Destino y Honor

Destino y Honor

Vic

06/01/2023

I:La prueba

Nuestro hogar, Mistar. Como cualquier tranquila mañana, en un reino comercial, abarrotado de agradables y trabajadores ciudadanos viviendo sus pacíficas vidas.

En palacio, un justo Rey Fara, tan ocupado con sus responsabilidades , desde peticiones de ciudadanos y sus cuidadosas tierras, hasta conversaciones con emisarios representantes de cercanos reinos de la basta Lorianne. Un mundo más allá de estos gigantescos y empedrados muros nos aguardaba, no obstante, el peligro acechaba y bien debíamos recordar pues antes de encomendarnos tal peligrosa aventura.

Me disponía a encontrarme como era ya habitual con Arthur. Impulsivo y muy testarudo, pero su optimismo y confianza en sí mismo me daban la fuerza y entusiasmo para seguir adelante. Huérfanos desde muy pequeños y creciendo uno al lado del otro, inseparables en nuestros mejores y peores momentos, un hermano para mí.

-¡Lance, llegas tarde! ¿Estás listo? Hoy perderás. 

-No seas tan bocas, Arthur. Déjate de palabras vacías y ¡ponte en guardia!

Entrenar era nuestra pasión, sin embargo se acercaba el momento. Durante los últimos dos años, el anhelo de salir al exterior nos recorria a través de nuestros pensamientos. Éramos conscientes, de que debiamos prepararnos para algo más, y debíamos buscar ayuda. 

Un hombre cuya legendaria fuerza y grandes hazañas explicaban cada una de sus heridas y cicatrices, increíbles historias más allá del mundo exterior . Khel Dysler, conocido como «El Sabio» fue todo un aventurero aunque ya retirado, no obstante nuestro problema iba a ser tratar con un hombre adisco, solitario al que no le gustaban demasiado las visitas. 

Valle Carmesí, puede parecer un nombre inquietante, pero era muy conocido por el hermoso acontecimiento que ocurría en aquel lugar cada atardecer. Gracias a una rareza de flor, conocida como lirio de sangre por su tono rojizo brillante y llamativo, a la puesta de sol, los miles de lirios milimétricamente separados entre ellos que habían en el valle, comenzaban a brillar, dando al valle una tonalidad rojiza espectacular. Un enorme lago con su cristalina agua y una suave brisa que soplaba, procedente de las majestuosas montañas que rodeaban Lorianne, una paz se respiraba en aquel lugar en el que llegamos. Vimos una vieja aunque bien cuidada cabaña y un hombre, de avanzada edad, gran estatura y una corpulencia física excepcional, estaba allí relajándose en su silla.

Era evidente que aquel hombre, de enormes y destacadas cicatrices sobretodo en su rostro, había vivido una larga e intensa vida, repleta de aventuras y batallas, no era de extrañar que su leyenda era tan conocida al menos en el reino. Arthur y yo nos acercamos a él a saludarle cordialmente, aunque yo sentía un hormigueo en mi interior.

-Discúlpenos, ¿usted… es el gran sabio Khel? – tenía la voz algo temblorosa.

-¿Y quién lo pregunta? ¡Un par de mocosos que no tienen nada que hacer que venir molestar a este anciano en su descanso! Ya podéis largaros a jugar a otra parte.

De repente, Arthur tan fácil de provocar como de costumbre, perdió los nervios y se mostraba indignado ante el malhablar del sabio.

-¡Oye viejo!¿crees que puedes hablarnos así y quedarte tan a gusto? 

-¡Ja! Muestra más respeto hacia tus mayores… ¡mocoso desvergonzado!

Antes de tratar de tranquilizar a Arthur, ya se lanzó sin pensar a atacar a Khel. No deseaba esto ¿ es que Arthur no se daba cuenta de que sus acciones estaban fuera de lugar? Sin embargo, ocurrió algo increíble, un movimiento tan fugaz que no pude seguirle con la mirada, aquel hombre se levantó e inmovilizo a Arthur, tumbandolo en aquel verde y suave césped. Arthur no podía soltarse de ningún modo por más que trataba de separarse de Khel, gritaba de rabia y frustración.

