. ¿Tienes algo que me pueda hacerme sentir mejor? preguntó en tono meloso mientras hacía pucheros.

Sirio, simplemente rodó sus ojos y se dirigió a la cocina. Esta no era la primera vez que la muchacha se pasaba y atentaba contra su salud, pero sabía que, de todas formas lo volvería hacer, le encantaba llevar todo al exceso y el descontrol, sin duda, y le diría algo o intentaría hacerla cambiar, pero de alguna forma, ella daba los mejores resultados académicos, así que, no podía quejarse.

-¿Cómo te fue en el examen? preguntó su tío tratando de romper el silencio.

-¿Qué examen?. Cuestionó Atlair, y como un balde de agua fría lo noto. El maldito examen lo habían aplazado para el lunes, este lunes, sintiéndose una tonta, arregló sus cosas lo más rápido que pudo y dejó a su tío solo, con su pregunta y un té lleno de electrolitos.

Salió a toda prisa, en busca de la parada del transporte público. Normalmente sí había examen, eran a primera hora, y eso era dentro de 20 minutos. Llegó rápidamente y como una coincidencia divina, apareció su transporte. La ciudad tenía sus beneficios, el transporte público era realmente rápido, tardaría aproximadamente 7 minutos, tenía tiempo, así que se relajó y pudo dirigir su visión a la ventana, la ciudad era hermosa sin duda, los edificios altos llenaban el paisaje, eran puro arte por sí mismos, cristaleras gigantes con soportes en dorado, que estaban parcialmente cubiertas por enredaderas y plantas varias, era una escena de tonos azules, grises y algunos dorados rectos y bien definidos que contrastaban con los tonos verdes y las flores coloridas, irregulares y mágicas, era realmente bello, otra cosa que Atlair no odiaba. Al bajarse del transporte público sintió la deficiencia de líquido y su cabeza la torturó aún más.

-Solo el examen y me largó. Decreto.

Encontró su salón, casi todos se encontraban en sus puestos. No eran sus amigos, solo los conocía, eran compañeros, sus supuestamente amigos eran de otro sector del sistema pentagramal.

En solo 5 minutos las pantallas en los escritorios se encendieron y el examen de literatura y lengua apareció. Atlair sin vacilación, contestó las preguntas, realmente le sorprendía que fuesen preguntas de educación especializada, le resultaba tan fácil de analizar, aunque eso podía deberse a que era su habilidad primaria, según el sistema, claro.

El primer enunciado se presentaba imponente, como si él mismo pensara que resultaría todo un reto ser descifrado a la perfección; por favor describa las diferencias y similitudes que se presentan entre la variante de las tribus germánicas y la variante medieval de la lengua inglesa. Sin vacilar, las manos de Altair se posicionaron sobre el teclado digital y danzaron con una elegancia digna de un recital.

A los 10 años les enseñaron que el sistema pentagramal dirigía el país en casi todos los ámbitos. El sistema era una especie de IA que analizaba la calidad de la vida de todos los seres, era prácticamente una utopía, todo engranado para que los individuos gozarán de su libertad y aportarán al sistema. Las puntas de la estrella representaban un sector, cada una tenía su propio administrador y este era parte de los consejeros reales, así es, contrario a toda la lógica, el país era dirigido por una monarquía. La familia Capella había descubierto un método para transformar los residuos no orgánicos de la especie humana en fuente de energía, y con esto, la IA se mantenía, junto con todo el país, en base a su descubrimiento, los Capella se declararon Monarcas, ellos y todas sus generaciones venideras. La IA incluyó este régimen a su sistema autosostenible, este país muy bonito pero aburrido, había prosperado por, una cantidad de tiempo que Atlair ya ni recordaba.

Pero, ¿Qué tenía que ver la historia del país en su monólogo interno?, pues gracias a ese maldito sistema ella se tenía que especializar en historia, literatura y lenguas, puesto que era su habilidad primaria. Verán, la IA dividía la educación en general y especializada, la primera concluía con 7 años de estudio, todos los niños pasaban por esta y en ese tiempo los profesores le debían brindar información al sistema para evaluar a fondo las habilidades tempranas de los futuros individuos y con esto, se reorientaba su educación hacia las habilidades evaluadas, donde iniciaría la educación especializada. Básicamente la IA ordenaba y todos los demás lo seguían, menos la familia monarca.

Y así es como Atlair llegó a estar sentada frente a un escritorio con un examen digital sobre literatura de diferentes culturas.

El siguiente enunciado resultaba ser más pretencioso que los anteriores; realice un breve resumen de la estructura narrativa más prevaleciente en el sur de Abya Yala, incluyendo su sistema de lenguaje. Después de leer el objetivo del punto tuvo la necesidad intrínseca de rodar los ojos de forma despectiva, pero se contuvo. No era debido al tema en su totalidad, solo el hecho de que su profesor aparentemente quería un resumen de siglos de historia que fácilmente podría llevarle tres páginas.

