Su interior es negro,
como sus rasgos anticuados,
sin dejar de ser un simple verbo,
su corazón está paralizado.
De pronto sonó el sonido,
con grandes esperanzas,
cayo dormido y aturdido,
sangrando con una gran tanza,
su vida no avanza,
por mi presencia, siempre escondido.
Dejo de llover,
pero no cambio de placer,
el humo nublaba como un día gris,
ceno un par de palabras con un Cinzano,
y sin pensarlo, dejo de llover otra vez.
Sera aquel pobre cristiano,
al que encontré aquella vez,
¿Dónde tendría que haber estado?
Ya que la locura no se pronuncia una sola vez,
en la historia un pecado,
sin escrúpulos escupió de su interior,
una gran noticia de un solo bocado.
Caminó solo por la noche,
pensando que todo iba calmado,
pero lo frenaron de pronto las voces,
y su interior salió para verlo de lo alto,
tomo aquel último trago y en vano,
quedo envenenado con aquel veneno amargo.
Y ahí lo vi, tirado sin rumbo en un precipicio,
paso el tiempo y decidí alejarme,
hay una bacteria en su interior que me frena,
y es algo que me apena,
ya que no tengo manera de seguir,
y sin sentir, decidí partir.
Un día me enterraron en aquella región,
me sentí atemorizado, ya que estaba rodeado,
mi ultima bala era llevarlo, pero no funcionó.
Ellos lo llaman lógica y cordura,
pero de pronto el pero me trajo aquella duda,
si él no está bien porque le puse este mal,
en que me convertí, reflexioné,
y para terminar me hundí,
para nunca más aparecer,
porque entre tanto entrevero,
logro dar el giro y sin suspiro,
lo escuche decir,
“Lo logre, ya no te tengo conmigo”
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