El hombre mostraba un rostro desganado y de aburriento, estaba retirado pero aun mostraba su tremenda fuerza vigorosa. Sentía admiración por él, era la única persona que nos podía ayudar a conocer los misterios del mundo exterior y como sobrevivir a sus mayores peligros. No me quedaba otra, debía hacer lo necesario. Cogí a Arthur del brazo y le dije que me dejase hablar a mí.

-Sabio Khel, disculpe la grosería de mi amigo. Por favor, necesitamos su ayuda, usted es el único que puede hacerlo.

-Lo que me faltaba, un mocoso desvergonzado con una sucia lengua y otro mocoso llorón suplicando ayuda. No duraríais ni una hora allí a fuera.

Pensé que aquellas palabras harían que dudase de mí mismo, pero no fue así, tras largos años de preparación para este momento, no podíamos permitirnos abandonar. Trataba de explicar y convencerle, nuestros sueños, nuestras metas…nada podía detenernos y avanzar para cumplir con nuestro propósito. Khel de pronto, se mostraba con un rostro serio, su mirada tan penetrante e intimidadora, se clavaba en la mía absolutamente decidida. 

Comenzó a hablarnos en un tono más calmado y abierto, trataba de hacernos entender que el mundo exterior que tanto ansiamos descubrir, estaba más allá de nuestra imaginación, no era muy diferente a lo que siempre nos dieron a entender lo que era el infierno. Grandes, veloces y hambrientas criaturas, crueles y viles seres de otro mundo, bandidos y saqueadores que no dudaban en atacar a sangre fría y matar a todo aquel que encontraban a su paso…esa era la realidad de lo que nos esperaba allí a fuera. No, nada de lo que nos contaba nos hacia cambiar de idea, estábamos decididos y en ese momento, fue cuando ese hombre tan serio y apático, comenzó a reír a carcajadas.

-¡Empezáis a caerme bien! pero no basta la simple palabrería. Está bien, si cumplís esta prueba, tal vez me lo piense.

-¿Qué clase de prueba…lavarle sus apestosos pies…? -Arthur continuaba mostrando cierta desconfianza hacia Khel.

-Tú empieza por cuidar tu lengua, mocoso…en este mundo, los temerarios impulsivos y gallitos como tú ¡son los primeros en morir!

Arthur cerraba con fuerza sus puños y rechinaba sus dientes, sonaban crueles esas palabras, pero tenia gran parte de razón, no me lo perdonaría jamás si le ocurriese algo al que considero como a mi hermano. Khel volvió al grano, nos explicó que a lo alto del Monte Roc, una montaña detrás de la cabaña del sabio, donde un largo camino serpenteante se dibujaba desde la cabaña hasta una cueva, donde al otro lado de ella, habitaba un ave conocida como Halcón Escarlata. Khel nos explicó que el tamaño de esta ave no era habitual, se dice que proviene del exterior y que el ecosistema de donde originalmente provenía, lo volvieron de un tamaño gigantesco, el sabio además conocía sus costumbres como su hora de dormir o salida del nido para cazar, a esta hora debía de dormir. El objetivo, una prueba de valor y astucia, llegar hasta el nido, coger uno de sus preciados huevos y volver a la cabaña con él.

Dicho esto, nos pusimos de inmediato en marcha. A Arthur se le veía muy animado y entusiasmado, yo no era tan apasionado como él y eso a veces hacía que se me escapase una sonrisa como de desear ser a veces igual de despreocupado y lleno de energía, pero yo era más calmado y reservado, no mostraba tan abiertamente mis sentimientos, no iba conmigo pero sentía siempre que debía proteger a Arthur con mi vida y tal vez, el mundo exterior nos ayudaría a ambos a evolucionar, él podría ganar experiencia y madurar en su toma de decisiones y yo comprenderme más a mi mismo, quizás ser una persona más fuerte y abierta y proteger lo que mas quiero. Tantas cosas se me pasaban por la cabeza en aquel momento que ya sin darnos cuenta, al atardecer ya habíamos llegado al final del camino.

Hermoso, impresionante…nos volteábamos viendo desde lo alto del camino como brillaba el valle. Entramos a la cueva que mas bien, era un pequeño pasadizo que nos conducía al otro lado, tal y como Khel nos contó. Saliendo, vimos que el sendero continuaba subiendo hacia la cima, allí ya tragamos saliva y nos entró a ambos un terrible escalofrío, vimos un enorme nido de tamaño espeluznante.

