Invasión

Por Franco Oyarce
Editora: Karina Valdebenito.

1

En el año 2032 una invasión alienígena fue llevada a cabo. Llegaron en unas grandes naves triangulares y brillaban en un color dorado, que te podría cegar si las mirabas mucho tiempo. Los religiosos pensaban que eran los ángeles, para salvarnos del apocalipsis, con ese brillo de gran divinidad. Una vez empezaron las matanzas a través de rayos pulverizables y bajaron los pelotones de aliens, se acabó la ilusión. En las noches las naves apenas se veían, eran negras, como la obsidiana y muy reflectantes. La única forma de reconocerlas, era mirar hacia el cielo y ver si se reflejaba la ciudad. Por eso en el día se ven doradas, reflejan la luz del sol y cualquier cosa que esté por debajo de ellas.

A los Aliens los llamaban Psiquis, ya que tenían poderes mentales y se comunicaban a través de sus mentes. Ellos tenían la capacidad de introducir recuerdos, ilusiones y borrar la memoria de las personas. Pero esto no era todo, también eran temidos por su físico, medían dos metros, con brazos largos y flacos, además tenían una piel negra y viscosa. En sus cabezas no había rastros de pelos gruesos, solo pequeños pelitos blancos que apenas se divisaban, tenían un gran ojo en el centro de sus caras y dos más pequeños a cada lado. Sus bocas se parecían a las de las arañas, tenían unos quelíceros y un par de palpos. No tenían orejas y en vez de nariz tenían unos pequeños orificios en sus estómagos, directo a sus tráqueas.

No se sabía de dónde venían, hasta el día de hoy tampoco se sabe que buscaban, solo que mataban o capturaban humanos. No buscaban recursos naturales, no exploraban los océanos, solo matar y capturar.

2

En el año 2033, en la ex ciudad de Santiago, que alguna vez fue la capital de un país llamado Chile. Lucas de veinticinco años con su mejor amigo Claudio, dos años mayor que él, trataron de alejarse lo más posible de las hordas Psiquis. Corriendo por una gran calle desierta, que la rodeaban un montón de edificios destruidos, observan entre ese bosque de departamentos, un colegio. Que si bien estaba muy destruido, conservaba mayor parte de su estructura.

-Alcan… no reconozco este colegio -dijo Lucas tratando de leer el cartel.

-Matrículas abiertas 2032, espero que sigan abiertas -dijo Claudio con sarcasmo.

-Entremos ahí, es la mejor opción – diciéndolo con tono seguro.

-Pero es muy obvio que alguien se refugie ahí, gran parte está bien conservada.

-¿Quieres refugiarte en algún edificio? Están demasiados destruidos, si bien es menos obvio, es más fácil que nos detecten. Además puede que haya algo que nos sirva en el colegio, al conservar su estructura tal vez ha podido resguardar algunas cosas de valor.

-¿Qué objetos de valor tendría un colegio a medio destruir?

-Todos los colegios tenían una enfermería, busquemos si hay remedios y vendaje. Cualquier cosa que sirva.

-Buen punto, no había pensado en eso. Es complicado, pero si está la posibilidad, debemos ir.

Los dos amigos entraron al colegio, este tenía una forma en L y al medio, separando el patio delantero con el trasero, había un edificio de tres pisos. En la recepción, los dos pisos estaban unidos por un acantilado de escombros. Subieron el acantilado en busca de la enfermería, solo había papeles tirados, lápices por doquier, mesas dadas vueltas, delantales arrugados y sucios. Las ventanas rotas dejaban transitar el frío viento del invierno y se escuchaba su leve zumbido. Ese zumbido le daba escalofríos a Lucas, comenzó a pensar que era un aviso de un mal presagio.

-Creo que deberíamos rodear la recepción por el patio, no podemos explorar toda la recepción desde aquí, los escombros bloquearon mucho el paso -dijo Claudio.

