Cierto día a la luz de la sombría escena que humillaba socialmente a nuestro personaje, radicaba en sí, la última esperanza que él consideraba necesaria para la especie humana. Sus brazos, testigos del pasado, remarcados por la fuerza que anteriormente había ejercido para escaparse, hacían de ese hecho una pretensión vanidosa que por más fe que pudiera llegar a adquirir, no gozaría disgregarse de sus cadenas. En cambio, desde el lado opuesto de nuestra línea tenemos a los humanos contemporáneos, incapaces de realizar algo por su propia cuenta, tan inútiles que me atrevo a decir que desde hace tiempo dejaron de ser parte de nuestra estirpe. Asustados observaban el evento a través de sus arraigados aparatos, pero aunque los intrigaba la curiosidad carecían de interés como para acercarse a las coordenadas donde se encontraba nuestro mártir.
El sol proseguía a pintar las calles una por una mientras que el amanecer anunciaba el día de su ejecución. La tierra en contra de cualquier pronóstico bañada en luces, exhibía sus trajes de verde primavera con los que adornaba la pureza de su aire. Habían pasado tantas décadas desde aquella fecha cuando arrasados por otra catástrofe los seres humanos creyeron presenciar su extinción. Pero ¿Qué es lo que había sucedido? ¿Acaso no estaba el ser humano destinado a destruir su propio mundo? ¿Cómo fue capaz de concebir tremendo paraíso? Todo eso se radica en esta fecha, día en donde una sola persona volverá a cambiar el transcurso de la historia.
Si reflexionamos profundamente comprenderemos que el anhelo de toda sociedad siempre fue llegar a un estado de perfecta utopía, un lugar en donde el hambre y la miseria no existen, donde cada individuo se limita a vivir los placeres de la vida sin tener que sufrir ningún tipo de consecuencia por ello. En este presente no existen las deudas, tampoco el trabajo, ni la educación. Nada de esto en necesario ya que las maquinas resuelven cualquier inquietud social. Pero volvamos tiempo atrás para procurar de comprender más este confuso panorama, justamente al día en el que se firmó el tratado de Gaska.
Dicho contrato establecía la tan pretendida paz mundial y se daba el control total de la humanidad a un software denominado GASKA, creado por alrededor de 1.300 especialistas de distintas nacionalidades. Este programa congeniaba un protocolo tan eficiente que se retroalimentaba por sí mismo, con cálculos que deshicieron la política, la economía, la justicia y la producción para siempre de nuestras manos. A eso agreguemos también los avances tecnológicos de esa época, en la cual energías limpias estaban a nuestra disposición y sin embargo la corrupción no permitía que estos nuevos combustibles se masificaran. Por lo tanto todo cambió radicalmente cuando él asumió el control, y durante sus primeras épocas, por sus efectivos resultados, el código fuente del programa se transformó en algo sagrado para nosotros.
Gaska creaba maquinas que a su vez iban resolviendo sus propios defectos y se mejoraban de forma autónoma. La economía ya no regia sus leyes y se había automatizado de tal modo que solo quedo impregnada en las múltiples líneas que se le otorgaban en el programa, ya que por la prolijidad de su trabajo los recursos abundaban en la tierra. No obstante, tremenda inteligencia no podía revelarse contra los humanos, cosa que siempre aseguramos que pasaría. En mayoría, esto se debía a que las maquinas, más allá de su vivacidad, nunca podrían tener carácter humano, carecían de emociones y la tecnología hasta esa época nunca supo cómo implementarlas.
Entonces hasta este punto comprendemos como la tierra pasó de estar al borde del colapso a ser una utopía reinada eficazmente sin corrupciones, ni ineficiencias. Aun así el presente, la perfecta actualidad, se tornaba un caos y después de casi un siglo se estaba a punto de condenar a alguien. Por lo tanto ¿Qué estaba pasando? ¿Acaso Gaska comenzaba a tener inconvenientes para dirigir el mundo?
La verdad es que para comprender lo que estaba pasando tendríamos que situarnos en un punto específico, en el antes y el después de Gaska, porque así empezó a medirse el tiempo. La religión en el pasado se había subdividido tanto que cada segregación termino por destrozar el concepto de Dios. Todos habían olvidado cuales eran sus principios básicos y ya ni siquiera comprendían a quien le susurraban. Desde allí todo eso facilito la incorporación del programa y así fue como instrumento su esencia para que todo lo que fuera el antes y después se rigiera a través de su nacimiento. Pero aquí el principal inconveniente que trajo consigo el software; la despreocupación de los individuos.
En sus primeros 10 años este sistema pudo desaparecer la pobreza mundial superando cualquier expectativa, sin embargo en nuestra actualidad la mortalidad infantil estaba en su auge y los seres humanos volvían a estar en la mira de la extinción. Por otro lado las razas se habían unificado a causa de la intervención genética, es decir, que toda persona en la tierra tenía un 75 por ciento de parecido al resto. El color de su piel, de sus ojos y de su cabello eran idénticos y ese patrón jamás se rompía. El motivo, los humanos transgénicos alteraron el genoma de toda la especie. Por lo que sus características manipuladas pasaron a su descendencia y se difundieron durante generaciones, modificando lentamente el acervo genético de toda la humanidad. En conclusión llego un día en el que todo individuo tenía la misma capacidad que los demás así que competir con otros siempre resultaba en un empate, en esta fase de la historia las personas dejaron de superarse.