Al llegar, se nos quedó el rostro pálido. El Halcón Escarlata, una tremenda criatura de color rojizo con tonalidades claras y oscuras en sus plumas, debía tener 5 metros de largo y sus alas aunque estuviesen recogidas en ese momento, también debían de ser enormes, sus acurrucadas patas con garras afiladas y un pico algo curvado lo convertían en un ave peligrosa.

Khel lo sabía, si queríamos sobrevivir al mundo exterior, debíamos prepararnos mentalmente para ocasiones como esta, no, no servía para nada pensar en que esto era demasiado peligroso, no, pensé que lo que nos esperaría era mucho peor que esto.

-Oye Lance…- comenzó a susurrarme Arthur- yo me acercaré siglosamente hacia él, cogeré el huevo, te lo entregaré y saldremos con cuidado de aquí. 

Me sorprendió Arthur, se le veía sereno y confiado. No parecía intimidarle la criatura y eso era lo que me preocupaba, tenia un mal presentimiento. Se acercó al huevo y lo cogió, era de un tamaño algo más grande que una pelota. Cuando llegó hasta a mí, me lo entregó y comenzamos a bajar el sendero hasta el pasadizo hasta que de pronto, una rama fue pisada por Arthur, el ruido no parecía tan significante pero una información desconocíamos sobre el halcón, tenia un oído enormemente desarrollado, abrió sus penetrantes y atemorizantes ojos completamente imbuidos de un color amarillento. 

-¡Corre, Lance, protege el huevo! ¡Yo lo entretendré!

-¿¡Qué estas haciendo, loco!? -lo sabía, Arthur es demasiado temerario y no le importaba enfrentarse a cualquier peligro. No podía dejarlo solo.

El halcón voló directo hacia Arthur, era veloz, su enormes alas desplegadas lo hacian aun más abrumador, estaba furioso por robarle el huevo. Intentaba atacarnos en picado y desgarrarnos con sus afiladas garras. Le lancé una piedra llamando su atención y lo atraje hasta el pasadizo, donde era demasiado estrecho para la criatura, teníamos la ventaja. Arthur trataba de subirse a él pero sin éxito, hasta que ocurrió lo peor, una de sus garras lo alcanzó en su estomago, solté un grito de preocupación y al mismo tiempo , cogí una afilada rama del suelo y se lo clavé en los ojos del halcón, logré cegarle. 

-¡Vamos, Arthur, corramos!

-El huevo, Lance…

-¡¡Olvídate de eso!! – preocuparse ahora de un huevo cuando veo como está gravemente herido. Estaba muy enfadado con Arthur y al mismo tiempo, preocupado y asustado por la criatura que aun con su gran oído nos perseguía aunque le costaba avanzar, pero sobre todo preocupado por mi buen amigo, no quería perderlo.

Cuando llegamos al final del pasadizo, una corpulenta figura conocida nos esperaba allí a fuera. Era el sabio Khel, que pasó al lado nuestro y se dirigió hacia la criatura con aquella misma rapidez que utilizó contra Arthur la primera vez , dio un gran salto y con un derechazo con una fuerza abrumadora y sobrehumana , derribó al peligroso halcón.

-Tú, mocoso miedica. Coge el huevo.

-Pero señor, Arthur…

-¡Silencio! Yo cargaré con él. Coge el huevo.

Le hice caso, cogí el huevo y regresamos hacia la cabaña. Con lágrimas de impotencia, de frustración, de preocupación y de remordimientos, volví a estar pensando…que débil que soy, yo debía de haber sido más valiente, yo debía de haber distraído al halcón y Arthur escapar con el huevo.¡¡Soy un cobarde y la vida de mi amigo corre peligro!!. Por favor , Arthur…no mueras aquí …

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II: El mundo exterior 

Cayó la noche, el sabio Khel se pasó horas encerrado en la cabaña junto a Arthur; no sabía nada sobre si estaba bien o no, solo podía esperar a fuera sentado, mirando el lago.  