Lucas solo le responde con una mirada fija y con la cabeza hace un gesto de confirmación. Lucas sigue a Claudio. Ellos rodean la recepción a través del patio, para llegar a la entrada del otro extremo. Claudio entró y observó una pequeña habitación con vitrinas.

-¡Es la enfermería! -dijo entusiasmado-, está en buen estado.

Lucas ignoró el comentario de Claudio, miraba atónito hacia otro lado, estaba observando la entrada a una sala. Lucas le llenó de nostalgia la puerta de color azul abierta, con dibujos infantiles pegados y horarios de clases. Claudio miró hacia atrás y notó que Lucas no le estaba prestando atención.

-¡Lucas! ¿Qué ocurre? -con tono preocupado.

-Recolecta lo que encuentres, quiero revisar esa sala de clases -apuntando con el dedo la sala.

-¿Por qué?

-No lo sé, ¿nostalgia? -con tono inseguro-. Nunca he estado aquí, pero el ambiente infantil me recuerda a mi hermano.

-Ten cuidado y no te tardes -dijo un poco molesto.

Lucas caminó hacia la puerta, observó detenidamente los dibujos y se extrañó. En uno de los dibujos, había pequeñas cabezas de personas vistas desde una perspectiva cenital, pero desde muy arriba, casi del cielo. En otro había un pequeño Psiqui tomado de las manos de otros dos Psiquis grandes, en una pradera de color azul, de grandes árboles del porte de edificios. El último dibujo es muy abstracto, un cuerpo negro acurrucado con un líquido azul a su alrededor.

Lucas estaba asombrado por los dibujos, no parecían eventos presentados por algún humano, pensó. Además la pintura se ve fresca, como recién hecha, pero no reconoció que material se usó. De repente un leve escalofrío recorrió su cuerpo, los pelos se le erizaron y escuchó que algo se cayó dentro de la sala. Lucas se sobresaltó, sacó su arma y entró silenciosamente a la sala de clases. No vio absolutamente nada fuera de lo normal, nuevamente mesas dadas vueltas, la mitad de la pizarra quemada y juguetes tirados en el suelo. También se dio cuenta de que hay otra puerta, que da al patio de los infantes. Al observar detenidamente el lugar, le dieron ganas de llorar, esta sala infantil le recordó a su hermano menor, Dario, perdido hace un par de meses. Lucas se culpa constantemente de perderlo, era su responsabilidad, solo sigue vivo para encontrar a su hermanito y gracias a la ayuda de Claudio, cree que cada vez está más cerca. Lucas guardó su arma. Claudio entró a la sala.

-¿Qué ocurrió?

-Nada, escuche que algo se cayó -dijo aún inseguro-. Podría haber sido un ratón.

-Es una posibilidad. Oye solo encontré un par de vendajes y un ibuprofeno -hizo una pausa para mirar alrededor- ¿Deberíamos pasar la noche aquí?

-Bueno, por lo menos es algo. No hemos recorrido todo el lugar -miro hacia fuera por el marco de la puerta-, tal vez haya un sitio bueno por aquí, para comer y dormir.

Lucas sintió un olor extraño, muy desagradable, a algo podrido, que borró la esencia de nostalgia que tenía del lugar. -¿Hueles eso?

-Si, que asco, es muy fuerte -dijo Claudio mientras se tapaba la nariz.

Un golpe metálico se oyó, Claudio y Lucas sacaron sus armas rápidamente. Los dos miraron a la puerta que da al patio de los niños. Lucas hizo unas señales con sus dedos, para indicar que avanzan y Claudio asintió con la cabeza. Lucas en el umbral de la puerta, miró con atención, había un gran patio de cemento, con bancas de madera, un pequeño patio de football al fondo a la derecha y al extremo contrario, un patio de tierra, con juegos de madera. Lucas divisó una pequeña puerta cerca del patio de football, le hizo una señal de seguir a Claudio con sus manos. Lucas se dirigió a esa puerta, con Claudio siguiéndolo, los dos caminaban lo más silencioso posible.

