La Totalidad, inmóvil, se encontraba meditando sobre su Esencia Eterna. Llevaba eones en este estado, luego de reconocer a la Nada, la cual se le había presentado como un reflejo.
La Totalidad no tenía tamaño, ni forma, ni sentimientos. Sino que Era,-prácticamente igual a La Nada- había Sido y jamás iba a dejar de Ser.
La Totalidad entonces, quizás por algo similar al aburrimiento humano, o a la inspiración, empezó a contraer algunas de sus partes, soltándolas luego en impulsos que destilaban formas, e incluso rostros perfectos, no hechos necesariamente de materia. La Totalidad, si hubiese tenido boca (aunque varias tenía; todas las de los universos) habría reído y sonreído ante estos chispazos de creatividad, con los que jugaba y experimentaba, cual niño con bloques de madera, armando y destruyendo objetos sin vida.
La Totalidad entonces miró a la Nada y ésta le devolvió sus ojos mismos -todos ellos-. Extendió luego la Totalidad sus infinitos brazos hacia la Nada y ésta fundió los suyos con los otros en una especie de sumergimiento en el agua.
La Nada era como un útero: Tranquilo, misterioso, aparentemente vacío, acuático y pleno. Pero al sumergir la Totalidad sus infinitos brazos en el agua de su Nada, sintió en su propio centro que el espiral de sus movimientos eternos se sumergían en sus propios complejos de útero y todo lo demás, y que ella misma, la Gran Totalidad, estaba siendo la Nada que la había contenido siempre y siempre la contendría, como una madre.
-Querida Nada -dijo entonces, con armónicas emisiones que llamaremos sonidos pero que eran algo más, algo indescriptible en algún idioma humano- no me dijiste nunca que tú y yo somos la misma Esencia. ¿Qué significa esto?
Y la nada le dijo, con un sonido de eco a la Totalidad: Significa que esto…
-Significa que esto Eres ahora. Tú eres Nada, siendo Todo. Siendo, no Eres; aún no has Nacido.
-¿Dices que aún no Soy? ¿Soy un hijo en mi propio útero?
–No eres solo eso, querida gemela, querido clon y reflejo. Eres todos los hijos, reunidos en tu cuerpo joven. Eres aún un bebé, Amado Dios, y para crecer, has de superar mi estado de vacío, de Nada, en el cual puede haber Todo, y emitir hacia mi cuerpo, que es el tuyo, todos tus genes listos para reproducir sus posibilidades.
–¿Entonces debo crearme? ¿Y cómo, si sólo la Nada conozco?
-Tú sabes más que yo, amado reflejo. Tú lo sabes bien. Tú Eres.
–Yo Soy…
Dijo Dios, y en ese instante recordó las palabras de su Eco: »Amado, amado…» A-mor = Sin-Muerte.
-Si puedo Nacer, si estoy vivo, entonces no hay muerte. Pobre y desdichada Nada, que no puede Ser como Yo Soy.
Empezó entonces Dios a emitir sus creaciones, sus hijos, a que descubriesen y co-creasen en la Nada ellos mismos. Pero a los pocos no-instantes, todos morían.
-¿Qué pasa? – Dijo Dios a la Nada – ¿Por qué no puedo darte vida, querida Nada?
-La Vida sólo en ti reside, Amada Totalidad, y sólo en ti existe el Amor, con Tú Vida. Tú eres el único Amor que permitirá existir a tus creaciones perfectas.
-Pero ¿Cómo emitir mi Totalidad sin separar mi Amor de ella para que viva?
-No crearás Vida sin Amarla primero. Y amarla te dolerá, pues tendrás que destruirte al crearte de nuevo.
-¿Destruir?
-Sí. De la Totalidad no puede salir nada, porque lo eres todo. Es por eso que la única forma de que te puedas co-crear para Ser lo que Eres y no has Sido, será rompiéndote en la infinidad de tus partes. Tus piezas son todas iguales, pero pueden cumplir distinta función, para que sean ellas por sí solas, y no tú por completo, quienes se crearán y descubrirán las posibilidades que tu Totalidad les ofrecerá.
-Pero… ¿Cómo romper mi cuerpo? – Preguntó Dios a la Nada, sabiendo y sintiendo que todas sus conversaciones eran con él mismo, y lo que la Nada le decía, era lo mismo que él se habría dicho a sí mismo.
–Destruyendo mi Nada con la invasión de tu Todo en ella. Debes emanar por completo tu Dios Amor, y no pienses en las consecuencias, pues serán tus propias creaciones las que se encargarán de eso.
Y entonces Dios lo comprendió, y haciéndole caso a su Nada, tomó conciencia de su ser. -Yo Soy- dijo, con todas sus voces, en una explosión e irradiación infinitas que salieron disparadas hacia la Nada agonizante de calor. El cuerpo de Dios se separó en millones de partes al ser él consciente de cada una de ellas, creándose el »caos» infinito, que en realidad era la perfección. La Nada murió al dejar de ser Nada, y Dios Totalidad se transformó en millones de Semi-Dioses que empezaron a experimentar el misterio de la Totalidad.
Experimentación constante, no-muerte, el Amor es Transformación, un juego de autodescubrimiento en el cual Dios empezó a crecer, a expandirse, pues aún era sólo un bebé.
El dolor de esa separación creó el máximo objetivo de las infinitas experimentaciones de cada Semi-Dios Co-creador: Volver a sentir la Unión con su Gran Padre, aunque sea por unos instantes, aunque sea con una pequeña parte de él.
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