Una pregunta puede cambiar la vida

Una pregunta puede cambiar la vida

Todo comenzó hace unos años, Pedro, con una maleta en la que cabían todas sus pertenencias bajo en Retiro y de dirigió a tomar el Manuel Tienda Leon que lo llevaría a Ezeiza. Este viaje a Egipto tenía mucho significado para él. Había estado estudiando sobre las pirámides durante años y finalmente había concluido que allí residía la solución a su problema.

Una vez en Egipto se dirigió prontamente a la pirámide de Giza, durante unos días analizo los horarios y recorridos de los encargados de cuidar la pirámide. Una vez conocidos sus desplazamientos se adentró a una zona vedada a los turistas, pero que daba acceso a una cámara escondida y poco conocida.

Según había estudiado ese lugar era como el equivalente a un centro de comunicación con otros mundos. Nadie sabía como usarlo, pero Pedro había logrado descifrar algunos jeroglíficos y creía saber la respuesta.

Llego a la cámara y se encontró con una habitación de unos 15 metros cuadrados en cuyo centro se divisaba una especie de mesa de piedra, las paredes estaban llenas de dibujos que mostraban escenas de otros tiempos, se acercó a analizarlas, el solo había podido ver algunas de ellas. De repente escucho voces, rápidamente trato de buscar donde esconderse, pero solo veía la mesa, se acercó silenciosamente y con su cuerpo pegado a la pared. Fue en ese instante que pudo divisar una pequeña entrada que antes a simple vista no había notado. Allí se escondió hasta que volvió a estar todo en silencio y calculo que sería medianoche.

Miro el nuevo lugar encontrado y hallo lo que parecía ser una palanca, la desplazo un poco y el reciento que antes era oscuro se ilumino con la luz de la luna llena. Fue hacia la mesa y recito en egipcio antiguo las palabras que había visto en sus escritos.

De inmediato se pudo ver sobre la mesa una imagen tridimensional de dos ancianos con largas barbas y una anciana de pelo largo y ondulado. Pedro quedo sorprendido, pero a la vez expectante. Comenzó a recibir mensajes telepáticos de la anciana.

Pedro le dijo que lo que más ansiaba era volver el tiempo atrás, que quería volver a los tiempos en que estaba por casarse con Laura, antes de la pelea en la que ella lo dejo porque pasaba mucho tiempo estudiando sobre la gran pirámide. La anciana, con su gran sabiduría le explico que si volvía con Laura debería olvidarse de sus aspiraciones de viajar, de sus logros académicos, de una vida de aventuras, Pedro estuvo tentado a responder que si rápidamente, pero la anciana lo detuvo. Le mostro parte de su futuro con Laura, y Pedro pudo ver como su amada ahora dulce, fresca, sonriente, se convertía en una persona aburrida, sin objetivos en su vida, incapaz de irse de su pueblo y que solo miraba novelas y hablaba de los mismos temas hasta el hartazgo.

Definitivamente ese no era el futuro que planeaba, fue entonces que inquirió a la anciana para saber si podrían cambiarla, pero la respuesta no le gusto, cada persona tiene su libre albedrio y decide que hacer en su vida, no estaba en los ancianos cambiar la voluntad de las personas, los cambios eran voluntarios, solo podían ayudar a la persona que quería ser ayudada.

Desilusionado decidido quedarse en Europa, donde su trabajo y logros no hicieron más que crecer. Con el tiempo conoció a Emilia que al igual que el tenía muchas inquietudes en su vida. Sin embargo no podía olvidar totalmente a Laura, así que un día de abril viajo a Argentina a su viejo pueblo, y allí encontró a quien otrora fuera el amor de su vida, se juntaron en un bar a almorzar, y la charla transcurrió entre viejos recuerdos y viejos chistes, los mismos que ella le hacía en la época de juventud. El rio alegremente, después de todo hacía más de cuarenta años que no los escuchaba.

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