Lucas aparentaba seguridad, pero por dentro estaba con miedo. En este nuevo mundo, un error podría costar la vida. No solo por los Psiquis, sino por los pocos recursos, estructuras dañadas, otros humanos, etc. Vio varias muertes por deshidratación, un techo que se derrumba, humanos matándose por una migaja de pan. Sin duda, no era un mundo en el cual alguien quisiera vivir, Lucas le gustaría estar muerto, pero buscar a su hermano lo mantiene vivo. Si se suicida o se da por vencido, no funcionará de nada, su hermano seguirá por allí, perdido y solo.

Lucas apretó con todas su fuerza la culata, aspiró y votó detenidamente el aire. Se posó en el umbral derecho y Claudio en el izquierdo. La puerta yacía junta, pero no cerrada, Luca asintió con la cabeza y Claudio también. Lucas abrió la puerta apuntando en todo momento. Era un baño, con barro en el suelo, sangre en los espejos, con los focos de luz colgando y con un olor a muerte que invadía sus fosas nasales. Lucas y Claudio tenían ganas de irse lo antes posible, pero se aguantaron. Claudio entro después de Lucas, los dos al mismo tiempo, ven algo negro, indescriptible en uno de los cubículos. Lucas caminó hacia él y ve lo esperable, lo que más se encuentra en este mundo, muerte. Un pequeño cadáver con forma acurrucada, que lo cubría un polvo negro en cada uno de sus huesos y entre sus costillas habia una pequeña flor rosada de origami.

-Lucas, ¿Qué es? -dijo Claudio apenas aguantando el olor.

Las pupilas de Lucas se expandieron lo más que se pudieron, su mente y cuerpo yacían inmóviles. Como si no tuviera alma, al igual que ese pobre cadáver de niño. De repente Lucas, corre hacia afuera, se agacha y vomita en el patio de infantes. No ha sido el primero que ha vomitado en el patio, seguramente muchos niños lo hicieron antes de él, pero sí sería el último en hacerlo. Claudio se acercó a ver lo que había en el cubículo, apenas visualizo el cuerpo, salió de ahí. No tuvo el coraje de verlo por más tiempo. Entendió la reacción de su compañero.

-Putos Psiquis -dijo Claudio mientras Lucas seguía vomitando-. ¿Cuándo se acabará esto?

Lucas después de unos minutos por fin se detiene de vomitar, Claudio le dio una cantimplora con agua para que se limpie. Lucas usa lo menos posible de agua para lavarse la boca.

-¿Mejor? -apoyó su mano en el hombro de Lucas.

Lucas sin apartar la vista del suelo, levantó su pulgar. Se levanta de a poco, como si estuviera adolorido.

-Podríamos descansar en la sala de al lado, bloqueamos la puerta y las ventanas. ¿Te parece? -dijo Claudio.

-Creo que no hay mejor opción, vamos antes de que oscurezca. No quiero volver nunca más aquí.

3

El frío se hizo aún más presente, el aire helado choca con la puerta, pero parte de este se desliza por debajo de la puerta de la sala, sin embargo se topa con otro obstáculo. Un estante de madera que bloqueaba la puerta desde adentro. Más allá del estante, en la esquina de la fría sala, se encontraban Lucas y Claudio, sentados apoyados en la pared. Protegidos por un muro de mesas hechas por ellos mismos. Lucas y Claudio se estaban terminando la comida enlatada que llevaban consigo, Lucas no ha dicho ni una sola palabra desde lo sucedido.

-¿Cómo te sientes? -dijo Claudio para romper el hielo.

Lucas se pasó las manos por la cara y se refregó los ojos. -Creo que bien, solo que…

-Está bien si no quieres hablar de lo que vimos. Verás, cuando estaba en el ejército vi muchas cosas de las que nunca hable, situaciones horribles, vi morir asentamientos enteros, desde ancianos hasta niños. No es fácil vivir recordando esas cosas, pero lamentablemente te quedan para siempre, no se olvidarán jamás. Y justamente por recordarla es que uno se hace más fuerte.

