Con los dedos en la boca

No es que me alimentes, son tus dedos en mi boca lo que me molesta. Aunque el que me alimentes con lo que te da la gana me incomoda.

Me he encontrado con reacciones muy negativas y contundentes al respecto de la inclusión. Con una forma de pensar que raya peligrosamente con actitudes muy negativas, permitiendo que ideas indeseables para nuestra sociedad se fortalezcan. Y digo indeseables porque no creo que deba ser prohibida la postura de nadie.

Creo que Popper se equivoca. Si no toleras la intolerancia eres un intolerante. Si dejas que la intolerancia campe a sus anchas eres un tonto. ¿Qué tal que en lugar de esconder los malos actos de la humanidad los evidencias y les quitas fuerza?

Sin embargo, lo que hacen las compañías que pretenden culturizar la inclusión en nosotros es avivar las llamas de la polémica y darles fuerza a sus supuestos enemigos. Y es normal. A ellos qué les importa, lo que quieren es el dinero que puedan rascarle a nuestras luchas.

Por ejemplo, hace poco vi la película No te preocupes cariño. Es una película entretenida. Creo que es arriesgada y que lo hace bien la mayor parte del tiempo a pesar de los evidentes agujeros de guion. Al menos la idea de terror que propone me parece fresca y una buena reflexión de corte feminista. Sin embargo, la protagonista queda a deber, con actitudes muy estúpidas, típicas de un macho cualquiera que necesita demostrar que las suyas son las gónadas más grandes.

La cúspide de esta infantilización del mensaje llega cuando uno de los personajes secundarios, que durante toda la trama ha apoyado férreamente al villano principal, decide de la nada tomar la actitud contraria con el dialogo “ahora me toca a mí, maldito hombre”.

Así podríamos comparar esto con una situación donde ponen a la persona más seductora a alimentarte en la boca. Para mí la situación de por sí resulta un tanto incómoda. Ahora imagínate que te da de comer algo que no te gusta tanto, pero te dispones a seguirle el juego. Y durante un rato el coqueteo te parece sexi, agradable, te olvidas de que hay cosas más ricas para comer. Y de pronto, sin venir a cuento, esta persona te mete los dedos a la boca, hasta tu garganta. Y tú, como es lógico escupes.

—¡Qué chingados te pasa? —gritas con furia y te alejas, porque, obviamente, lo que hizo es acoso. A nadie le gusta ser acosado. No lo hagan.

Lo peor es que en su esfuerzo de fingir una inclusividad que no existe en sus genes, las empresas suelen directamente meterte los dedos a la boca, sin tratar siquiera de seducirte. Usando tokens cómo en Los anillos de poder y el único elfo negro de toda la maldita Arda. Y no, no es la inclusión lo que arruinó la primera temporada sino la pobre escritura y ejecución de sus responsables, así como el nulo respeto a uno de los más grandes escritores de fantasía épica y su obra.

Ahora, normalmente las personas que son acusadas de acoso y perseguidas por las inútiles masas ofendidas de redes sociales, salen y se disculpan por su descaro. Sin embargo, en este caso, te meten los putos dedos a la boca, te miran sorprendidos y preguntan:

—¿No te gustó?

—Obvio no imbécil.

—Yo creo que no te gustó porque eres machista y racista y homófobo.

—¡Qué?

Y no se equivoquen. No digo que no existan personas que se sientan incómodas con ciertas actitudes por estas razones. El mundo no es monocromático como a muchos les gustaría. Tampoco vivimos en un mundo maniqueo donde todo sea blanco o negro. Y mucho menos son nuestros enemigos aquellos que no piensan como nosotros. Creo que el enemigo real es un sistema podrido que antepone el individuo y sus deseos sobre la colectividad. Que te enseña que tu libertad está por encima de todo, incluso de la libertad de los demás. He de decir que durante un tiempo también estuve radicalizado en contra de muchas cosas que hoy acepto. Y si cambié fue porque un iluminado me dijo:

—Eres una mala persona, arrepiéntete de tus pecados.

