La efigie de Ritiwawa

En la cima de unas montañas nevadas, una cometa amarilla con forma de pez se deslizaba hábilmente entre las corrientes de aire gélido y una débil neblina que se desprendía del glacial más extenso entre aquellas montañas.

Un muchacho con ropa extraña sostenía aquella ordinaria cometa.

Era Ram, a quien le gustaba mucho jugar con cometas, era una diversión que había desarrollado después de repetidos viajes a la playa y la insistencia de su madre a que encontrara algún pasatiempo. Aquella mañana se hallaba particularmente emocionado ya que era la primera cometa que alzaba en la cima de una montaña tan alta.

– … madre si tan solo pudieras verme … – Suspiro Ram.

Había pasado 3 días desde que llego a aquellas montañas a explorar los glaciares y los manantiales que se extendían en la parte media y circundante de donde se encontraba, no había tenido éxito en encontrar aquello que buscaba, así que decidió quedarse un día más y disfrutar del buen clima que se presentase en aquellas cimas.

– ¿Debería ir mañana más al este donde está el gran lago o al sur donde están los volcanes? – Se pregunto Ram, mientras recogía su cometa. – No, no … demasiado largo el camino … no ahí suficiente comida y agua. –

Ram solía hablar consigo mismo cuando estaba solo, era consciente que era un mal habito, pero no le importaba en ese momento. El viaje había costado más recursos de los que esperaba, necesitaba reabastecerse y el poblado más cercano … estaba bastante lejos.

– Probablemente tenga que dejar las montañas antes del anochecer y … ¿Ha? – Ram se sorprendió por la repentina llamada que recibía, el teléfono era la línea de emergencia que le dio a Paco cuando este se mudó a su nueva casa. Por un momento dudo en responder, pero al final decidió contestar.

– «Una promesa es una promesa al fin al cabo» – pensó mientras contestaba el teléfono.

————–

– ¿Como te llamas? ¿Como te llamas? ¿Como te llamas? ¿Como te llamas? ¿Como te llamas? …. – Yoselin no paraba de repetir la misma pregunta a la efigie en medio del jardín.

Paco, que la miraba desde la sala continua, suspiro preocupado.

Había llamado a Ram temprano, no quería hacerlo ya que sabía de la misión que estaba cumpliendo, pero no tenía otra opción, no quería arriesgar a su familia a algún tipo de amenaza mágica, sobrenatural o lo que sea, menos aún en vísperas de navidad.

– Disculpa tío … ¿Pudo averiguar algo sobre … usted ya sabe …? – Paco pregunto tímidamente a la otra persona que estaba en la sala.

– ¿Uhmm? ¿Duendes? No mucho. – Respondió su tío, mientras tomaba otro sorbo del café de la mañana.

Elias Benavides era tío de Paco por parte de su madre, al igual que ella se volvió docente de escuela pública, pero no lo hizo por vocación sino por presión de sus padres. Con sus 30 años como docente había terminado amando su profesión.

– Pero tío estuve investigando y ¿Realmente existe la ciudad de los duendes? – Dijo Paco seriamente.

– Mm – Elias dejo la taza vacía en la mesa – Bueno si hay una ciudad de duendes o más bien muchas ciudades de duendes, veras Paco en todo el país hay muchos lugares que tienen ese nombre.

– ¿Muchas ciudades de duendes? ¿De veras? – La cabeza de Paco ya empezaba a dolerle, eso no lo sabía, nunca le pregunto a Ram si existían los duendes, le había contado sobre los fantasmas y demonios, pero no tenía idea que existiera toda una civilización de duendes ahí afuera.

Viendo el pánico en la cara de su sobrino, Elias sonrió. – Espera no te angusties Paco, se llaman ciudad de duendes, pero en realidad son lugares que fueron habitados antiguamente por personas de baja estatura, personas que sufrían de enanismo debido a su alimentación o genética, las casas que construyeron estas personas eran la mitad de grandes en comparación de como vivimos ahora.

– ¿Enanismo? – Repitió Paco algo aliviado y confundido.

– Si, son personas con un metro o menos de altura – Le respondió su tío. – Mira aquí tengo unas imágenes de una ciudad de duendes.

Paco vio las imágenes en la laptop de su tío, eran imágenes de unas casas en ruinas con puertas de un metro de alto, él ya las había visto cuando investigo sobre los duendes la noche anterior así que no se sorprendió. Entonces otra pregunta empezó a formarse en su cabeza.

– Espera tío, no creo que sean los mismos duendes que Yoselin dijo haber visto – Paco acerco una hoja que estaba en la mesa, tenía la imagen mal hecha de lo que parecía ser un mono emplumado con sombrero. – Yoselin dijo que median igual que sus manos eso sería 10 centímetros como mucho. ¿No serán otros duendes?

– Si ella dijo eso, pero conociendo a tu hermana, puede que lo esté inventando o haya visto otra cosa. – Dijo su tío mientras volteaba a ver el jardín.

Yoselin seguía atormentando a la efigie con la misma pregunta.

Elias ya conocía las invenciones de su sobrina, historias sobre un pez dorado que vivía en el cuarto de su hermano, otra sobre un grillo gigante que quiso devorarla, la más fantástica era su viaje al centro de la tierra y luego al espacio. Pero en esta ocasión tenía una prueba a su favor, la efigie de hielo en el jardín.

Habían pasado 3 días desde que apareció, al principio pensó que era una broma por parte de su sobrino o de los vecinos, así que no le dio importancia, dejo que la familia se acercara y tomara fotos, la efigie tenía un buen aspecto y tamaño razón por la cual no pensó en moverla de inmediato, supuso que se derretiría junto con la nieve una vez que empezara hacer calor, aquellos días aumento el calor en la tarde y dejo de nevar en la noche, como se esperaba la nieve termino derritiéndose, pero no la efigie.

La efigie no se derretía en absoluto, de hecho, parecía haber crecido un poco, haciéndose ver ligeramente más alta que Yoselin y con rasgos menos infantiles.

Al ver la preocupación en el rostro de su tío Paco empezó a dudar. ¿Debería contarle sobre Ram?

Paco se armó de valor y dijo.

– Tío, la abuela preparara pavo a la naranja este año, ¿Usted lo ha probado antes? – Paco se maldijo internamente, ¿cuándo dejaría de ser un cobarde y decir lo que realmente piensa?

– A no lo he probado nunca – su tío respondió desconcertado por el repentino cambio de tema – ¿Pero no es tu madre quien lo va preparar?, yo esperaba que hicieran lechón este año. – a Paco no le llamo la atención la ligera decepción en la voz de su tío, era bien sabido entre la familia que él era fanático de la carne de cerdo.

Yoselin ingreso corriendo a la sala.

– ¡Me dijo su nombre! ¡Me dijo su nombre! ¡Me dijo su nombre! – Tenia un rostro lleno de euforia, que habría puesto nervioso a cualquiera.

– «Su nombre …» – Pensó Paco, antes de ser interrumpido por la evidente respuesta.

– Se llama RITIWAWA –

————–

Ram se acomodó lo mejor que pudo en su asiento, resultaba poco confortable, pero considerando el precio que pago no tenía nada de que quejarse, el bus que lo transportaba tardaría como mínimo 6 horas en llegar a su destino, debía aprovechar todo ese tiempo para descansar e imaginar las excusas que daría los familiares de Paco por su repentina visita.

¿Si solo fuera honesto como responderían? – pensó con una ligera sonrisa.

– ¡Faltaban solo 24 horas para «Noche Buena»! – la radio del bus le dejo un último mensaje antes de caer en un profundo sueño.

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