-Es solo que.. Ese pequeño podría haber sido mi hermano. No sé si estará vivo, capaz que esté así. Tal vez solo quedan sus huesos, llenos de cenizas del rayo pulverizante. Solo estoy buscando un cadáver.

-Desde el primer momento que empezaste a buscarlo, sabías que era una apuesta. No tienes otra opción, si no lo buscas te sentirás mal el resto de tu vida y si lo haces, aun que lo pilles muerto, no te sentirás mal por no haber hecho nada. Entonces es buscarlo o buscarlo.

Lucas sabía que Claudio tenía razón, las palabras de su amigo lo sacaron un poco de su negatividad. De repente se escuchó que en la sala de al lado se cayó algo muy grande, las palomas de afuera revolotearon y comenzó un dolor de cabeza indescriptible para los dos. A Lucas se le nubla la vista, en lugar de ver la realidad, ve un pequeño niño corriendo por un gran área de pasto azul y grandes árboles, este se da vuelta e identifica que era su hermano. Darío corre sin parar, de repente unas naves bajan del cielo. Se ven dos grandes Psiquis al horizonte, Lucas corrió detrás de él, pero aunque está siempre, a punto de alcanzarlo, no lo logra. Darío se adelantó más y tomó de las manos a los psiquis, una oleada de viento se avecino, la nave baja y se llevó a los psiquis junto a su hermano. La ilusión se ve cada vez más difusa, ve poco a poco unas mesas dadas vueltas y a Claudio al lado suyo. La vista se le aclaró, Claudio se agarraba la cabeza con mucha fuerza.

-¡Yo los vi, ellos fueron! -grita Claudio soltando lágrimas.

-Claudio, tranquilo es solo una ilusión -dijo Lucas sacudiendo el hombro.

-Mi familia…. Mi pobre familia.

-¡Claudio! -le da una cachetada.

Claudio mira a Lucas anonadado.

-¿Lucas?

-Ssh ya metimos mucho ruido -susurrando-. El Psiqui en la sala contigua ya nos debió haber detectado -Lucas recarga un arma y Claudio lo imita-. Lo mejor es quedarse aquí y esperar.

Lucas y Claudio los invadió el pánico, Lucas temblaba, pero él sabía que el miedo no le serviría, tenía que transformarlo en vigor, por lo tanto aprieto muy fuerte la culata. Los dos llevaron todas sus energías a mirar detenidamente la puerta, sus oídos se agudizaron, estaban en su zona. El miedo se transformó poco a poco en concentración, posaban los minutos y no se dejaban sucumbir ante el miedo. El tiempo lentamente transcurría, los minutos eran como horas, Lucas escuchó el pequeño zumbido de una mosca y a su derecha la diviso. Revoloteando en círculo sin preocupación alguna. Aparte de eso el silencio fue el protagónico, a Lucas le dio una sensación de incomodidad, en otros tiempos le daba sensación de paz, ahora el silencio esconde muchos secretos. Al cabo de diez minutos Claudio dejó su pistola en el suelo.

-Que extraño ¿por qué no vino por nosotros? -susurrando Claudio.

-Pensé que nos había detectado, ¿nos atacó sin saber que estábamos aquí?

-Tal vez deberíamos revisar -dijo con un tono inseguro-, no me gusta la idea, pero tarde o temprano va a venir acá.

-A menos que no sepa que estamos aquí.

-¿Pero por cuál otra razón no nos atacó? -hizo una pausa-, a veces liberan ondas solo para comunicarse y como estábamos en su camino tuvimos ilusiones. Nos hubiera detectado a menos que el rango de comunicación haya sido muy pequeño.

-Los rangos son de varios metros, nos hubiera detectado.

-A menos…

-¿A menos que?

-No sea un adulto

-¿Un Psiqui adolescente? ¿Un niño Psiqui? -dijo sorprendido Lucas.