No dejaba de imaginar el mundo exterior,  pero solo junto a Arthur, viajando y viviendo grandes aventuras. Finalmente,  la puerta de la cabaña se abrió y salió el, a simple vista,  muy cansado Khel. Quién sabe que estuvo haciendo todo este tiempo en la cabaña. 

-Dígame ¿cómo está mi amigo?

-Si no hubiera sido por las propiedades curativas de ese huevo…te aseguro que ese mocoso no hubiera vivido para contarlo. ¡Bebe, anda!

Eso explica de lo que trataba ese huevo, tal vez el sabio también lo necesitaba porque se le veía muy débil. Me ofreció una bebida caliente mientras se sentó a mi lado, sacó una especie de petaca tallada a mano y bebió de ella; no parecía una bebida suave por la cara que mostraba después del trago.

Aproveché la ocasión para preguntarle información sobre el mundo exterior y todo que nos podríamos encontrar.

– ¿Has oído hablar del infierno? Entonces saca ahora mismo de tu hueca cabeza todo lo que te han sobre él ¡Lo que hay allí a fuera es peor que el infierno!

No creo que su intención fuera la de asustarme,  sino de prepararme. Khel comenzó a describir todo lo que vio en sus recuerdos del pasado, cada zona donde recorria la tierra. Las tres tierras de Lorianne, cada una con sus peligros : las temibles y acechantes bestias del «Valle Salvaje» , los sanguinarios guerreros indígenas del «Bosque de los Tormentos» y los oscuros guardianes de otro mundo que descansaban en «Las Montañas Embrujadas «.

Comprendía cada palabra que contaba y aún así, continuaba decidido a ver con mis propios ojos todos aquellos territorios y continuaba la idea de que alguien tan experimentado como Khel fuese nuestro maestro, no obstante, no se le veía por la labor de querer instruirnos. 

-Descansa un poco, anda. Mañana,  ya veré que hacer con vosotros. 

Me retiré a dormir, ha sido un largo e intenso día y deseaba que el siguiente fuese el comienzo de todo.

Era un día agradable el siguiente, el resplandor cegadora del sol de buena mañana que se reflejaba en agua cristalina del lago, la suave brisa que soplaba y los pájaros del lugar cantando una relajante melodía. Desperté escuchando unas voces muy conocidas: una era la del sabio Khel,  gritando malhumorado como era de costumbre y la otra…abrí la puerta de la cabaña, nervioso y no podía creer lo que veían mis ojos.

-Mocoso desvergonzado¿cuántas veces debo repetirtelo?¡te abalanzas a lo loco sin pensar!

-Maldito viejo ¡deja de ladrar y defiéndete!- Arthur estaba completamente recuperado y lleno de energía – ¿Lance? ¡Eres un vago! Ven aquí y ayúdame con el viejo.

El mismo bocazas de siempre, pero a pesar de todo, me alegraba de corazón que estuviese bien.  Khel nos dijo que a pesar de todo, cumpliría la promesa de adiestrarnos con dureza y a prepararnos para nuestra ansiada aventura. Seis meses era el tiempo que teníamos, entrenar nuestro cuerpo físico, aprender técnicas de esgrima avanzadas para aplicarlas cuerpo a cuerpo ante hombres, bestias entre otras criaturas y consejos de supervivencia para sobrevivir a aquellas tierras hostiles.

Aquellos seis meses, a pesar de vivir cada día como si fuera el último de nuestras vidas, pasaron rápidamente. Era el día de nuestra partida y estábamos preparados o eso creíamos, cuando Khel nos detuvo un instante; es increíble lo de este hombre, cargando con aquel viejo baul gigantesco.

Cuando lo abrió, vimos todo un completo arsenal, con dos espadas en buen estado y armaduras relucientes. Era como si durante este tiempo, el sabio las hubiese cuidado y preparado  a conciencia para que unos jóvenes aventureros se las llevasen. Arthur se fijó en un misterioso orbe que también se encontraba en el baúl. Khel nos contó que ese orbe era muy especial, un amuleto y que cuando llegase el momento adecuado, nos ayudaría, también nos entregó 5000 piezas de oro y un mapa de la región de Lorianne.

Estábamos listos para el viaje, nos despedimos de Khel y nos dirigíamos a la entrada de Mistar, nuestro primer destino, Romsdar.

