Recuerdo la última vez que estuvo así, y es que realmente la primera vez que paso no entendía lo que sucedía.
La casa ya no se sentía igual, tenía flores y todas se las llevó a la oficina. Deje de ver tazas de café caliente en la mesa, ahora parecía que vivía en una bodega por algunas cajas que tenía en la sala. Poco a poco me quedé con mis rincones favoritos vacíos.
Antes había un balón de fútbol y los sábados jugaba con Jeff. Había un calendario con puras «x», Susan marcaba los días que pasaban antes de viajar a Madrid.
Hacía frío, y el viento soplaba como reclamando hojas secas en las calles para tener a quien azotar. Llegué a pensar que no le prestaba atención a Susan, porque había cambiado. Ya no tenía mi leche caliente por las noches, y dejó de vestir de colores rosas. Parecía que estaba en un funeral constante, no niego que el negro le quedaba de lujo, pero esas gafas que se ponía ya no me dejaba ver sus hermosos ojos cafés.
Jeff no volvió a casa, el sábado vinieron unos extraños a llevarse las cajas que estaban en la sala. Y en una de ellas se llevaron el balón con el que jugaba. Clara la vecina de Susan vino ayudar a sacar las cajas y antes de hacerlo le decía a Susan «tranquila, un te quiero no es suficiente».
El señor de barba que terminó de sacar las cajas parecía no hacerme caso, trate de impedir que se llevará las cajas que tenían las cosas de Jeff, no me escuchó. Lo único que hizo fue moverme de su camino y al final por mi insistencia me encerró en el baño. No importó todo el ruido que hice, pues Susan salió a la calle principal. Entonces mi maullido desde el 4 piso era inútil.
Cuando escuché que alguien lloraba, rasqué la puerta y rápidamente la abrieron. Ahí estaba mi hermosa Susan. Tenía sus ojitos llenos de lágrimas, me partía el corazón, al verme me tomó entre sus brazos y me llevó al sillón principal de la sala. Intentando tranquilizarse, me sentó frente a ella.
No sé cómo empezar me dijo, pero no quiero que seamos dos extraños, has estado conmigo por mucho tiempo. Toda una vida, me has dado alegrías y la mejor compañía por la noche cuando he tenido que estudiar o trabajar. Recalcó.
Movi mi cabeza intentando descifrarla. Al no poder hacerlo, salte hasta ella, y me dejó sentar entre sus piernas. De pronto, me recordó que en enero Jeff empezó un curso en Japón, y resulta que se enamoró de alguien más. Por eso había tantas cajas, Susan envió sus cosas hasta la casa de los padres de Jeff. Me daba coraje con lo que me conversaba, mi Susan era un chica increíble.
No digo esto porque se trate de quién me ha cuidado desde que me encontró en ese basurero. Pero, ella era capaz de curar el alma, el corazón. Cuando estaba pequeño y enfermo, me cuido como uno más de su familia. Me recogió y prometió que no volvería a sufrir en está vida y así fue.
Ahora que la vida le dolía a ella, no sabía que hacer. Si pudiese hablar creo que diría lo que los humanos dicen de repente «todo estará bien», «ya llegará otro», «no te merecía», y así muchas cosas que le hagan notar que ella estuvo bien todo el tiempo y Jeff fue un maldito.
Esto último, fue muy grosero de mi parte. Sin embargo, el coraje que me provoca Jeff en este instante me da ganas de saltarle a la cara y cachetearlo por lastimar a mi Susan. Pero si lo tuviera en frente, se que no sería capaz porque también me cuido y el último año en verdad la pasamos como una familia.
No entiendo cómo funcionan las relaciones de los humanos. Lo que si sabía es que Susan se equivocó al poner toda su atención en Jeff, y dejar de socializar con sus amigos y familia. Todo se trataba de él, y salir a la playa se volvió como un lujo, esta estaba a unas cuadras de la casa y han pasado varios meses sin poner un pie en ella. Ya no iba los fines de semana a conocer nuevos lugares y seguir coleccionando artesanía que colgaba en el jardín de la casa, dejoy de pintar. Estaba alejada de la realidad, y ahora que Jeff se fue de su vida era como que no tenía un norte, decía que su vida se sentía oscura como la noche.
Queria explicarle que así como el día, la noche tenía su magia. ¡Vamos Susan!, acaso no has visto una luna llena reflejarse en el agua, las estrellas compitiendo por ser la más brillante del cielo, y no recuerdas esas tazas de café caliente que has bebido sentada en el filo de la ventana, quería preguntarselo. Era inútil, en aquel instante ella no lo recordaba y estaba bien.
De alguna manera tenía que sacar su tristeza. Cómo ella disfrutaba de pintar, corrí hasta el cuarto de lectura y lleve en mi hocico un pincel hacia ella. Por un instante me sonrió. Luego secó sus lágrimas, me abrazo y me beso.
Mi querida Susan, no puedo hablar, pero sé que serás una mujer más fuerte, inteligente y no espero a ver esto luego de que sanes tú corazón. Hoy solo me acomodare para recibir tu afecto, espero ayudarte con mi compañía.
Porque como dice Mili, si quieres llorar, háblame. Si quieres salir ha bailar, contáctame. Si quieres mandar todo al carajo, recuerda que quiero hacer lo mismo. Siempre que veía a esta loca amiga tuya, me reiniciaba la vida con todo lo que decía, pero la energía que tenía me gustaba y ya quería que sea fin de año para volver a verla.
Pero si, como dice ella, o un poquito menos, yo solo puedo decirte «aquí estoy Susan»..
OPINIONES Y COMENTARIOS