-Nunca he visto, pero un compañero del ejército me contó, que están en las naves, no bajan a la Tierra. A él lo secuestraron y es el único humano que ha regresado de un secuestro.

-Creo que he escuchado de él ¿Kruger le llaman?

-Sí, es el que tiene más información de los Psiquis. Pero dudo que esté vivo, la última vez que lo vi estaba enfermo y sin una pierna.

-No quiero volver a esa sala de al lado. Ese olor a muerte y sabiendo que hay un niño descomponiéndose en el baño.

-Tenemos que hacerlo de igual forma, si no es un adulto, un tiro en la cabeza bastará. Tal vez no sabe leer bien los pensamientos e introducir alucinaciones como los adultos.

-No tenemos ninguna certeza.

-Es verdad, nos debemos asegurar que no llame a ninguno más de su especie, dos humanos pueden con un Psiqui adolescente.

-¡Mierda! ¿Tienes el mirador?

-Si -dijo mientras lo coloca en su pistola-. Un tiro será suficiente.

Lucas asiente con la cabeza, pero por dentro está inseguro. Los dos con mucha fuerza y silencio, corrieron el mueble que obstaculizaba la puerta. Claudio abrió la puerta lentamente, sin embargo, la puerta lo traicionó haciendo un chirrido agudo. Claudio hizo una mueca, pero se concentró en mirar a su alrededor. El cielo tenía una tonalidad azul, una pequeña nube rojiza era el último vestigio del día. La puerta azul de la sala de al lado estaba abierta como la habían dejado, le hizo una señal a Lucas con su mano, para que lo siguiera. Los dos se posaron detrás de la puerta abierta, Claudio se inclinó y vio que no había nada desde su ángulo de visión. Corrió rápidamente a posarse en el lado contrario, Lucas apuntando con su arma en todo momento, se inclinó y nuevamente un escalofrío recorrió su cuerpo. Se acordó que en la puerta que estaban posados, vio dibujos pegados, pero ahora no se encuentra ninguno, Lucas no logró esconder su rostro sorprendido. Claudio al mirarlo se impacientó y se puso nervioso, no sabía que había dejado a Lucas tan sorprendido. Lucas no le hacía ninguna señal y parecía que se había perdido en sus pensamientos. Claudio decidió tomar acción, con mucho cuidado entró a la sala, Lucas reaccionó y lo siguió. Claudio se detuvo repentinamente y provocó que Lucas chocará contra su espalda. Lucas miró hacia la esquina de la sala y ahí lo vio.

Uno de los estantes de la sala estaba boca abajo y aplastaba a un pequeño ser negro, que se movía de forma delirante y triste. Lucas bajó su arma. Claudio apuntó en la pequeña cabeza del Psiqui, este empezó a chirriar, a Claudio le empezó a doler la cabeza y el Psiqui con su mirada le imploraba que no lo hiciera. Claudio no dio marcha atrás, apuntó aún más y de repente, Lucas le tomó el brazo y lo hace bajarlo. El dolor de cabeza se detuvo en Claudio.

-¿Qué te ocurre Lucas? -dijo Claudio extrañado.

-No podemos matarlo, es solo un niño.

-No es solo un niño, es un Psiqui también, los que arrasaron con nuestra especie, los que mataron a mi familia!

-Calmate -Lucas le toca el hombro-. Es inocente este niño, su especie cometió el pecado, no él. Seguramente ni sabe lo que ocurre.

-Pero a sus padres les causaré el mismo dolor que me hicieron ellos, me quitaron a mis hijos, mi pareja, mi hogar, mi vida…

Lucas miró al Psiqui, no lo negaba, tenía resentimiento hacia él, pero le recordaba a su hermano. Perdido y solo, por culpas externas que no podía controlar.

