Pequeña e insignificante flor en un campo lleno de rosas, temblando ante la mirada atenta de aquél que la observó.

Temiendo pasar de serlo todo a no ser nada, a sentir el alma abatida, ese dolor en el pecho que la confunde y hace que la angustia se resuma en un amargo silencio.

Fingiendo indiferencia cuando tiene los ojos inundados en lágrimas retenidas y a pesar de no ver nada, sonríe con el deseo intenso de ser amada.

Es inmune ante cualquier amenaza de la gente y desafío de la vida. Pero es realmente frágil cuando se trata de la herida causada por alguien en quien confío por pensar que no sería capaz siquiera de rasguñar ni uno solo de sus pétalos.

Una bala perdida entre lo bueno y lo malo, sufriendo por heridas que solo ha imaginado. Todas las rosas se alzan y ella aún siendo hermosa decide mirar abajo, delirando con ser perfecta y caminar con la frente en alto pero en lo mas profundo piensa si será suficiente para quien busque algo más que su esplendor.

Tan simple y tan compleja, tan exclusiva y tan singular.

Cuántas cosas se reprocha en las noches de soledad y tan dichosa que es vista por la sociedad.

No quiere entender, aunque sabe, que el problema no está en fallar, está en temer el rechazo por frenarse ante las espinas que la rodean.

Y si no se ven, pero las ve ella, la historia vuelve a empezar.

Exige en si misma aquello que sabe que nadie le podrá dar.

En paz con todos y en conflicto con su persona.

Un beso, un abrazo, dáselo sin pensar, siempre será recibido, pues no hay mejor regalo para una sólida flor de cristal.

Etiquetas: poesía

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