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III: La llegada a Romsdar 

Finalmente tras toda la vida en nuestro preciado reino, viviendo con sus amables gentes, años de entrenamiento y preparación dieron sus frutos para este día. 

Arthur y yo nos encontrábamos en las afueras de Mistar, iniciando nuestro viaje y descubrir tierras que jamás pudiéramos imaginar. Un paisaje inmenso, a simple vista no parecía para nada terrorífico,gigantescos campos abiertos, largos caminos donde no alcanzaba la vista hacia el horizonte, enormes y verdes árboles y un viento agradable que nos soplaba de cara. 

El día nos era favorable y caminamos hacia Romsdar. Según la información de Khel no estaba demasiado lejos de Mistar, unos diez kilómetros y dos horas a pie; no sabíamos aún así que nos podía esperar durante el camino y debíamos estar alerta.

Arthur no dejaba de observar el amuleto que nos dio el sabio, lo levantaba hacia el cielo cerrando su ojo derecho y tapando la visión entre su ojo izquierdo y el sol, sentía curiosidad aunque no dejaba de preguntarse que utilidad podría tener. Él nunca creyó demasiado en la magia, sin embargo yo si curioseaba en la biblioteca cuando no entrenaba, siempre he sentido interés en la historia de nuestro mundo aunque por alguna razón, no hay demasiada información más allá de nuestro país, solamente pequeños detalles fácilmente manipulables que la realeza trataba de ocultar. 

Esa era otra de las razones por las que yo deseaba viajar, conocer aquellas tierras ocultas y estoy seguro, que después de haber presenciado con nuestros propios ojos una criatura como aquel halcón, otras criaturas aún más temibles nos esperaban por todo el mundo.

De pronto, oímos una voz masculina hacia adelante.

-¡Socorro, que alguien me ayude!

Un hombre de mediana edad se aproximaba corriendo hacia nosotros, como si huyese despavorido de alguien o de algo. Vimos que tras él, un grupo de cuatro coyotes adultos, de un tamaño considerable, tonalidades grises y marrones y de aspecto feroz que lo perseguían, a punto de ser cazado, era la ocasión perfecta para probar nuestra habilidad aprendida estos meses. Arthur por la derecha y yo por la izquierda tratamos de atraer a los coyotes, Khel sabía perfectamente como tratar a estas bestias, con más astucia y rapidez que ellos; no fueron rivales para nosotros y notoriamente malheridos, el grupo de coyotes huyó.

-Gracias, muchachos, os debo la vida . Por favor, perdonadme por pediros esto, ¡ayudad a mi pueblo!

Tratamos de tranquilizarlo, al parecer, aquellos no eran simples coyotes salvajes, sino que pertenecían a alguien. Romsdar, habíamos llegado en pleno caos , unos bandidos trataban de atacar y saquear al pueblo. Delante de nosotros, todos los pueblerinos observaban atemorizados la escena, habían tres hombres, dos encapuchados, cada uno sujetando a una mujer como si fuesen rehenes apuntando a su cuello con sus dagas y uno más corpulento que ellos, larga melena oscura, una barba descuidada y con tres enormes cicatrices que atravesaba todo su lado izquierdo, dejándo cerrado su ojo. Estaba levantando y agarrando por el cuello a un hombre de muy avanzada edad.

-¡Muy bien, viejo, te lo repetiré de nuevo, pide a tu pueblo que nos traiga todo su oro o tu familia lo pagará!

-Tenga piedad, señor. Suelte a mi mujer y mi hija, no puedo pedirle a mi pueblo tal cosa.

Aquel anciano parecía ser el alcalde y estaba en graves problemas. No podíamos abalanzarnos así sin más hacia esos bandidos, la vida de esas mujeres corría peligro. Aquellos bandidos reían y disfrutaban mientras que nosotros nos sentíamos frustrados al no poder hacer nada, cuando de pronto, un par de proyectiles que fueron disparados hacia los encapuchados, dieron en sus cabezas y soltaron a las rehenes, escapando de ellos. Arthur y yo aprovechamos el momento para pararles los pies antes de que las atraparan de nuevo. 