-Mira tú sabes que matando a este Psiqui no va a cambiar nada, solo vas a repetir lo que han hecho ellos, serás como ellos y supongo que tú no quieres eso -Lucas hizo una pausa, miró al Psiqui-. Miralo, es solo un niño, no tiene la culpa de sus antepasados, no tuvo poder de elección, dejémoslo.

Claudio observó al Psiqui, dejó caer su arma al suelo y se sentó en el frío piso. Se puso las manos en la cabeza y apretó fuertemente su pelo.

El Psiqui solo se movía, miraba y chirriaba de repente, por qué el estante sobre su cuerpo no le permitía hacer nada más.

-¿Por qué no nos está atacando? -preguntó Lucas.

-Los poderes mentales de los Psiquis son como cualquier músculo, debes entrenarlo y antes ya gastó toda su energía cuando nos generó alucinaciones. Debe esperar para reponer energías.

Lucas se acercó lentamente al Psiqui, vio que en su mano tenía unos papelitos recortados de color rosado. Ahí le hizo sentido todo.

-¿Te acuerdas de la flor de origami en el cadáver? -preguntó Lucas mientras caminaba hacia Claudio.

-No alcance a ver bien el cadáver pero me fijé que tenía algo entre sus costillas.

-Esa flor… él lo hizo -apuntando al Psiqui-. ¿Por qué?

Lucas pensó, ¿por qué un niño Psiqui deja una flor dentro del cadáver de un niño humano? ¿Sintió tristeza, pena o empatía? ¿Por un ser que no es de su especie y que no conoció?

-Al final no son todos monstruos, este niño es el claro ejemplo -dijo Lucas convencido.

-Tal vez sea inocente, pero en cualquier momento recuperara energía y llamara a sus pares -Claudio se levantó-, seguramente deben estar buscándolo. ¿Entiendes lo que digo?

-Supervivencia…

-Es él o nosotros, lo siento Lucas, tienes razón, pero no voy a dejar que te lleve a la tumba y a mí la empatía. ¡Estamos en guerra y en peligro de extinción!

-Hay otras opciones, vámonos del lugar antes de que sea demasiado tarde.

-¿Qué otras opciones? -pregunta indignado-. Todo a nuestro alrededor está destruido, este es el mejor refugio que hay.

-¡No hemos revisado todo alrededor! Seguramente hay otras opciones, en estos edificios hay estacionamientos bajo tierra, podríamos escondernos ahí. Solo es salir y buscar.

-Ok -hizo una pausa-, digamos que te hago caso y logramos con mucha suerte encontrar un sitio mejor. Este Psiqui lo van a venir a buscar, va a traer a más de su especie y un adulto tiene un gran rango mental, además de los detectores que tienen. Es un suicido dejarlo vivo.

-Tu mismo dijiste que el rango mental de un niño Psiqui es más bajo.

-¡Pero está desesperado! Las alucinaciones que nos implantó fueron casi tan fuertes como la de los adultos. Y eso no quita el hecho que seguramente lo están buscando.

-Tampoco tienes certeza de lo último.

-Bueno, digamos que llegan los Psiquis y por milagro no nos detectan. O tal vez no lo vayan a buscar esta noche. ¿Qué ocurrirá con el Psiqui?

Lucas se abstiene de solo observar a Claudio.

-Nosotros nos salvamos -continuo-, pero ese Psiqui crecerá y será como los suyos -dijo enojado-. Entre menos Psiquis haya mejor para nosotros.

-Te lo vuelvo a repetir… ¡No tienes certeza de eso!

-Pero es lo más probable.

-Si pero este Psiqui siente empatía por el cadáver del niño y más que nosotros. Me puse a vomitar, en cambio él le hizo una flor, eso ya indica una probabilidad de que puede ser diferente a los demás.

-Aunque no asegura nada.

-¡Igual que lo tuyo!

Lucas y Claudio se miraron, estaban en un dilema, no sabía cómo proseguir. Claudio se apoya en la pared, confundido, asqueado y enojado. Sabía que Lucas tenía razón moralmente, sin embargo era una cuestión de supervivencia.

