Amada querida mía, mi sublime Eliana, tu delicioso nombre llena de miel mis labios,
mi boca se abre majestuosamente en cada sílaba, orgulloso de pronunciar esa
maravillosa combinación de silabas que dan forma, a la antesala, de tan hermoso ser
como lo sos vos. Quiero que sepas que adoro tantas cosas de tu persona, y a riesgo de
caer en la idolatría, escribo estas líneas para intentar dar unas pinceladas y a grandes
rasgos, expresar mi sentir. Mi amor por un ángel que vino a mi vida para salvarla de los amargores del endurecimiento del corazón.
Te amo desde la mañana, cuando despertas y nos encontramos en la cocina con tu
bata de fina seda rosada, amo la forma en que untas la miel en las tostadas para
ambos. Amo cuando tomas tu gran taza de café con ambas manos y hundís la nariz
dentro para tomar ese elixir matutino, sobre todo cuando me lanzas una mirada seria
por sobre esa bella taza y yo la recibo gustoso mientras hago sonar mi mate clamante
de más agua.
Te amo por tarde cuando, nos tomamos un rato pos almuerzo para recostarnos y
hablar suavemente hasta que alguno cae dormido en los brazos del otro.
Te amo por la noche cuando caen las estrellas y entre medio de tu numerosa
familia, siempre que me hallo perdido encuentro tus ojos entre la multitud como un
faro en una noche tormentosa. Amo la forma en que te sorprendes con cada cosa que
digo, y principalmente amo la hermosísima cara que pones cuando ves algo que te
sorprende, amo cuando arqueas las cejas al tiempo que abrís levemente la boca y tus
ojos se agrandan mientras inhalas un pequeño suspiro que parece que saliese de mis
propios pulmones, pues me haces perder el aliento de ternura cada vez que tengo la
maravillosa dicha de contemplar tanta belleza, soy capaz de justificar la creación del
Eterno tan solo con intentar explicar la belleza que le das al mundo de los sentidos y al de las ideas. Pues me inspiraste para estas líneas, así que tranquilamente cree que tu belleza y personalidad traspasan los mundos llegando a lo Etéreo.
Me gustaría pedirte ahora que no me guardes rencor por la sinceridad de mis
palabras, solamente trato de poner en papel los dolores del alma. Los cuales como
buena conocedora del corazón de tu hombre, bien sabrás. Hay veces que me gustaría
amarte mejor, completamente, pero no estoy al cien por ciento y mereces saberlo.
Hace mucho tiempo que ando buscando olvido y solo tu incondicional amor me lo ha
podido ir entregando de a poco. Yo sé muy bien que en cualquier momento, la presión
propia de un cuento de Poe me haría bolear contra el suelo. Es preciso que lo sepas;
no creo poder seguirte el paso en tu arte de amar. Tengo mi manera, y me siento muy
frio y mal al recibir tanta calidez y cariño de tu parte. Yo no te puedo entregar en
casamiento mi corazón apagado y triste, pero que ama tu esencia. Te puedo entregar
mi alma indomable, hasta hoy día, tan solo esclava de su propia libertad. A merced de
sus deseos es que me postro hoy día frente a vos, frente a esta carta, mostrando la
desnudez de mi ser, para regalarte un poco más de mi persona, algo que pertenece a
lo que siempre intento ocultar.
Te pido que no me ames más, en especial a esta parte de mi persona, esa cuota de
maldad y locura que proporciona tibieza al ardiente corazón que Adonaí me dió. Te
pido que al término de estas líneas, las deseches y me proporciones la bofetada de
realidad que merezco, para aprender a amar completamente y con toda la
pomposidad que mereces hermosa Eliana mía.
Te pido no me ames más, porque si volves a posar tus hermosos y dulces ojos sobre
mí, desfalleceré, el brasero frio de mi corazón volverá a arder nuevamente, ¡por siete,
ocho, nueve días! Te pido que dejes de amarme, porque si luego de todo lo anterior
dicho, tus delicados brazos vuelven a cernirse sobre mi tórax, mi amor por vos quedará sellado y no tendré más remedio que sucumbir a mis deseos y tomarte como esposa mía, para compartir en nuestro lecho las delicias más suculentas e ilustrar el cantar de cantares. Si hallas algún sentido en estos desvaríos de un hombre enamorado, quisiera sentir todo tu loable amor y dulzura transmutado en un beso de tus suaves labios, algo como nunca antes hayamos hecho. Si tu corazón clama como el mío al son de mi ahora alegre y enamorado violín, quisiera oír nuevamente el clac clac clac de tus bellos zapatos de charol negro. Esa si es una Oda a la alegría y es la sonata que quiero escuchar cada día del resto de mi vida. Serán para siempre el sonido de que mi amada se acerca alegremente por detrás de mí, para alimentar mi caldero al abrazarme por detrás con sus delicados brazos, en los cuales no tendría reparo en encontrar el azar así como encontré en ellos la felicidad.
Hay una forma de amar
Que es un modo de conciencia
Hay un amor que es paciencia
Y otro que es solo aromar
¿Cuál amor te podría dar
Quién amara
Tu inocencia? (*Alfredo Zitarrosa)
Vale remarcar, por si no ha quedado claro, que te amo con locura, querida Eliana
mía, como cada hora del día hasta la noche, así como cada año de mi vida hasta mi
ocaso.
Quiero ser tuyo para siempre ¿me concedes ese placer celestial?
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