-¿Quién diablos sois vosotros? El jefe de los bandidos nos observó malhumorado, soltando al alcalde- ¡¡pagareis por entrometeros en mis asuntos!!

Tanto el jefe como sus lacayos nos rodearon. Sacaron largas y afiladas espadas dispuestos a despedazarnos, los encapuchados no parecían gran cosa, el jefe era el verdadero problema. Nos superaban en número cuando de pronto, una misteriosa voz masculina, que parecía no ser de un adulto, comenzó a hablar. 

-Sois muy gallitos tratando así a un indefenso anciano, a unas mujeres hermosas, unos pobres y humildes pueblerinos y la cobardía de rodear así a unos jóvenes extranjeros .

A una velocidad increíble, se desplazó una figura hacia el cuerpo del jefe bandido, dándole una patada en el estómago, haciéndole caer al suelo aunque no parecía haberle hecho gran daño. Se colocó delante nuestro. Ninguno de los dos fuimos capaces de observar sus movimientos, nos recordó como Khel demostraba la misma velocidad frente a nosotros en muy pocas ocasiones.

-Eh, vosotros. Hablaremos luego, ayudadme a acabar con esta gentuza.

Arthur se encargó de noquear a uno de los lacayos y yo del otro. Solo quedaba el jefe que con una maliciosa sonrisa, lanzó una especie de proyectil luminoso y escapando, no sin antes gritar a todo el mundo jurando venganza y que arrasará todo el pueblo si al anochecer no les entregaban todo el oro del pueblo; desapareció sin rastro suyo ni de los encapuchados.

Los pueblerinos respiraron algo más tranquilos aunque preocupados por las amenazas. Agradecieron mucho a William, el nombre de ese chico, no mucho más mayor que nosotros, cabello castaño medio largo recogido con una coleta y un pequeño aro en su oreja izquierda, físicamente no muy alto aunque destacaba su capacidad muscular debido a un duro entrenamiento, unas piernas fuertes y vestía ropa completamente oscura .

El alcalde nos agradeció tanto a nosotros como a William que les salvasen la vida, nos ofreció hospitalidad por las molestias. No creíamos que nuestra aventura comenzase así, aunque ya estábamos advertidos de que acechaba el peligro allá a donde fuésemos, pero ¿quien es este chico? Se movía más veloz que el mismo viento, debía saber más sobre él. 

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IV: Deseos de venganza 

Todo parecía haberse calmado, por ahora,aquellos bandidos seguro volverían y seguro que no de muy buen humor. Nos encontramos en casa del alcalde, tanto su esposa como su hija a las que salvamos su vida, nos prepararon desde luego un gran festín con toda clase de verduras y hortalizas, tomates, patatas, zanahorias…recién extraídas de su huerto, fruta madura de su increíble plantación de árboles, la carne y el pescado en su punto y huevos frescos de su granja. Romsdar no disponía de muchas riquezas pero si de sus ricos alimentos, algo que los bandidos no daban el valor que merecían.

Eso nos explicó el alcalde, que por más que les trataban de entender que no tenían otra cosa de valor como oro y joyas, no escuchaban, lo más peligroso es que usaban bestias salvajes para s y darles caza, acabando con la vida de muchos pueblerinos tanto el suyo como anteriores pueblos que atacaron alrededor. Ahora entendemos de donde salieron aquellos coyotes, es imperdonable como trataban cruelmente a la gente.

-Maldito seas Zork…se lo haré pagar, primero mis padres y ahora mi pueblo que es lo único que me queda- al chico se le veía completamente furioso.

-Te llamabas William ¿cierto?¿Quién es ese tal Zork? – no dude en preguntarle.

– ¿Recordáis a ese montón de músculos de antes? Ese es Zork «ojo de tigre», el jefe de aquellos sucios bandidos y el asesino de mis padres…

William nos contó que hace tres años, él y sus padres salieron de Romsdar hacia lo que en su momento fue la aldea de Ghala. Le preguntamos por qué eso último, pues fue completamente arrasada por unos bandidos y una jauría de bestias hambrientas. Por desgracia, William y sus padres se encontraban allí en ese momento, comenzaron a matar a sangre fría a todos los aldeanos, los padres de él corrieron aterrorizados tratando de protegerle, estaban atrapados al borde de un precipicio, justo debajo estaba el río.