-¡Mierda! -grito Claudio.

El Psiqui estaba chirreando más fuerte. Se movía más, trataba con fuerza salir del estante y generaba un pequeño dolor de cabeza en los dos amigos.

-¿Qué le ocurre ahora? -dijo Claudio enojado.

Un pequeño retumbar tuvo el suelo, que se fue acrecentando cada vez más y se oyó una gran explosión. Claudio y Lucas miraron hacia afuera y vieron una gran bola de humo a tan solo una cuadra de donde estaban.

-Hijo de puta, ya vienen por nosotros -Claudio sacó su arma y se acercó al Psiqui.

El Psiqui chirrió más, se movía desesperado tratando de escapar y el dolor de cabeza aumentaba en Claudio. Lucas se quedó inmóvil, quería moverse, lamentablemente sus huesos no les respondía, el temblor en su cuerpo se hizo presente y el terror invadió a cada parte de su ser. Sabía que esto era supervivencia, era él o ellos.

Claudio se colocó una mano en la cabeza por el dolor y con la otra apuntaba, se acercó aún más y justo al disparar, Lucas le empujó el brazo haciéndolo disparar hacia otro lado.

-¿¡Qué te pasa mierda!? -grito Claudio.

Lucas le trato de quitar el arma, hicieron un forcejeo, Lucas dominaba, Claudio se desesperó y con todas sus fuerzas le pega en la pierna a Lucas. Este se resbaló, pero sin soltar el arma, se levantó empujando a Claudio contra la pared y este sin querer jaló el gatillo. El forcejeo se detuvo, Lucas tenía una gran mancha de sangre en su abdomen y se dejó caer.

-No, no, no… -dijo Claudio con desesperación.

Claudio se agachó junto a Lucas, de repente las ilusiones se hicieron más fuertes y el dolor de cabeza aumentó.

Lucas miraba el techo, había un plato de luz, con la forma de unos dibujos animados. Ya no le duele el balazo, se levanta y está en la habitación de su hermano de noche. Darío estaba acostado en su cama.

-¿Me vas a arropar? -dijo Darío.

-Si, ¿por qué no? -Se sentó en la orilla de la cama.

-Ellos me dijeron que no lo ibas a hacer.

-¿Quiénes? -extrañado- ¿nuestros padres?

-Los míos, los de dos metros, ellos me contaron que tú no estás conmigo.

-Pero si estoy aquí -le tocó el hombro.

-No, no, no, no estás conmigo. Tú estás allí pero yo aquí, a kilómetros de distancia.

-No te entiendo -suspiró-, mejor duermete.

Detrás de las cortinas de la ventana, una luz difusa se acrecentó cada vez más.

-¿Qué es eso? -preguntó Lucas, devolvio la mirada Darío y se dio cuenta que ahora es un pequeño criatura de color negro y de piel viscosa. -¡Darío!

La criatura lo miró con sus tres ojos negros y meneó la cabeza en negación. Lucas caminó hacia atrás asustado, la ventana se rompió, un viento helado entró y la cortina se empezó a quemar.

-Mierda, No, por favor, ¡no se lo lleven!

A Través de la cortina aún quemándose, se veía una gran nave y género un impulso que empujó a Lucas. Él salió impulsado por el marco de la puerta, al salir de la habitación estaba en una ciudad en llamas, pero seguía siendo impulsado hacia atrás, entró en unas de las casas en destrucción y de repente estaba en un refugio lleno de gente herida, trataba de frenar el impulso, pero era como si algo de muy lejos lo estuviera atrayendo. Al salir del refugio, se encontraba en un campamento y empiezan a llegar los Psiquis a invadirlo, sin poder detenerse hacia atrás y pasando todo a su alrededor tan rápido, gritó, pero la voz no generaba ruido. La velocidad aumentó, todo a su alrededor se volvió blanco, líneas curvas de diferentes colores se movían a través de este túnel blanco, veía una forma de un niño a lo lejos.