-Esto es una mierda. Pensó, no quería ofender a las antiguas culturas pero memorizar la estructura de sus literaturas era un sin propósito. Aunque fuera realmente buena en eso.

Terminó el examen, lo registró en la pantalla del escritorio, tomó sus cosas y se preparó para huir del salón, algunos de sus compañeros alzaron la vista, aparentaban celos o envidia, quien sabe, pues solo habían pasado 30 minutos y Atlair ya había terminado.

Ella y el profesor compartieron una mirada y con esto, salió libre de ese lugar. Antes de volver a su casa tomaría un descanso, la información que aparentemente no era grave, se estaba convirtiendo en algo serio.

-Debo tomar algo. Se dijo y prontamente busco alguna máquina expendedora cercana. Encontró rápidamente una, fue fácil, estás abundaban en el campus.

-Dame líquido para la deshidratación leve. Le ordenó a la máquina.

Esta se encendió y maniobró su maquinaría para expulsar una botella. Atlair la tomó en sus manos, se sentó en un banco cercano y, como si fuera cerveza, disfruto su bebida. La mañana era cálida, el sol aún no estaba en su punto más alto pero aún así brillaba con intensidad. Atlair sintió la necesidad de sacar sus gafas de sol para poder seguir bebiendo, ya extrañaba el sabor de la cerveza, pero con esto se conformaba, al menos estaba frío y la refrescaba.

-¡He, drogadicta! gritó una chica a lo lejos.

Sol nunca había sido discreta, sin embargo, el campus estaba casi vacío, algunos estudiantes por aquí y por allá, ningún profesor o directiva que podría suponer un problema, así que Atlair simplemente continuó bebiendo mientras miraba a la nada. Finalmente, la chica se acercó y se sentó junto Atlair.

-¿Mañana difícil?. Preguntó mientras buscaba lo que Atlair miraba.

-Tu te ves muy bien. Respondió Atlair con una mirada de reojo.

-Nadie tomó como tú, de hecho, pensamos que hoy te quedarías en casa o tal vez tu tío te llevaría al hospital. Agrego Sol.

Atlair ignoro esto y se terminó su elixir milagroso, ya no le dolía la cabeza, sin embargo, ya se había prometido irse después del examen, así que tomo sus cosas y se levantó del banco. Sol la siguió expectante.

-¿Qué, ya te vas?, ¿Acaso no falta más de media jornada? preguntó curiosa la pelirroja.

-Simplemente estoy cansada. Respondió de mala gana Atlair.

-Bueno, entonces te acompaño, no quiero que te pase nada. concluyó Sol.

Claramente ella tampoco tenía muchas ganas de seguir en el campus y Atlair le dio la excusa mental que necesitaba. Sol estaba en otro sector del sistema, algo relacionado con justicia, pero no era realmente importante para Atlair. Lo único que las mantenía unidas era el refugio, el lugar menos estético y más agradable de toda la ciudad. Sin darse cuenta sus conversaciones triviales las llevaron a ese lugar. Contrastaba mucho con la ciudad, era una especie de manzanas con cabañas hechas a partir de basura, la tecnología de la que se regocijaba la ciudad, no llegaba a estos lares. Era simple, sin calefacción más allá de mantas con agujeros y fogatas básicas.

Era todo lo que Atalir necesitaba, eso, y el sin fin de sustancias que se vendían, de forma, sospechosamente legal. Este era el único lugar donde Atlair se relajaba, ella y un grupo de personas entre 19 y 26 años, los que consideraba sus amigos. Aquí se olvidaba de lo mierda que era su vida, sus expectativas eran ser profesora de historia y reproducir el mismo sistema absurdo que el actual, puesto que no se podía cambiar, así lo decretaba la IA.

-¿Acaso los demás no se daban cuenta que somos esclavos de esa máquina?. se preguntaba la chica mientras inhalaba algo que Sol le había dado.

Odiaba su vida porque sabía que no era dueña de esta, todo estaba controlado, pero no tenía el valor para hacerle frente, nadie lo había hecho, además, la población era feliz, todos debían ser felices, tenían comodidades, lujos, beneficios, todo, nada les faltaba, lo único que debían hacer era aportar al sistema con sus habilidades principales, nada más, pero aun así Atlair sentía que todo realmente no valía nada. Decepcionada de que ningún acontecimiento trivial la hubiese sacado de su ensimismamiento, decidió irse a casa, temprano, por primera vez en mucho tiempo.

Etiquetas: historia novela

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