-¡Rápido, saltad! ¡Tenéis que vivir!

-¡Padre, ven con nosotros por favor!- aún recordaba tristemente un joven William aquellos momentos.

-Escucha,William. Te quiero, hazte fuerte y protege a tu madre.

Su padre hizo de carnada para que no les persiguiesen y se sacrificó, salvando a su mujer y su hijo que se tiraron y fueron rio abajo. William con lágrimas en sus ojos, sentía impotencia. Cuando aparecieron en la orilla, en el bosque, vieron una intensa humareda a lo lejos, la aldea de Ghala y sus habitantes habían sido engullidos por las llamas. Pero no estaban a salvo, porque un hombre con un aspecto peligroso y salvaje se cruzó en su camino. Ese hombre con un cuchillo en su mano derecha, se acercaba lentamente hacia ellos.

-¿Qué tenemos aquí? Parece que es mi día de suerte, dos presas más a las que disfrutaré cazando.

-¡Corre William! ¡Huye!- le decía su madre tratando de protegerle.

Pero William no quería huir. Se lanzó rápidamente hacia aquel hombre y este le dio una fuerte patada en su estómago. Reía a carcajadas el hombre que encontraba gracioso al chico. Su madre la lanzó una piedra para que volviese a llamarle la atención y dejase en paz a William, le hizo una herida en la cabeza, algo que al hombre con una expresión furiosa no le sentó nada bien.

Se lanzó despiadadamente hacia la joven mujer y le clavó su puñal en el estómago. William aún en el suelo retorciendose de dolor por la patada, presenció con sus ojos la escena, soltando un triste grito viendo como su madre lo miraba y caía. Aquel hombre miraba a su madre con una expresión malvada de satisfacción, después comenzó a acercarse a William, dispuesto a hacer que sufriese el mismo destino, el chico no podía moverse.

De pronto, apareció una enorme criatura lo que parecía ser un oso, acercándose hacia ellos dos.

-Que divertido…¿crees que puedes plantar cara a Zork «ojos de tigre», bestia desagradable? – con una sonrisa y un deseo de buscar diversión, el oso se abalanzó hacía el con intención de matar mientras que Zork lo trataba de derribar.

El oso era muy agresivo y de un zarpazo, arañó el lado izquierdo del hombre, que pegó un grito de dolor . William se escondió entre unos arbustos mientras veía la escena, lo que presenció fue como aquella bestia salvaje, y no era precisamente el oso, logró sobrevivir. Zork estaba malherido, sangrando por el lado izquierdo de su rostro y lleno de heridas en su cuerpo, con la ropa desgarrada. Gritaba a carcajadas que era el más fuerte, que nadie era rival para él, William con lágrimas en sus ojos pensaba en ese momento en que se haría más fuerte, que plantaria cara a aquel asesino y se vengaria por lo que les hizo a sus padres. Habiendose Zork olvidado de William en ese momento, el chico dejó atrás el bosque, dirigiéndose de nuevo a Romsdar, estaba abatido y no tenía ningún otro sitio a donde ir, solo regresar a su hogar. Cuando llegó al pueblo, todos sus habitantes vieron como se desplomaba en la entrada, preocupados por él.

Aquella historia nos dejó atónitos, sentíamos en parte lástima por lo que sufrió William y entendíamos como deseaba vengarse de aquel bandido despiadado. Nos contó que estuvo estos años entrenándose en cuerpo y mente para este momento, le dijimos que lo ayudariamos pero se negó, no deseaba involucrarnos, que este era su problema.

Cuando cayó la noche, a la entrada del pueblo, Zork y sus bandidos volvieron, junto a una jauría de coyotes hambrientos.

-¡Lo diré una sola vez, entregadnos todo lo que tengáis de valor o vosotros y vuestro patético pueblo seréis historia!

Tras estas amenazas, la gente corría atemorizada mientras los coyotes se lanzaron hacia ellos, el pánico se apoderó de Romsdar, mientras Arthur, yo y un William con la mirada clavada en Zork, nos disponíamos a defender el pueblo con nuestras vidas. ¡No permitiremos que estos bandidos continúen con sus crueles actos !

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