-¡Darío, Darío!

Lucas no lo pudo alcanzar, él seguía hacia atrás y cada vez más rápido, de repente unas luces azules se hacían presentes, la velocidad fue disminuyendo, vio poco a poco que estaba alrededor de unos gases bien oscuros, miró hacia atrás y vio una ciudad. Miro hacia adelante y se dio cuenta de que eran nubes, ahora estaba en caída libre, la adrenalina se le subió hasta la cabeza, la piel se le desprendía de tanta velocidad y de repente… cayó sobre un colegio, desprendiendo el techo y cayendo en una sala. La caída no le dolió. Veía borroso y poco a poco se le fue aclarando la vista. El techo estaba intacto, vio a Claudio a su lado y unas mesas dadas vueltas alrededor suyo.

-¿Lucas? ¡Por fin! -Claudio se asustó por haber hecho mucho ruido-. Debemos hablar despacio, hay un Psiqui en la otra habitación, la alucinación te agarro fuerte.

Lucas miró a su alrededor, su cuerpo se puso tembloroso, no paraba de pensar en lo que vio, ¿era una alucinación o vio el futuro? Se preguntaba. No aguanto más la incertidumbre, se levantó de forma muy rápida, corrió hasta el estante.

-¡Lucas! ¿Qué mierda haces? -con tono de susurro.

-¡Ahhhhhhh! -gritó mientras corría el estante, le dolían los músculos y a pesar de eso iba a continuar.

Claudio corrió detrás de él tratando de detenerlo.

-No lo hagas, nos dejarás al descubierto.

Lucas logró correr lo suficiente para abrir la puerta, Claudio le tomó del brazo, pero Lucas movió el suyo fuertemente para que lo soltara. Salió afuera, entró al salón de al lado y lo vio. Un estante debajo de un pequeño Psíqui, Lucas se sintió asustado al ver que era más que una ilusión, todo tenía sentido ahora, en consecuencia no iba a dejar que ocurriera lo mismo. El Psiqui chirriaba y se comportaba de forma delirante, Lucas fue hacia el estante y con todas sus fuerzas trató de moverlo.

-¡Vamos, muévete!

Claudio llegó a la habitación. -¡Qué mierda haces, nos vas a matar!

-¡Ayúdame! Si no lo sacamos vamos a morir, lo están buscando -le dijo sin parar de levantar el estante.

Claudio apuntó con su arma al Psiqui. -Mejor es matarlo.

-¡No! Yo vi lo que ocurría, esta es la única manera, confía en mí.

Claudio estaba indeciso, por una parte quería matarlo por ser una amenaza y todo el sufrimiento que le hizo su raza. Lucas lo miro sollozando.

-Por favor te lo suplico, haz esto por mí no por él, no por lo que hizo su raza, sino por mí. Tengo que hacer esto -dijo Lucas.

-¡Mierda! Lo que viste fue una mentira, no ocurrió lo que sea que hayas visto. ¡Te está manipulando!

-Puede ser, pero…¡ahhhhhh! -estaba a punto de que sus brazos no aguantan el peso del estante. -Real o no, es una corazonada, de que es lo correcto.

Claudio se enfocó en el pequeño Psiqui chirriando y desesperado. Luego en Lucas que con una fuerza impresionante mantenía el estante. Claudio bajó el arma.

-Si salimos de esta me deberás una, carajo.

Claudio corrió hacia el estante y lo levantó junto a Lucas, el pequeño Psiqui pudo arrastrarse y salir. Los dos soltaron el mueble y este cayó haciendo mucho ruido y levantando polvo. El Psiqui se paró junto a la puerta de los infantes y miró directo a Lucas. Este en su cabeza le llegó unas palabras: -gracias, espero que encuentres a tú hermanos. Lucas pensó: -y yo que vuelvas a tu hogar. El Psiqui asintió con la cabeza y Lucas le siguió el gesto. El Psiqui se fue cojeando por el patio de los niños.

FIN

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