Qué hermoso es mi jardín, encantaríame que pudieran todos algún día verlo. Sus puertas, día y noche, noche y día, permanecen siempre abiertas. Disfrutan invitarte a adentrarte en los confines que en su deber ellas cercan; los de mi jardín.
Qué hermoso es mi jardín, por momentos me cuesta incluso creerlo. Todo por mí construido. Mis manos habiéndolo todo formado. Sus capullos habiendo yo, con mis manos heridas, plantado, cuidado y amado; pues no es mi jardín nada que no yo mismo sea ni soy yo nada que no sea él.
Qué hermoso es mi jardín, tan orgulloso me trae. Seguro estoy de cómo han todos de envidiarlo; todos deben quererlo para sí. Qué molestos son; rebosantes de recelo porque es a mí a quien odian. Pero a mi jardín, cómo lo aman. Viven por y para él. Anhelan poder ser una de sus exquisitas y finas flores. Sé lo que piensan, lo que quieren y sienten.
No soy fácil de engañar.
Qué hermoso es mi jardín.
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