Desde entonces abrí los ojos, el señor de la luz me enseñó que la noche es oscura y llena de terrores… En realidad aprendí a vivir con ética.

Escupo sobre su moral, rancia y opresiva, sin importar de qué lado se encuentre. Me indigna que se indignen cuando su dignidad es falsa e inconsecuente.

Porque ese es el problema, quieren hacerte pensar como ellos y si reflexionas algo eres un horrible neonazi. Y si no estás de acuerdo con los otros eres un progre asqueroso.

Entonces encuentran resistencia, porque es normal que te resistas a que te metan los dedos en la boca sin tu consentimiento y en las situaciones menos apropiadas. A menos que una mano acaricie tu lengua con lascivia y la otra te meta unos billetes al bolsillo.

Mi verdadero problema con su inclusión es que huele a migajas y a codicia. No representa nada más que viejos esquemas rancios de personas que tratan de imponerse a personas contrarias, apoyados en su oscura moral. Mi problema es que no soy imbécil. No necesitaba ese «maldito hombre», para entender que es una metáfora de los esquemas de opresión que la mujer ha vivido mucho tiempo. Ni la metáfora de emancipación, ni que los hombres de actitudes imbéciles son el villano de la historia.

Pero parece que tengo que sentirme mal por el privilegio de haber nacido hombre. Que tengo que aceptar que sus personajes son mejores por ser mujeres, aunque sean obviamente estúpidas y tengan rabietas absurdas. Mi problema es que tengo que tragarme sus dedos si no quiero ser una mala persona, porque van lubricados con la inclusión que el mundo necesita. ¡Disney te enseña lo retrógrado que eres!

Pero no, simplemente sus guiones son malos. Sus comentarios son ataques. Son empresas millonarias que solo quieren más dinero y meterle los dedos a la boca a los espectadores, con su dejo de superioridad moral.

Y solo tengo que decir a quienes apoyan estos proyectos: no crean que somos gente horrible por señalar fallos en sus estructuras, por evidenciar su rancio tokenismo. En lugar de ello impulsemos buenas historias. Dejemos que cada cual haga lo que quiera con su vida y tratemos de modificar los cánones culturales establecidos. Seamos revolucionarios, no reactivos. Dejemos de escandalizarnos por historias viejas, por historias que solo quieren llamar tu atención con polémicas baratas. Tengo la convicción de que estaremos mejor si dejamos de meternos en los asuntos de otros y tratamos de mejorar. Solo hay que desarrollar un poco de pensamiento crítico.

Porque puedo no estar de acuerdo con lo que piensas, pero defenderé tu derecho a decir lo que te dé la gana. Pero no te equivoques, eso no significa que no luchare por propagar lo que pienso, por hacer que nuestras almas rujan más alto, por hacerte ver mi punto de vista, por hacer que otros estén de mi lado.

Dios nos libre de la neutralidad, pero dios nos libre igualmente de las luchas banales de su moralidad podrida, de hacer que otros sufran por nuestras causas.

Callar a alguien genera resentimiento y la falsa idea de que es silenciado por tener una verdad incómoda. Déjalos gritar, que el mundo mire su inmundicia, pero que entiendan porqué es inmunda. Así tal vez logremos romper la rueda. Así un día dejaremos de necesitar un poder paternalista que defienda nuestra infantil idea del mundo. Así tal vez podremos ser mejores y no simples masas manipuladas por causas que no fundamos, por ideas que no nos pertenecen, sino que nos enseñaron. Así un día podremos vivir en armonía. A lo mejor hasta darnos cuenta de que tenemos los dedos de alguien en la boca, que no solo nos alimenta con lo que quiere, sino que nos abusa. Y que no necesitamos de ellos.


Hola gente, nuevamente gracias por tomar el tiempo de leerme. He estado un poco desconectado de la escritura en redes participando en concursos (¿a alguien le importa? ja, ja, ja). Cómo sea, si te da curiosidad te dejo uno de los cuentos que no ganaron en mi blog: bit.ly/3Pci2xo.

Etiquetas: reflexión

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