SECRETOS PARA SOBREVIVIR

No es posible curarse sin aprender a vivir

Esta era que terminó se ha caracterizado por la pérdida de los valores humanos, éticos y morales. La ambición desenfrenada de poder impulsó al hombre a la guerra. En su obsesión de riqueza, el hombre se convirtió en depredador de la naturaleza y del hombre mismo. Quebrantó la paz del mundo, creó hambre, miseria y desolación en la humanidad. La búsqueda insaciable del tener nos quitó la felicidad del ser.

El cáncer, es la conmoción de nuestro organismo ante esa lucha que libramos afuera. Esta, nuestra guerra interna es la lucha entre células de nuestro propio cuerpo, entre células anárquicas que siembran destrucción, muerte y otras que tratan de defender la vida.

En todos los rincones del mundo hay millones de seres humanos que sufren y padecen de este gran mal. Enormes han sido los esfuerzos en busca de las causas y el tratamiento de esta enfermedad, pero muy poco ha sido el éxito alcanzado, porque siempre buscamos las razones en la enfermedad y no en el enfermo.

En el cuerpo humano siempre hay células que se alteran y se malignizan, pero nuestro sistema inmunológico las detecta y las destruye. El cáncer se considera un fallo de nuestro sistema protector. En los momentos de crisis y de infelicidad, el sistema que nos protege se debilita, las células malignas atacan y comienza la enfermedad.

Muchos han sido los sobrevivientes del cáncer, todos ellos tienen algo que contar, una historia que narrar. Cada quien guarda el secreto que le permitió sobrevivir. Estos fueron los secretos de su curación:

Se dieron cuenta que el cáncer estaba asociado a muchos años de infelicidad, depresión, culpa, dolor, aflicción, rencor, confusión, o tensiones internas que tocaban aspectos profundamente personales. Que estaba vinculado a sentimientos de pérdida, desesperanza, resentimientos, desesperación, inadecuación y autorechazo. Que se presentó después de haber vivido una tragedia, la muerte de un ser querido, la separación y el abandono; pero donde todas las sensaciones del trauma vivido quedaron represados y persisten vivas aún.

Desde el mismo comienzo de la enfermedad se sintieron parte de ella y decidieron afrontar con responsabilidad. No la tomaron como un castigo ni alguna maldición. Ni tampoco como obra del destino o de la mala suerte. No se preguntaron ¿Por qué a mí y no a otros? Jamás se consideraron seres excepcionales, ya que cualquier ser humano podía padecer la enfermedad. El reto era luchar, vencer y recuperar la salud. Nunca perdieron la esperanza y la fe en su curación. Siempre pensaron que era posible encontrar ayuda y solución en alguna parte.

Realizaron cambios en sus vidas, cambios en la relación con los demás, con su familia, en su trabajo, con sus amigos y vecinos. Perdonaron y se perdonaron así mismo. Amaron y se dejaron amar. Cultivaron la aceptación de sí mismo, reconociendo sus defectos y limitaciones. Aceptaron la voluntad del ser superior.

Fueron sinceros consigo mismos, no vivieron en función de su enfermedad. No la usaron para logros personales ni para satisfacer deseos reprimidos. No buscaron castigo ni castigar a otros. Buscaron un propósito en la vida, un sentido interno de gratificación con independencia del reconocimiento externo. Hicieron un análisis de los acontecimientos más importante de sus vidas, buscando en ellos una razón para vivir

Tenían la fuerte convicción de que sus pensamientos jugaron un papel importante en la evolución de su enfermedad. Los pensamientos positivos fueron aliados que ayudaron a su curación. Los pensamientos negativos eran enemigos que lo incitaban a la rabia, el miedo y la depresión; emociones desagradables que debilitaban su salud. Pensaron que lo más importante no era la enfermedad sino la decisión que habían tomado para combatirla.

Perdieron el miedo a la muerte, porque comprendieron que el éxito en la vida no era, no morirse, sino aprender a vivir.

Etiquetas: reflexión

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