Por consecuencia de todo esto el homo sapiens dejo de aprender, Gaska lo solucionaba todo, así que no era necesario estudiar o molestarse por aprender cosas nuevas porque en este moderno cosmos eso era inútil. Esto hizo que poco a poco los individuos se encierren en un metaverso, un mundo completamente digital en donde solo interactuaban con personajes pre-configurados. En esta fase dejo de socializar y el precio por ello fue olvidar su idioma. Sin embargo, como prueba, solo bastaba echarle un vistazo a las calles para notar la ausencia de los humanos, que parecían haber sido sustituidos por maquinas.
Pero hay otra pregunta que resolver ¿Quién es el individuo a punto de ser ejecutado? Y ¿Por qué se condenaría a muerte a alguien en un mundo que carece de humanidad? La respuesta es sencilla, alguien vio los errores y las consecuencias de este paraíso. No obstante, y aunque sus intenciones eran nobles, el sistema dictaba las sentencias y su formulismo establecía condenar a muerte a todo aquel que sobrescribiera el código fuente. Como dijimos anteriormente, las maquinas carecen de humanidad, y aunque este único individuo tenía razón el código estaba programado para ser binario. No existían puntos medios en su lógica de razonamiento por lo que debía cumplir con sus instrucciones, Gaska no tenía opiniones grises. Desde otro punto de vista los humanos contemporáneos también carecían de humanidad y su sentido de la lógica había sido arrebatado hace décadas, ellos no entendían lo que sucedía a su alrededor.
Sin embargo el fenómeno tan inusual que contrastaba en una ejecución publica hizo que muchos de ellos abandonaran sus edificios y se dirigieran atrapados por la intriga hasta ese lugar. La ceremonia daba inicio con una maquina programada tan eficientemente para ese evento, que se dejaba una constancia irreversible de que ellas residían los buenos modales que las personas habían perdido. Nuestro sujeto miraba contento a los testigos de su muerte, había logrado sacarlos del agujero de la ignorancia, y el morir para él ahora era una ganancia. Pero existía otra cosa más que lo contentaba. Esa causa era una niña de colores tan diferentes al resto que despertaban en él nuevas emociones. Todos los testigos, menos la infante, se miraban entre ellos con una complejidad de desconocimiento mutuo. No se reconocían como a una misma especie, ya que en realidad se trataba de su descubrimiento y su naturaleza trataba de explicarles de donde provenían. Al son de estos incomprensibles ecos susurrantes la máquina dictaminaba las leyes que este individuo había corrompido al público presente, porque así lo deliberaba su algoritmo. Sin embargo nadie, excepto la niña, comprendía ni una sola palabra.
Toda la evidencia de la inteligencia de la raza humana había quedado impregnada en el código de Gaska y aun así esta no podía salvar a la especie. Los modales, las buenas costumbres, los oficios, un simple saludo, se encontraban solo en las maquinas que merodeaban la ciudad. Pero no podemos culpar a nuestra humanidad pasada, las maquinas eran más eficientes que nosotros mismos por una simple razón; no tener sentimientos. Un profesional sea cual sea, un médico, por ejemplo. Siempre se verá afectado por algo, la subjetividad de sus emociones. Es decir que, si esta persona esta de mal humor o tiene su conciencia llena de problemas, esto reduciría su rendimiento. Desde ahí se parte a la idea del porqué empezamos a confiar más en las maquinas que en nosotros mismos.
Ahora nos encontramos en un mundo donde los autónomos mecánicos conciben más vida social que las de sus creadores. Donde las personas solo se limitan a comer y dormir. Donde teorías interesantes jamás se pudieron comprobar ya que dejamos de pensar y nos entretuvimos en la satisfacción. En un mundo tan extraordinariamente embellecido por distintos paisajes y que todas las especies, excepto nosotros, disfrutaban. En una tierra en donde nosotros parecíamos los animales, una ironía, o realmente este era el precio de la utopía perfecta. Esto no lo sé, lo único que puedo entender es que este salvador a pesar de ser un contemporáneo se atrevió a pensar por sí mismo y de alguna forma logro concebir a una niña que podría salvar, no al mundo porque este ya está resuelto, si no a la escasa carcasa llamada cuerpo que le queda al hombre cuando pierde su humanidad.
De esta forma nuestro mesías muere y los humanos presentes despiertan nuevas y distintas emociones, este es el primer paso, siempre lo comprendió su discípula. La muerte volvía a reaparecer en escena y traía consigo la enseñanza más amarga; la carencia de inmortalidad en los seres humanos. Los contemporáneos, por otro lado, mojaban sus mejillas mientras que su corazón se entumecía alborotados por ese nudo en su garganta. Aquella parca tan despiadada apagaba la vida de alguien, pero encendía la vida de muchos. Ahora solo queda leer y comprender como funciono todo en el pasado, pese a que este bucle siempre se repetiría una y otra vez lo importante ahora era aprender, jugar y vivir.
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