Ha ha ha… Sí… Lo conseguí, al fin… Ha ha ha.

Logré la tan preciada fórmula de la inmortalidad… Me rio de ese esqueleto rancio que creía que me alcanzaría… Ni siquiera su guadaña me sirve para recortarme la barba.

Puedo vivir por siempre… Viviré hasta que el Sol se descomponga, la Tierra tenga pereza y la noche tenga agorafobia… No podré verlo porque abandoné ese sentido en la pócima, estoy rodeado de sombras que me señalan el camino sin fin.

Sentiría ese dulce sabor de victoria, pero no tengo lengua, ni dientes ni boca, todo me sabe a aire… Ni mi saliva logra darme un toque de frescor al insípido paso del tiempo ni palabras para pronunciar.

Mi olfato canino que me llevó hasta aquellas especias y químicos fugaces se fue con cada reacción dentro de los matraces… Ha ha ha… Te puedo sentir desde la esquina del cuarto… Ha ha ha.

Pero no me mires… En mí no encontrarás la pócima… Ya bebí toda su áspera y viscosa mezcla… Caminaría hasta tu oído para susurrarte que logré la inmortalidad por ti… Pero no tengo aterrizaje, perdí su paso al paso de este proceso.

Te diría que toqué tu cabello en tu profundo descanso, humedecía mi tacto con tus fluidos y más de alguna vez, introduje mis dedos en tus cavidades bucales… Todo eso te hacía… Y lo pensaba cada vez que te miraba por medio de la ventana… Mis luces eran opacas, pero me hacía notar con un toque por tu ventana… Un ritmo asonante con mi larga y asquerosa uña… Aún recuerdo sentirte aunque ya no tenga dedos ni manos ni brazos para abordarte.

Ha ha ha… Eras mi ingrediente más preciado… La inocencia de tu alma era la clave de ese brebaje del infinito… Un poco de tu saliva, de salvia de un roble de 78 primaveras, cabello de caballo muerto, mercurio fundido de manos de bebés… Sí… Sí… Mi memoria ya no existe… Mi cabeza tampoco… Pero sé que estás allí… Te siento desde el otro lado… Ha ha ha… 

Sal de allí y comprueba mi corazón apagado en este sombrío cruce de paredes… Dejé una nota para que me creas… Abusé de tu confianza mientras menos te lo esperabas y sí, ya no tengo nada… Solo soy el espectro que alguna vez fui… Ya no soy humano… Ahora somos uno, ahora estoy en tu conciencia… Ha ha ha.

¿Crees que miento? ¿Podrías sentirme recorrer tu espalda? ¿Oír cuando la puerta de tu habitación se abra esta noche? O, ¿tú me la abriste sin querer saberlo?

Aquí sigo en la esquina, y me moveré sin que me notes, te tocaré sin que me sientas… ¿Supones que estoy loco?… Todos los que atiendan a tu relato te dirán que no existe, que soy una pesadilla, o que ya estoy muerto.

Ha ha ha… Pero estoy vivo… Ha ha ha.

Etiquetas: muerte tensión vida

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